Gonzalo Rojas embiste contra el mea culpa de Chadwick: “El ministro quiere vestirse de seda…”
Tal como varios emblemáticos de la derecha, el columnista de El Mercurio evidenció su incomodidad con las palabras del ministro que se declaró arrepentido de haber apoyado a la dictadura. Y lo hizo en duros términos.
A través de su habitual columna en el diario El Mercurio, Gonzalo Rojas embistió contra el vocero de gobierno Andrés Chadwick, quien esta semana sorprendió al mundo político al declararse arrepentido de haber apoyado la dictadura de Augusto Pinochet.
Tal como varios emblemáticos de la derecha, el columnista evidenció su incomodidad con las palabras del ministro. Y lo hizo en duros términos. Revisa acá parte de sus palabras:
El ministro va desnudo
No se debe juzgar lo que sucede profundamente dentro en su conciencia. No corresponde. Sólo cabe leer sus palabras, ponderarlas, entrar en el diálogo, esperar su respuesta y seguir dialogando.
Ésa va a ser siempre mi actitud con él, aunque sé que hay otros menos tolerantes, más ofendidos por sus dichos. Los comprendo, pero les pido calma. No le den ocasión de pensar que pueda estar en lo correcto cuando sugiere que las provocaciones son de quienes se reúnen a ver un documental. “No creo que sea necesario un homenaje ni a Pinochet ni a situaciones del pasado”, afirmó el vocero. O sea, ¿qué hacen ustedes ahí, ignorantes de que ya hay una verdad oficial en Chile y que incluso este gobierno la respalda?
Una por una, entonces, veamos sus afirmaciones:
“En la perspectiva del tiempo, de la madurez política que uno va aprendiendo y de los conocimientos que va adquiriendo…”.
Perspectiva del tiempo significa juicio histórico. Pero el ministro parece no tener en cuenta justamente el tiempo. Nada hay en su mirada que considere los años desde 1959 a 1973, ni que entregue contexto sobre la agresión de que el país era objeto, ni que pondere los riesgos de dominación totalitaria. Nada, sólo la retórica de una frase hueca.
Hueca, ya que madurez política significa justamente sentido del bien común. Y el ministro que acota los males al período 1973-1990, no hace sino volver a la adolescencia, aquélla de la que parecía haberlo sacado Jaime Guzmán. Hueca adolescencia.
Porque, ¿qué habrá aprendido el ministro ahora, qué nuevos conocimientos habrá adquirido? No sabe el lector si son los libros del neomarxismo los que han iluminado su nuevo amanecer, o son conversaciones con los senadores socialistas las que lo han hecho ver la luz, o, quizás, simplemente, sea un déjà vu . Eso en cuanto al contexto.
Pero faltaba la afirmación típica, ya nada original. Esa, la repetida por aquellas voces que cuando se oyen a sí mismas parecieran encontrar la paz, aunque sea contradiciendo una vida entera. Por eso afirmó el ministro: “Hay una situación de la que sí me arrepiento, que es la violación brutal de los derechos humanos que se efectuó en el gobierno militar, y de eso tengo un profundo arrepentimiento de haber sido parte de un gobierno, haber sido partidario de un gobierno donde esos hechos sucedían”.
¿De qué se arrepiente? ¿Qué actos cometió? ¿De qué omisiones concretas puede dar cuenta? ¿Va a renunciar a su vocería, dada la carga que pesa sobre él? ¿Va a ir a tribunales a entregarse? Dice haber sido parte de un gobierno en que se violaron brutalmente los derechos humanos, pero, ¿en qué violaciones concretas participó por acción u omisión? ¿Se refiere también a la incapacidad que ese mismo gobierno tuvo a veces de prevenir brutales actos terroristas que costaron decenas y cientos de vidas?
Pero, ya se sabe, nos responderá que es sólo una adhesión al sufrimiento de otros, a la verdad histórica ya instalada oficialmente, que no se trata de que él haya estado en eso o aquello, sino de que todos fuimos culpables. Exactamente la retórica que mejora la imagen y no trae riesgo alguno.
El ministro quiere vestirse de seda, pero…
Lee la columna completa …