Secciones El Dínamo

cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad
12 de Julio de 2012

Francisco García de Vinuesa, sobre Precht: “Él reconoce que ha habido alguna cosa ambigua, por lo menos”

El abogado canónico revela el que en su opinión debiera ser el principal argumento en la defensa de Precht: "El abuso se dio en plena persecución, y por tanto, se dio el hecho material, pero no fue libre", dice.

Por Cindy Rivera
Compartir

Francisco García de Vinuesa (75), doctor en derecho canónico de la Pontificia Universidad Comillas de España, miembro del tribunal eclesiástico chileno y más conocido en los círculos religiosos como “el hermano Paco”, fue la primera persona a la que acudió el ex vicario Cristián Precht cuando se dio cuenta de que su caso se estaba complicando mucho más de lo que jamás imaginó.

Sin embargo la Iglesia, celosa de que un laico acceda a los “desórdenes morales” de algún miembro de su jerarquía, exige que en casos en los que hay sospecha de abuso de menores, sea un miembro de esa misma estructura jerárquica quien ejerza la defensa. Condición que García, español avecindado hace 40 años en Chile, marianista, laico consagrado, una suerte de monja en versión masculina, según él mismo describe, no cumplía.

Antes de que Precht pusiera su defensa en manos del sacerdote Raúl Hasbún, García alcanzó a esbozar estrategias de defensa y lo ayudó a redactar respuestas para varias de las preguntas que se le hicieron en medio de la investigación llevada a cabo en su contra a partir de mediados del año pasado, cuando debió alejarse de la Iglesia Santa Clara a pocos días de haber llegado hasta allí como párroco.

Hoy sigue acompañándolo. Y seguirá haciéndolo, dice, hasta que la Congregación para la Doctrina de la Fe, única entidad del Vaticano que juzga los delicta graviora (delitos graves), como la pederastia (y la misma que juzgó a Fernando Karadima), dicte sentencia. Ello ocurrirá, con seguridad, antes de Navidad.

García se confiesa más preocupado que el propio Precht. “Con lo que ha sido su figura, y que de repente te saquen los trapos sucios, con más o menos verdad…, no sé si por español soy más orgulloso”, dice, recordando en seguida los difíciles tiempos que enfrentó Precht cuando fue sistemáticamente amenazado y amedrentado por el régimen militar, llegando a recibir amenazas de muerte. Esos padecimientos, piensa García, podrían estar estrechamente vinculados con las acusaciones que se le hacen hoy.

¿Cómo se manifestaron esas amenazas de muerte y en qué medida se relacionan, en su opinión, con los abusos por los que ha sido señalado Precht?

Él me lo ha contado. Por teléfono, por escritos anónimos. Él me decía durante años que tenía paranoia, que dormía agitado, que gritaba en la noche y aparecía transpirando. Y después, en el día, tenía que manifestar una seguridad, una serenidad, una sonrisa, como si estuviese bien, y dar una imagen de fortaleza frente todos los demás, incluido el régimen. Pero lo pasó muy mal.

¿Usted dice que esa suerte de paranoia justificaría sus posibles faltas a los deberes sacerdotales?

Según yo, sí, porque se trata de una persona que no tiene un grado de libertad mínimo. Cuando estás amenazado de muerte, puedes hacer una tontería, desde emborracharte, tener una mujer… Sería un atenuante. Por ejemplo, una de las defensas que haría yo es que el abuso se dio en plena persecución, y por tanto, se dio el hecho material, pero no fue libre. Y si algunos desórdenes se dieron en la época que se ha hablado (década de los ’80)… yo quiero que sea así.

Así no se desarma la defensa.

Claro, porque un siquiatra, creyente o no, basta con que tenga calidad profesional, y diga que esta persona en esa situación tenía sólo un 20% de libertad y por lo tanto queda prácticamente absuelto. Si yo hubiera seguido con la defensa, habría tomado ese punto, me hubiera agarrado a él. Los informes siquiátricos pesan mucho.

¿Cree que el sacerdote Raúl Hasbún, de una línea reconocidamente moralista, esté considerando un argumento de esa naturaleza en su defensa?

Sí. Hasbún es un tipo muy hábil y argumentando es capaz de partir un pelo en cuatro. Cuando Cristián Precht vino muy desconsolado a decirme que no nos dejaban seguir y que lo había escogido a él, le dije que me parecía muy bien, precisamente por lo opuestos que son públicamente. Que uno de derecha venga a ayudar a uno de izquierda, en el gran público ya dice mucho.

Precht reconoce en su carta del jueves dirigida a la zona sur, y publicada el lunes por El Mercurio, que está dispuesto a recibir un tirón de orejas…

…Y se lo van a dar bien fuerte, yo creo.

¿Por qué?

Él reconoce que ha habido alguna cosa ambigua, por lo menos.

Él habla de un tirón de orejas; usted habla de cosa ambigua, ¿qué cabe en el abanico de lo ambiguo?

Ahí he querido ser especialmente ambiguo.

Pero ustedes, en la Iglesia, saben exactamente a qué se refiere esa ambigüedad. ¿A qué se refiere?

Yo creo que a falta a la castidad.

¿Incluye eso pedofilia?

No, pedofilia es otra cosa. Una falta de castidad es como si yo me voy con una señora el fin de semana. Es una traición.

¿Es como lo del obispo argentino que fue sorprendido con una mujer en playas mexicanas? ¿Eso es falta de castidad, por ejemplo?

Claro. Es partir tu corazón con una tercera persona cuando tú lo tienes consagrado al esposo, en el matrimonio, y al señor, en la vida sacerdotal. Ambigüedad es cuando estás más o menos jugueteando, que sí que no, haciéndote ojitos. Eso es ambiguo: quiero, pero no quiero. Si estás casado, no miras a la mujer de al lado.

¿Eso, independiente de con qué sexo?

Es más delicado si es del mismo sexo. Es un desorden mayor.

Se habla de antecedentes verosímiles; de indicios, no de pruebas. Todo sigue siendo extremadamente ambiguo.

Es que no se puede manchar a una persona por tincada. Es una precaución decir que parece que por lo menos ha habido algo imprudente, y vamos a tomar más en profundidad el estudio del caso y ver si hay algo más. En ese caso viene la condena, pero no se puede descalificar a una persona por meras sospechas. Es el principio de inocencia.

La carta dirigida a la zona sur, ¿no cree que era una buena ocasión para que Precht despejara toda duda sobre su inocencia? Porque, por el contrario, abrió espacios de duda con aquello del ‘tirón de orejas’.

No del todo, porque donde él tiene que acreditar su inocencia (aunque nadie le prohíbe pronunciarse antes), es en el proceso judicial que le espera en Roma.

¿Considera que ensucia la investigacion el hecho de que el expediente se le haya hecho llegar a Precht tan tardíamente?

No se trata de un expediente en que salga juzgado y condenado, pero por cortesía debió recibirlo antes, no a última hora, porque da la impresión de indefensión. Pero no ha comenzado aún ningún proceso en contra de Precht. Él sólo está detenido en su ministerio sacerdotal, mientras se desarrolla la investigación acuciosa que le da la tranquilidad de conciencia al obispo de que no está procesando ni condenando a un inocente.

¿Hay límites de tiempo para que comience el proceso canónico en Roma, a partir de la llegada de los antecedentes del caso?

El criterio de la Iglesia es que los expedientes no se prolonguen por años. La idea es darle cierta agilización a los procesos. Cuando empiece el proceso canónico propiamente, en Roma, en la Congregación para la Doctrina de la Fe, ahí seguro habrá plazos. Roma lo que pide es que cuando el obispo tiene sospecha violenta (próxima a la certidumbre o convicción) de una falta, ese obispo pierde la jurisdicción y queda obligado a mandar todos los datos que haya podido recoger a Roma.

Entiendo que esa sospecha violenta se produce cuando en medio de la investigación, surge el factor de menores involucrados. ¿Eso agravó todo, en definitiva?

Claro. Cuando hay sospecha violenta queda obligado el obispo a mandarlo (el expediente) a Roma. Esa es una garantía del Papa para evitar las presiones. Cuando pasó lo de El Bosque (caso Karadima), si se hubiese tenido que juzgar el proceso en el Arzobispado de Santiago, hubieran venido las presiones. Mientras que en Roma presionaron, pero no sirvió de nada. Parece que con la distancia en kilómetros las relaciones económicas afectivas, políticas y sociales se diluyen.

¿Cuál es, en su opinión, la gran diferencia entre los casos Karadima y Precht?

El de Karadima es un caso de los poderes económico, político y religioso, aliados para formar el poder de una sexta, de un grupo cerrado, con sus propias normas. No entra cualquiera. Mientras que esto (el caso Precht) es el desliz de una persona a la que le ha tocado jugar un rol muy difícil, que tiene un gran prestigio, pero no un eje de influencia.

Ahora Precht sabe quiénes son sus acusadores, muchos de ellos del entorno del fallecido Patricio Vela, la primera víctima que se le atribuyó. ¿Cómo reaccionó al conocer los antecedentes?

Según yo no les tomó el peso. Lo ha tomado como quien dice “estoy buscando unos apuntes que tengo aquí”. No le sentí nada de angustiado y me impactó y me sigue impactando que no esté asustado. Hasta donde he visto y palpado, no le tomó el peso a la gravedad de los delitos que se le atribuyen.

Léenos en Google News

Temas relevantes

#cristian precht

Notas relacionadas

Deja tu comentario

Lo más reciente

Más noticias de País