Dos de cada tres deudores volvieron al registro de morosos pese al borrón de la “Ley Dicom”
Un informe elaborado por la Universidad San Sebastián y Equifax, mostró que la mayor parte de los morosos reingresados en un año corresponden a mujeres; Antofagasta es la región con mayor promedio de morosidad, seguida por Magallanes y Los Lagos.
Un estudio elaborado por la Universidad San Sebastián (USS) y Equifax reveló que dos de cada tres deudores que han entrado al registro de morosos durante el último año son reingresados al sistema luego de haber sido beneficiados por el llamado “perdonazo” de la ley 20.575, también conocida como Ley Dicom. De esta forma la cifra de deudores pasó de 1.390.000 consumidores endeudados a 2.300.000.
El informe trimestral igualmente apunta que la mayor parte de los morosos reingresados en un año corresponden a mujeres, según publica La Tercera.
A nivel regional, en tanto, Antofagasta sobresale como la región con mayor promedio de morosidad ($1.776.962),luego vienen Magallanes ($1.429.056) y Los Lagos ($1.419.392).
En este contexto, el decano de la Facultad de Economía de la USS, Hugo Lavados sostuvo que “si el desempleo se mantiene o disminuye y el ingreso promedio se incrementa, la lógica indica que el número de personas en mora debería disminuir, no obstante la información obtenida indica exactamente lo contrario, lo que está directamente relacionado con la entrada en vigencia de la ley 20.575, que significó la salida de los registros de morosidad de más de 2,8 millones de personas”.
A marzo de 2013, la investigación señala que han reingresado a los registros de mora más mujeres que hombres, tanto en términos absolutos como en términos relativos. Pese a esto, el promedio de deudas impagas de mujeres es considerablemente menor que el de los hombres, lo que se explica por las diferencias laborales y demográficas, que revelan una brecha en la capacidad de endeudamiento entre hombres y mujeres.
Dada la proporción de mujeres con cuotas impagas, el informe infiere que un porcentaje de ellas con ingresos muy bajos o cero, tienen acceso a créditos. Un fenómeno que se repite de cara a los estudiantes de ambos sexos.