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23 de Agosto de 2013

[Fotos] Buen ejemplo: Mercado de trueque mexicano cambia basura por comida

La iniciativa surgida en marzo de 2012 permite cambiar residuos electrónicos, papel y cartón, plástico, vidrio, “tetrapack”, aluminio, latas de hierro, HDPE y PET, polímeros plásticos empleados en tuberías o contenedores y en fibras textiles, o envases de comida por productos agrícolas de “comercio justo”.

Por EFE
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Una iniciativa del gobierno de la capital de México busca concientizar a los ciudadanos sobre la importancia del reciclaje. ¿la fórmula? Un Mercado de Trueque en el que se canjean los residuos inorgánicos por productos agrícolas de “comercio justo”.

Elisabeth Valenzuela, de 37 años y que acude por primera vez en esta su 17º edición, afirma desde la fila de entrada que, al menos con ella, sí ha funcionado, al igual que parece haberlo hecho con Teresa y Dolores Guadarrama, quienes tampoco reciclaban antes mucho pero que acuden ya por quinta vez.

Las dos hermanas creen que este programa es “un granito de arena” y que, “si se mantiene por mucho tiempo, es muy útil (…). Te haces responsable del consumo que existe”.   Y agregan que “a partir de esto creas conciencia. Ves cuánta basura generas: enormes cantidades”. 

Según cifras de la Secretaría de Medio Ambiente del Distrito Federal, se producen en la ciudad en torno a 12.000 toneladas de desechos diarios, de los cuales solo se recicla el 12%.

“El objetivo del programa es que la gente valore, separe sus residuos. Y, además, apoyamos a los productores locales”, informó Liliana Balcázar, subdirectora del Centro de Educación Ambiental del Gobierno de la capital y responsable del Mercado de Trueque.

Para que se lleve a cabo el reciclaje, Balcázar afirmó que la Secretaría de Obras y Servicios tiene por toda la ciudad “contenedores grandes con 5 o 6 secciones para separar diferentes tipos de residuos”.

Sin embargo, la mayoría de los asistentes al mercado negaron que existan suficientes facilidades para reciclar en las casas y en los barrios de la ciudad, y explicaron que “está complicado” y que cada uno tiene que “conseguir el modo de almacenar”.  

La subdirectora aseguró que las 12.000 toneladas de basura generada han disminuido, si bien aclaró que “hay que esperar a que se emitan los informes correspondientes del Gobierno” para comprobar con exactitud esta reducción.  

Esta iniciativa, llevada a cabo una vez al mes desde marzo de 2012, bajo la anterior administración y que continúa con la nueva, ha recogido unas 240 toneladas de residuos llevados por alrededor de 30.000 personas, según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y a falta de publicarse las cifras de las dos últimas ediciones.   Las cifras muestran también un descenso, de 2012 a 2013, de 546 asistentes y 4,22 toneladas de media por edición.  

“Hay que ver los datos para saber cómo es la lectura. Pero lo que sí te puedo decir con toda certeza es que el mercado tiene mucha mayor demanda (…) y estamos trayendo mayor producto agrícola”, responde Balcázar, que señala cómo algún contenedor está ya lleno a las 10:30 horas de la mañana, cuando antes ocurría al mediodía.  

Otro indicativo de esa amplia demanda son las largas filas de ciudadanos que, desde las 5 de la mañana, tres horas antes de la apertura de las puertas, llega para cambiar sus residuos.    

¿Cómo funciona?

Este proyecto de reciclaje comienza sobre las 5:00, cuando trabajadores de la empresa Servicios Ecológicos Xochimilco (Secolx) empiezan a preparar los productos agrícolas, procedentes del sur de la capital y por los que se canjearán los residuos.

Éstos incluyen residuos electrónicos, papel y cartón, plástico, vidrio, “tetrapack”, aluminio, latas de hierro, HDPE y PET, polímeros plásticos empleados en tuberías o contenedores y en fibras textiles, o envases de comida. Todos deben ir limpios, ocupando el menor espacio posible y separados según el tipo.  

Cuando se abren las puertas a las 8:00, unos moderadores van dirigiendo a los asistentes a las 20 mesas de filtro, donde los trabajadores del mercado revisan el contenido y lo pesan (excepto los electrónicos), adjudicando un número de “puntos verdes” en función del peso y el tipo de residuo.  

Una vez pesado, el ciudadano se dirige con su recibo a los puestos de comida, donde una gran variedad de productos están esperando a ser elegidos, si no se han agotado aún, lo que le sucedió primero a las patatas, el cilantro o el perejil, en esta última edición de julio.  

Quesos, acelgas, dulces, rábanos, brócoli, mole y plantas como el chilacayote, huazontle y verdolaga, son algunos de los productos que la empresa Secolx vende a la Alcaldía de la capital como “comercio justo”.  

Los residuos, por su parte, siguen su camino y atraviesan una lona, al otro lado de la cual, ocultos al público, trabajadores de la empresa Recupera, como Carolina, envasan cada tipo de residuo en sacos o costales, a cambio de la comida y un salario extra por el día completo, desde las 7 de la mañana hasta que terminen.  

Esos sacos serán depositados en contenedores. Antonio Rivas uno de los encargados de estos contenedores, relata que los empleados cobran por este trabajo de 300 a 500 pesos (24 a 40 dólares), por una jornada de entre 10 y 15 horas. Un salario que puede llegar hasta los 1.000 pesos (80 dólares) en el caso de gerentes y encargados. 

Estos contenedores se transportarán en camiones rumbo a la fábrica de la empresa Recupera, donde los residuos serán tratados y reciclados para su posterior reutilización.  

Los residuos electrónicos, sin embargo, siguen un camino distinto: no se canjean en función del peso sino de la cantidad y de si son objetos electrónicos, cableado o dispositivos móviles, y es la empresa Proambi quien los recoge.  

“Nosotros no le pagamos ni un peso a las empresas. El beneficio para ellos es que están acopiando el residuo que ellos trabajan, que van a reciclar”, aclara Liliana Balcázar, quien explica que quienes participan en el mercado por parte del Gobierno del Distrito Federal son voluntarios que reciben una playera, una gorra y la comida.  

La subdirectora añade que este es “un proyecto integral”, basado en un programa de basura por comida en Brasil, y que tiene “muchos beneficios ambientales claros y concretos”, además de “la participación ciudadana”.  Mientras tanto, el programa “Reciclando basura por alimentos”, de similar planteamiento, se desarrolla en varias ciudades del también estado mexicano de Quintana Roo. 

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