EE.UU apuesta por los rebeldes tras el fracaso diplomático en Siria
La Casa Blanca está trazando planes para enfrentar el previsible flujo de refugiados, reiniciar la economía y preservar las instituciones sirias tras una eventual caída de Al Assad a manos del Ejército Libre Sirio.
El aparente colapso de toda solución diplomática en Siria ha dejado a EE.UU. con una sola apuesta: la capacidad de los rebeldes de llegar a la transición, respaldada con una fe ciega y una silenciosa maquinaria de apoyo, según expertos y fuentes del Gobierno.
La renuncia el pasado jueves del enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, ha hecho evidente lo que políticos y expertos advertían desde hace meses: la dificultad de tejer una salida negociada a un conflicto en el que se ha derramado “demasiada sangre”, en palabras del experto Aaron D. Miller.
“El apoyo a la misión de Annan era, para Estados Unidos, parte de una búsqueda que dura ya meses, la de un punto medio entre una intervención militar y la percepción de no estar haciendo nada”, dijo Miller, un analista del centro de estudios estadounidense Wilson Center.
Dos componentes claros de ese “punto medio”, la mediación de Annan y la acción en el Consejo de Seguridad de la ONU, parecen ahora descartados por completo, lo que deja a Washington con la confianza en el triunfo de la oposición siria como único frente de acción definido, para el experto.
Ese frente se articula mediante la ayuda a los rebeldes con material “no letal”, apoyada en un fondo de 25 millones de dólares, y una asistencia humanitaria valorada en 76 millones, según el Departamento de Estado.
El cóctel se adereza, según medios como The New York Times, con la asistencia encubierta de la CIA al paso controlado de armas a los rebeldes desde Turquía, una estrategia que el Gobierno de Barack Obama no ha confirmado y que, de ser cierta, respondería a algunas peticiones de las voces más críticas del Congreso estadounidense.
En un editorial en The Washington Post, los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham y el independiente Joe Lieberman condenaron este domingo la estrategia “pasiva” del Gobierno de Obama ante Siria, y pidieron una asistencia “robusta” a la oposición y la vigilancia aérea de los bastiones ya conquistados por los rebeldes.
“La renuencia de Estados Unidos a intervenir en Siria está, por encima de todo, permitiendo que este conflicto sea más largo y más sangriento, en una dinámica que se radicaliza cada vez más”, escribieron los senadores, para quienes en el país de Bachar al Asad hay “mucho más” en juego para EE.UU. que en Libia.
La Casa Blanca, sin embargo, se mantiene firme en su negativa de tomar cualquier acción que pueda “militarizar aún más la situación” en Siria, y resulta difícil pensar que, tras 17 meses de conflicto, EE.UU. decida tomar una decisión que, en el caso de Libia, apenas le llevó un mes.
“A no ser que haya un nivel de violencia que vaya más allá de lo que hemos visto, a no ser que el asunto de las armas químicas se convierta en grave, ya sea porque las use el régimen o porque exista un peligro de que se distribuyan, no veremos una intervención militar”, opinó Miller.
Lejos de plantearse esa opción, la diplomacia en Washington subraya desde hace días su fe ciega en la capacidad de triunfo de los rebeldes, hasta el punto de crear varias divisiones tanto en el Departamento de Estado como en el Pentágono que se dedican silenciosamente al diseño de la futura transición de Siria.
Según informó este sábado The New York Times, citando fuentes oficiales, EE.UU. está trazando planes para enfrentar el previsible flujo de refugiados, reiniciar la economía y preservar las instituciones sirias tras una eventual caída de Al Asad, para evitar una transición tan estrepitosa como la de Irak en 2003.
“Nuestro análisis es que los recursos del régimen se están debilitando, que los soldados del Ejército sirio se están desmoralizando y que la oposición está ganando terreno”, destacó el portavoz del Departamento de Estado Patrick Ventrell en una conferencia de prensa el viernes.
Por su parte, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, se niega a dar el frente diplomático por muerto y tratará de revivirlo este sábado en Estambul (Turquía), mientras confía en que plataformas como “Amigos del Pueblo Sirio” demuestren, con el tiempo, que las palabras no son del todo estériles en la lucha siria.