Bárbara Figueroa, presidente de la CUT: El nuevo sindicalismo de mano dura y voz suave
La dirigente de la multisindical tuvo su prueba de fuego en la negociación del reajuste. Quienes la vieron en acción destacan que posee buena muñeca negociadora. Ella pretende recuperar la confianza de los ciudadanos en los gremios.
El lunes 19 de noviembre, mientras en Turquía el Presidente Sebastián Piñera y el canciller Alfredo Moreno seguían atentos la resolución del Tribunal Internacional de La Haya en el diferendo entre Nicaragua y Colombia, la presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) , Bárbara Figueroa anunciaba en la sede de la multisindical el quiebre de la mesa de trabajo con el Gobierno que en ese minuto buscaba sin éxito un acuerdo de reajuste para el sector.
Era la primera disputa pública del nuevo rostro de la CUT con el Ejecutivo. Los trabajadores exigían que en la negociación estuvieran presentes los ministros Felipe Larraín y Evelyn Matthei y no los equipos técnicos de ambas carteras que tenían la gran falencia de no ser resolutivos. A la semana siguiente, la profesora del Partido Comunista había logrado su objetivo.
Un triunfo para una dirigente de escaso conocimiento público pero “fogueada”: desde 2010 es directora del Colegio de Profesores, organismo al que asesora desde 2008. “Se nota que ella más (Andrés) Allamand que (Laurence) Golborne”, apunta un parlamentario de RN al señalar que en las pocas ocasiones en que ha compartido con Figueroa en el Congreso ésta ha dejado entrever una muñeca política avezada y de larga data en el manejo de temas sindicales. Es decir, y como ella misma refrenda, en la lucha por las demandas laborales no es una “aparecida”. Sin embargo, la militante comunista representa también la renovación luego de 12 años en que el socialista Arturo Martínez dirigió la Central…a la que aún pertenece como Secretario General.
Sintonía con Larraín
“Es una dama de hierro, pero con voz suave”, asegura un asesor gubernamental al definir a Figueroa quien logró sintonía fina con el ministro Larraín con quien, apuntan en el Gobierno, “es la autoridad con quien ha mostrado mayor cercanía”.
En la CUT aseguran que la buena relación entre Larraín y Figueroa –el ministro la llamó directamente durante el proceso de negociación para escuchar sus requerimientos- es un contrapunto a la distancia que mantiene con la titular de Trabajo, Evelyn Matthei, con quien tiene historias políticas radicalmente opuestas.
Mientras la ex senadora UDI es hija del general (R) Fernando Matthei, quien encabezó la Fach en la dictadura entre los años 1978 y 1991; la líder de la CUT es hija del ex regidor hasta 1973 de San Fernando, Rodrigo Figueroa, quien pasó a la clandestinidad tras el golpe al ser llamado a presentarse ante las autoridades militares, lo que en la época podía implicar estar meses detenido y torturado o incluso desaparecer.
Ya a los 15 años, Figueroa firmó como militante del Partido Comunista, una decisión que adoptó incluso antes de saber que quería estudiar Filosofía en el Pedagógico, actual UMCE. Figueroa empezó a trabajar muy joven, ya en tercer año de universidad y no paró durante una década. Mientras se titulaba de Sicología en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, corría haciendo “horas” en colegios municipales y subvencionados de Puente Alto, Maipú, Santiago, Colina, Macul y La Pintana.
Todo ello quedó atrás cuando comenzó a asesorar al presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo –de quien es cercana- en 2008. Desde entonces han pasado cuatro años y la ex asesora es hoy el principal rostro del sindicalismo en Chile.
La apuesta por la unidad
En diciembre de 2010 hubo un quiebre profundo entre la CUT y los gremios del sector público. Ese año, Martínez negoció con el diputado PS Osvaldo Andrade que éste se retirara de la Sala durante la votación del reajuste para que el proyecto de la época se aprobara ya que no era partidario de dilatar el pago de bonos y aguinaldos asociados al aumento salarial. La determinación se tomó a espaldas del presidente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (Anef) Raúl de la Puente –que buscaba incluir en el tratado una acápite sobre despidos- y los empleados públicos decidieron suspender su pertenencia a la CUT. En 2011, sin embargo, Martínez volvió a negociar, aunque el clima era de desconfianza.
En la Anef y en la CUT coinciden que uno de los principales aportes de Figueroa ha sido ese: establecer puentes de cercanía y mantener a raya las diferencias. “Adentro puede haber diferencias, pero es esencial que al enfrentar una negociación el empleador, que en este caso es el Gobierno, no vea fisuras en las cuales pueda meter una cuña”, asegura Figueroa a El Dínamo.
Así enfrentó su primera gran prueba de fuego. Su gran arma frente a Larraín consistió en hablar a nombre de todo el bloque, la mesa de 14 gremios actuó cohesionada en sus exigencias y en las demandas tras concordar que cada agrupación pelearía después los requerimientos específicos. El gran aliado en esta estrategia fue el coordinador de los empleados públicos, Carlos Insunza, con quien planificaron la movilización del 22 de noviembre y toda la agenda de paros que oportunamente hicieron presente al ministro Larraín para que éste aterrizara una propuesta concreta.
Lo lograron y en un acuerdo que fue calificado de “histórico” por Larraín consiguieron un reajuste de 5% de reajuste salarial para 2013, un bono de término de conflicto, que asciende a $185.000 y un bono de vacaciones de $60.000. Para los sueldos sobre $550.000 líquidos estos bonos son de $92.500 y $42.000, respectivamente.
“Las demandas sociales no las inventaron los estudiantes”
“Nuestra propuesta para los gremios públicos fue elaborar un petitorio transversal, entendiendo que cada gremio negocia después sectorialmente. Ahora, nunca nos interesó marcar distancia de otras negociaciones haciendo todo para llegar acuerdo. Hubo acuerdo porque se acogió en su integralidad los temas del petitorio y porque hay que reconocer que el ministro Larraín tuvo disposición de retomar el diálogo cuando nos retiramos de la mesa”, afirma Figueroa.
La dirigente asegura que la estrategia de cohesión les permitió mostrar una nueva forma de enfrentar a la autoridad, ya que “desde hace años” la CUT no conseguía aglutinar sin diferencias a los distintos gremios. Así construyó una plataforma desde la que pretende emprender otras luchas –como la discusión del salario mínimo en 2013- con la legitimidad que otorga la unidad para plantear las demandas y la fuerza que ello implica la convocatoria a movilizaciones.
En este sentido destaca que ni su partido ni otros fueron relevantes a la hora de cerrar el acuerdo del reajuste porque “este logro fue de los gremios, no del PC”.
-¿Representa usted una voz renovada del sindicalismo, más acorde con los liderazgos ciudadanos, para las demandas sindicales?
– Para la opinión pública soy un rostro nuevo y el sello de gestión también es nuevo, pero yo soy dirigente desde hace bastante tiempo y creo que se debe valorar la experiencia. Desde hace año trabajo con Jaime Gajardo y eso para mí es relevante decirlo porque fueron los gremios los que primero levantaron las demandas que hoy son apoyadas por la ciudadanía. El colegio de profesores desde hace año está luchando por una educación pública de calidad entonces la misión hoy es que los sindicatos y gremios vuelvan a ser representativos porque lo que estamos viviendo –un país cada vez más consciente de sus derechos- exige que tengamos un rol crucial.
-La pregunta apunta a que figuras como Arturo Martínez o el mismo Gajardo no son consideradas por los líderes estudiantiles –que lograron apoyo transversal en sus demandas- como representativas.
-En las primeras manifestaciones no hubo crítica alguna a Jaime y me cuesta entender a quienes dicen que los dirigentes se “colgaron” de los estudiantes porque claro, ellos tuvieron la astucia de presentar sus exigencias de una forma creativa, atractiva y transversal, pero las demandas sociales no las inventaron los estudiantes. Hay mucha gente que por años ha luchado por un país más justo y considero respetable la historia, la tradición.