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8 de Febrero de 2013

Cuti Aste, músico ‘comodín’ y polemista de Facebook: “Me asusta la nueva camada de fascistas”

De la cueca, Bachelet, la radio Moscú y el orgasmo de las chilenas, pasando por la nacionalización del cobre y su propia influencia en la música popular, en entre otros temas, nos habla el músico 'polifuncional' y siempre bien acompañado en entrevista exclusiva para El Dínamo.

Por Juan Sharpe
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Está grabando su segundo disco en solitario, todavía sin título, que espera lanzar en marzo. Vuelve tres años después de lanzar Estatuas de sal, su primer trabajo solista que hizo en su casa, una criatura a la que dedicó mucho trabajo pero que abandonó por sus colaboraciones con Javiera y Los Imposibles, Los Electrodomésticos, las clases y otras aventuras. Ahora aprovecha el ofrecimiento de Cristián Rebolledo, su mecenas en esta aventura, y también alentado por gente como Alfredo Lewin, que considera Estatuas de sal, un trabajo de culto, para aventurarse con nuevas canciones.

Cuti Aste es también un protagonista en las redes sociales. Su cuenta de Facebook es un foro de debate, donde el artista polemiza, descarga sus rabias y descree de la cara bonita de los éxitos chilenos. Ácido y crítico, Cuti repasa la agenda chilena sin desperdicio.

El mito

¿Sobre qué va tu disco?

El primero fue acústico, muy folk, folclore urbano. Ahora hay un poco más de rock y de electrónica pero cada tema es distinto, de texturas variadas. Me gusta explorar y cada canción apunta donde quiere. Hay historias de amor, una canción que se llama Paren de mentir, que la hice viendo el noticiero, para desahogar la rabia por tantas mentiras.

¿En qué consiste la leyenda de Cuti Aste?

Soy un mito. Hay gente que dice que Cuti Aste es el mejor músico de Chile, y la verdad es que no hay ningún instrumento que yo toque bien. En el teclado me defiendo. He grabado con muchas bandas haciendo poco. Tengo el honor de haber tocado con el Tío Roberto, Lalo Parra, los Electrodomésticos, Javiera y Los Imposibles, Los Tres, y con amigos del mundo de teatro, que son de otra especie.

Has tocado mucho con otros, ¿y tu ego de solista?

Me cuesta concentrarme en mi mismo, y no renuncio a las bandas con las que toco.

¿Qué le das a Carlos Cabezas, Álvaro Henríquez, Javiera Parra?

Quizás el buen sentido del gusto, saber hasta donde hay que tocar. La simpleza, no soy virtuoso.

¿Todo empezó con La negra Ester?

 La Negra devolvió el folclore a los chilenos. Hicimos música viva, sencilla, de acordes llanos. Con Los Tres (He barrido el sol ) ocupamos el acordeón que estaba lejos del pop y del rock. Y después en el unplugged de MTV (1995) tocamos acordeón y dos cuecas del Tío Roberto. Sin pretensión, abrí un camino a ese instrumento de los abuelitos. Hasta entonces, Chile había sido escuchado con la música de izquierda, aymara, más nortina, y que consideramos chilena después que les robamos a esos pobre países.

¿Si investigaras la cueca qué encontrarías?

Nadie me ha dicho con certeza de dónde viene la cueca.

La ruta de la cumbia

Acabas de viajar por Africa y América investigando sobre la cumbia.

Como soy comodín, me invitaron a ese proyecto, de Cristóbal Brown, a medias con un italiano al que le llamó la atención que en Chile todos bailáramos cumbia. Y nos fuimos a buscar los orígenes africanos de la música popular en Nigeria y Camerún, desde donde partió la mayoría de esclavos que fueron a dar a Colombia. Después, seguimos el camino de la cumbia desde México hasta Chile.

¿Cuál es el secreto del éxito de la cumbia?

Su gracia es que puedes bailarla como se te antoje. Tiene un pasito cortito de traslado lateral donde se mueven las caderas pero en cada país se baila como cada uno quiere; el paso original es cortito porque estaban encadenados. No es como la salsa que si no sabes la niña te echa de la pista a los cinco minutos y te vas humillado.

Santiago pop

¿Qué recomiendas de la movida musical santiaguina?

Estoy poco actualizado. En la feria del libro de Guadalajara vi a Astro, una banda que me llamó harto la atención. Y están los que todos sabemos: Javiera Mena, Gepe, Manuel García, Chinoy, Pascuala Ilabaca, pero no me entero de la generación de reposición que viene debajo de ellos.

En España dicen que Santiago es la nueva capital del pop. ¿Qué tienen estos artistas?

Me gusta su imperfección. Ninguno tiene una voz perfecta pero el mensaje es tan fuerte que se impone la emoción que se expresa. La gente aplaude esa honestidad, hay mérito en ese gesto.

La onda corta y radio Moscú

 Y tus influencias, ¿qué te abrió el camino?

Influyó una radio y una antena que instaló mi padre. En la onda corta escuchaba radios argentinas, africanas, chinas, y muchos ruidos de las ondas. Y caí en radio Moscú, que transmitía para Chile. Tenía 10 años y empecé a escuchar cosas, supe que existía Colonia Dignidad, cosas que no sabía. La onda corta y los radioaficionados eran el internet de ese tiempo.

 Y se abrió tu mirada política.

Y mi intuición. Radio Moscú me hizo aprender a ver debajo del agua.

¿Qué te parece la canción de nuestros nobles soldados de esta semana?

La gente se espanta con los marinos cantando eso pero todos hacemos lo mismo. En un ensayo si un músico llega atrasado, dice, ‘vengo más atrasado que Bolivia’. Yo tengo fotos de mi abuelo trabajando en Huanchaca, que era Bolivia, así que voy borrando esos seguidores, por huevones.

Cuti político

¿Tu opinión sobre el éxito chileno?

Nos transformaron en un país boutique, un laboratorio de economistas. Caminamos en sentido contrario a la corriente latinoamericana que nacionaliza los recursos, como los derechos de agua, que es una cosa tan básica. Regalar el cobre es ridículo. Prestamos el territorio por poco dinero y en ese sentido somos la puta de Latinomérica. Allende logró que el 75% fuera nacional y gracias a eso han vivido desde Pinochet hasta la Concertación y Piñera. Sin la nacionalización del cobre jamás habríamos salido adelante.

A veces dices que hay mucho fascismo en Chile, ¿dónde está?

Tenemos dos corrientes, los viejos que no van a cambiar, pero también hay una nueva generación de neofascistas, que los veo en Facebook, y algunos son alumnos míos, que son más duros, intransigentes, crueles de lo que pueden haber sido los que lucharon contra la Unidad Popular. Hay pendejos de 20 años, que son anti indígenas y que no saben mirarse en el espejo. Me asusta la nueva camada de fascistas.

¿Esperas a Bachelet?

La centro izquierda no tiene relato ni proyecto, sólo tiene a Bachelet, flotando como una boya en medio del mar. Ella es una mujer dulce, pero durante su gobierno se construyeron más termo eléctricas que nunca.

La canción del orgasmo

También has sido objeto de deseo en la cultura popular chilena.

Tengo bisabuelos de la Liguria, un abuelo alemán nacido en Traiguén, una abuela paterna boliviana mestiza de ojos azules. Eso ayuda. Y el encanto, claro.

¿Cómo ves los cambios femeninos?

Nos pasaron a llevar, tienen el sartén por el mango, aunque sabemos que todavía ganan menos que los hombres, que son discriminadas en muchas cosas, y en otras no. Las veo bien, se han hecho cargo de sus vidas, y más desinhibidas. Ahora exigen su orgasmo, algo que no existía en la época de mis padres, y quizá en la mía tampoco.

 ¿A la altura de qué disco se empezó a exigir el orgasmo?

 Creo que a partir de los ochenta, tendría que citar a Rafaella Carrá: “para hacer bien el amor hay que venir al sur/ y si te deja no lo pienses más, búscate otro más bueno”. Pero las mujeres chilenas lo entendieron 20 años después.

¿Cuál sería la canción chilena que inicia la exigencia de orgasmo?

Humedad, de Javiera Parra.

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