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22 de Noviembre de 2012

La saca barata: Sarkozy evita ser imputado por abuso de debilidad en el caso Bettencourt

Se investigaba el ex mandatario galo por una imputación judicial en el llamado caso Bettencourt, en el que se le investigaba por supuesto abuso de debilidad sobre la heredera del imperio cosmético L'Oréal. La Justicia le ha dado el estatus de testigo asistido.

Por EFE
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El ex presidente francés, Nicolas Sarkozy, se libró este jueves de una imputación judicial en el llamado caso Bettencourt, en el que se le investigaba por supuesto abuso de debilidad sobre la heredera del imperio cosmético L’Oréal y en el que la Justicia francesa le ha acabado otorgando el estatus de testigo asistido.

El interrogatorio ante tres jueces de instrucción se prolongó durante más de doce horas y Sarkozy llegó y salió del mismo en un auto con vidrios polarizados para evitar ser captado por los fotógrafos y periodistas presentes a la entrada del Palacio de Justicia de Burdeos.

A su término el ex jefe del Estado podía ser imputado o colocado bajo ese estatus más benévolo, que según los medios refleja que no se han encontrado pruebas suficientes contra él, pero que deja abierta la puerta a una interrogación y acusación posterior.

Fuentes de su círculo íntimo filtraron hoy en la prensa que abordaba “furioso” pero confiado la cita, dedicada a investigar si se aprovechó de los problemas mentales de la entonces octogenaria para sacarle dinero destinado a la campaña con la que llegó al Elíseo.

La sospecha parte del testimonio de la antigua contable de Bettencourt, Claire Thibout, quien en 2010 declaró a la policía que en enero de 2007 el administrador de la familia, Patrice de Maistre, le pidió 150.000 euros en efectivo para entregárselos al entonces tesorero de la campaña, Eric Woerth.

“Si hubiera sabido que (hablar) me iba a costar tan caro me lo habría pensado”, indicó hoy Thibout en una entrevista concedida al diario “Le Monde”, en el que se confiesa harta de oír hablar de ella y de que el protagonismo adquirido le impida encontrar trabajo.

Aunque el hipotético delito de financiación ilegal ya habría prescrito, los jueces esperaban saber cuánto dinero dedicó a las aspiraciones políticas de Sarkozy la multimillonaria, que no ha escondido públicamente que tanto ella como su marido han aportado históricamente fondos a la Unión por un Movimiento Popular (UMP).

El caso se destapó por casualidad dentro de una investigación paralela por una disputa familiar llevada a los tribunales por la hija de Bettencourt, Françoise Meyers, y en el mismo han sido imputadas ya 14 personas.

La sospecha sobre el presunto abuso de poder se reforzaba además por el hecho de que según daban a entender las agendas confiscadas en julio en el despacho y el domicilio de Sarkozy, este se reunió varias veces con Bettencourt y mantuvo otras tantas citas con otros protagonistas del caso en fechas clave del mismo.

Para cuando se produjeron esos encuentros, según los jueces, ya se habían detectado señales de debilidad psicológica en Bettencourt, tercera mayor fortuna deFrancia y que según un informe médico publicado en 2011, sufre “demencia mixta” y alzhéimer en un “estado moderadamente severo”.

Este caso convierte a Sarkozy en el segundo presidente en comparecer ante la Justicia a su salida del Elíseo, tras Jacques Chirac, condenado en diciembre a dos años de cárcel exentos de cumplimiento por un caso de corrupción y financiación ilícita de partidos.

No es, sin embargo, la única cuenta pendiente que podría tener ante los tribunales, tras haber perdido el pasado junio la inmunidad que iba asociada al cargo.

Su nombre aparece en otras instrucciones judiciales sobre financiación ilegal, la primera relativa a la campaña de Edouard Balladur en 1995 a través de presuntas comisiones de contratos de armas con Pakistán, y en la que Sarkozy ejercía de tesorero.

Otro caso tiene que ver con las alegaciones de un antiguo hombre próximo al derrocado líder libio Muamar Gadafi, según las cuales el exmandatario africano pagó 50 millones de euros para ayudarle a llegar a la presidencia, y el último afecta a la atribución de unos contratos para elaborar sondeos al poco de su llegada al Elíseo.

La suerte ha querido que esta primera audiencia haya coincidido con un momento crítico en la UMP, enfrascada en una guerra fratricida entre los candidatos a presidirla, Jean-François Copé y François Fillon, tras un proceso electoral lleno de irregularidades y en el que el exprimer ministro Alain Juppé se ha acabado ofreciendo mediador

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