La trama del último rebencazo de Larraín a Piñera
En medio de la crisis, Larraín le habría ofrecido la testera al saliente ministro de Justicia. Se le hizo ver que el tema tenía complicaciones, pues debe ser ratificado por el Consejo General, lo que opacaría la proclamación de Allamand.
“Nos sacan un ministro y no nos dicen agua va”, se quejaba el mediodía del lunes el hasta entonces presidente de RN, Carlos Larraín, en los pasillos de su partido. Hacía pocos minutos, el vicepresidente de la tienda, Baldo Prokurica acababa de leer una declaración en la que cuestionaba duramente al Gobierno por haber aceptado esa mañana la dimisión de Teodoro Ribera al ministerio de Justicia, renuncia que según altas fuentes de La Moneda fue solicitada por el Presidente Sebastián Piñera y no ofrecida por el abogado constitucionalista.
Como sea, Larraín estaba molesto e incómodo con que Ribera saliera del gabinete producto de los correos que le envió en 2010 el ex presidente de la Comisión Nacional de Acreditación, Luis Eugenio Díaz –procesado por cohecho, soborno y lavado de activos-, solicitándole favores para un sobrino y la contratación entre fines de 2011 y principios del 2012 del abogado como asesor en Gendarmería mientras se tramitaba la acreditación del Incacea, instituto en que la que Ribera tiene el 7,5% de la propiedad.
Larraín atribuía la polémica a una jugada de la izquierda y, dado que Piñera había decidido prescindir del ex rector y dueño de la Universidad Autónoma, durante la mañana de ayer planificó, según sus cercanos, la maniobra que concretó durante la tarde en una reunión extraordinaria de la mesa directiva en el Hotel Marriot: renunciar a la presidencia del partido la que habría ofrecido, aseguran altas fuentes de Renovación Nacional, al saliente secretario de Estado.
Sin embargo, por estatutos, el senador no está en condiciones de designar a su reemplazante por lo que el nombre de Ribera debería ser ratificado por el Consejo General de RN, programado para el 17 de enero y que originalmente estaba citado para la proclamación del candidato presidencial, Andrés Allamand. Por ahora, y si Larraín no revierte su decisión, como esperaba la mesa dirigencial, lo reemplazaría el vicepresidente Francisco Chahuán o Prokurica.
El paso al lado en RN del senador por Valdivia fue el corolario de una jornada de alta tensión en la centro derecha que el titular de Interior, Andrés Chadwick, intentó sin éxito calmar durante todo el día.
Los coletazos de la caída de Ribera
El lunes a las 09.00 horas y cuando la noticia ya había trascendido en los medios, Chadwick se comunicó con Larraín para oficializar que Ribera se había marginado del gabinete porque políticamente su situación era insostenible. Era un golpe previsible, pero aún así le dolió a Larraín quien se contactó telefónicamente con Ribera para pedirle detalles de la situación.
Éste le explicó que el tema ya había sido zanjado el domingo con el Presidente en su residencia y que entregaría su declaración oficial en Palacio tras una nueva cita con el Mandatario. En RN ya estaban al tanto de que el día viernes el ex secretario de Estado había perdido piso político cuando se conoció que, a diferencia de lo sostenido por Ribera, Díaz sí había votado en el proceso de acreditación del Incacea mientras trabajaba para Gendarmería. “Hasta el jueves nos decían que tenía todo el apoyo, después la situación cambió”, comentaba ayer Larraín.
Y aunque en la colectividad nadie dudaba de que Ribera se había equivocado en sus intervenciones públicas, Larraín se contactó durante todo el fin de semana con la vocera de Gobierno, Cecilia Pérez, para intentar frenar una caída que se percibía inevitable. Durante el sábado, además, estuvo en contacto permanente con Ribera. Sin embargo, y tal como adelantó El Dínamo, Ribera ayer renunció a su cargo con declaraciones en las que afirmó que “en las últimas semanas he sido objeto de acusaciones tendenciosas, basadas en hechos inconexos, sin fundamento o sencillamente falsos”. Entonces se desató la crisis en RN.
El parrafito
Tras conocer que Ribera no seguiría en el Gobierno, Larraín tomó dos líneas de acción. En primer lugar, determinó que ni él ni ningún integrante de la mesa directiva asistirían al comité político como una forma de expresar su molestia con el Presidente y para abordar, en un encuentro extraordinario de la dirigencia, los pasos a seguir. En segundo término, decidió que realizarían una conferencia de prensa para cuestionar al Ejecutivo. Así surgió la declaración pública que leyó Prokurica donde se afirmó que “la Directiva de Renovación Nacional deplora lo ocurrido, por cuanto Teodoro Ribera es una persona honrada, con una distinguida carrera profesional y política”.
El ex concejal por Las Condes se encargó de revisar el duro tono del texto, pero además puso especial atención en el párrafo final del documento: “Inmerso como está el país en un proceso electoral que se inicia en condiciones desventajosas para quienes hemos hecho posible el gobierno del Presidente Piñera, resulta singularmente inadecuado sembrar la duda y el desaliento entre quienes han sustentado trabajosamente su labor. Lo ocurrido con Teodoro Ribera no es de buen augurio para el intenso esfuerzo que los próximos meses de trabajo político requieren por el bien de la Patria”, escribió.
“Ese es mi parrafito”, afirmaba ayer Larraín para explicar su preocupación por el escenario parlamentario. Según sus cálculos, con las actuales autoridades regionales, la Concertación podría obtener hasta 70 diputados y, sentenciaba, si se daña “el alma” de las colectividades de centro derecha podrían incluso ganar más escaños.
Ribera representa según el parlamentario precisamente eso: el espíritu de RN al ser un militante histórico.
De ahí el fuerte “rebencazo” que fue de inmediato entendido en Palacio. En cuanto concluyó la conferencia, Chadwick llamó a la directiva a un almuerzo en La Moneda. Acudió la mesa en pleno. En la instancia, Chadwick precisó que nadie dudaba de la “honorabilidad” de Ribera, pero que mantenerlo en el cargo era políticamente inconveniente. Larraín le expresó sus reparos y luego hubo una ronda de quejas por tres cosas 1) La desidia del Gobierno hacia RN; 2)El supuesto desbalance de fuerzas en regiones favorable hacia la UDI y decisivo en las parlamentarias y 3) El poco diálogo con el Presidente Piñera, con quien Larraín no había hablado hacía ya tres semanas. Para solucionar este último punto, Chadwick ofreció para hoy en el Congreso un almuerzo con el titular de Defensa, Rodrigo Hinzpeter. Para Larraín esta interlocución no fue suficiente. Terminado el encuentro en la sede de Gobierno, la directiva decidió realizar una reunión en calma lejos de la prensa: se eligió el Hotel Marriot. Allí Larraín mostró todas sus cartas.
La renuncia
Ante el secretario general Mario Desbordes y los vicepresidentes Cristián Monckeberg, Baldo Prokurica, Juan Pablo Camiruaga y Francisco Chahuán, entre otros, Larraín anunció que dejaría el cargo y planteó que su candidato era Ribera, quien aunque quisiera no podría postular a un cargo parlamentario ya que su marginación del Gobierno se da después de la fecha tope del 16 de noviembre.
De inmediato se le hizo ver que el tema administrativamente tenía ciertas complicaciones y que para que Ribera llegara al cargo debía ser ratificado por el Consejo General, lo que necesariamente opacaría la proclamación de Allamand. Pero más allá de los asuntos reglamentarios, los dirigentes de RN le plantearon que resentirían su partida.
Al concluir el encuentro, Desbordes aseveró que “le hemos pedido al presidente del partido que no renuncie, él ha insistido que mantiene la decisión de renunciar. La verdad es que nos complica a todos porque sentimos que Carlos Larraín es fundamental en el trabajo que se viene. Él está muy tranquilo, su familia muy contenta y nosotros en Renovación muy afectados”, afirmó.
Desbordes dijo que espera “que esto se resuelva, que él finalmente acepte seguir por último poniéndonos un plazo que no afecte el cronograma que tenemos en las primarias”.
En tanto, el senador Francisco Chahuán sostuvo que espera que la renuncia “sea reconsiderada”. “Se vio bastante resuelto, pero como hay desafíos por delante, como hay una primaria por delante que tenemos que ganar con Andrés Allamand, como hay elecciones parlamentarias donde también debemos generar mayorías, esperamos efectivamente que Carlos Larraín reconsidere”, dijo.
La idea de alejarse de la presidencia del partido la viene barajando Larraín desde hace un tiempo por la serie de desavenencias con la administración de Piñera y también por asuntos personales: el año pasado, y por tercera vez, se vio afectado por un cáncer a la piel y además declara sentirse, con 70 años recién cumplidos el 18 de noviembre pasado “cansado” de dar constantemente batallas para que su partido sea “respetado” por el Gobierno.