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15 de Enero de 2014

¿Con o sin timerosal? El debate que divide a expertos sobre el uso de mercurio en vacunas

El proyecto de ley que prohíbe las vacunas con timerosal, que se vota hoy en el Congreso continúa suscitando fuertes argumentos a favor y en contra. "Aquí no hay blancos y negros", señala uno de los expertos consultados.

Por Daniel Jeria
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Para este miércoles está fijada la votación en tercer trámite del proyecto de ley que prohíbe el uso del timerosal en los programas de vacunación a niños, embarazadas y adultos mayores. Esta esa es la última votación que deberá enfrentar el proyecto para convertirse en ley, y todo apunta a que conseguirá el respaldo necesario para ello. Incluso el diputado DC René Saffirio –uno de los impulsores del proyecto– no descarta la posibilidad de que la aprobación del proyecto sea unánime.

Ante la inminente aprobación, se espera que el ministerio de Salud invoque un veto presidencial para revocarla, y podría incluso llegar a impugnar la legislación ante el Tribunal Constitucional.

Los efectos de este compuesto y su uso en vacunas es actualmente un debate en el  que la mayoría de la población está escasamente informada, y en en el que de un lado a otro se lanzan gran cantidad de papers o e investigaciones, generando una discusión prácticamente imposible de discernir para una persona no especializada en la materia.

De todas maneras, en la opinión pública se ha instalado una duda que puede traer graves consecuencias: ¿Son seguras las vacunas chilenas?

El timerosal

No todas las vacunas utilizadas en el Programa Nacional de Inmunización contienen timerosal. De hecho, la doctora María Teresa Valenzuela, presidenta de la Comisión Asesora de Vacunas y Estrategias de Inmunización (Cavei), y ex directora del Instituto de Salud Pública (ISP), señala que sólo una de las vacunas utilizadas en el mencionado Programa y admitida por el ISP contiene timerosal.

Esta es la vacuna pentavalente, que protege contra difteria, tétanos, tos convulsiva, hepatitis B e influenza. El uso de este compuesto –explica la experta– resulta fundamental para poder combinar estas cinco vacunas en una sola inyección. De acuerdo con el calendario de vacunación vigente, la pentavalente se aplica a los bebés a los 2, 4, 6 y 18 meses de vida.

Como consignan los registros del ISP, la vacuna pentavalente contiene seis microgramos de timerosal, lo que sumando, implica la administración de un total de 24 microgramos de timerosal en un lapso de 16 meses, un índice aceptable dentro del máximo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El timerosal es un compuesto organomercúrico que contiene mercurio en un 49,6%. Se utiliza para preservar y proteger a las vacunas de bacterias y hongos que podrían corromperlas. De esta manera, facilita las condiciones de manipulación de las vacunas y permite implementar multidosis, es decir, una presentación que contiene varias dosis de la vacuna, algo ciertamente conveniente en campañas de vacunación masiva.

El mercurio, de todas maneras, es uno de los elementos más tóxicos para el ser humano; ataca el sistema nervioso central y produce un efecto acumulativo, es decir, un contacto prolongado en el tiempo puede producir efectos igualmente nocivos que una alta dosis unitaria.

Dentro del cuerpo, el timerosal se descompone en etilmercurio. El destino que sigue este compuesto en el organismo es lo que en el fondo origina la controversia.

El doctor Enrique Paris, Presidente del Colegio Médico además de toxicólogo y pediatra, señala que el etilmercurio tiene “una vida-media corta”, es decir, no resulta nocivo ya que no se convierte en mercurio en su estado puro, y es eliminado por el cuerpo uno o dos días después de la vacuna. Esta postura es respaldada también por la Sociedad Chilena de Perdiatría, y es el principal argumento sobre la inocuidad del timerosal.

Los cuestionamientos a esta tesis son también la piedra angular de quienes han impulsado el proyecto de ley que prohíbe el timerosal en las vacunas.

Los “daños incalculables”

Por su parte, Carmen Gloria Chaigneau es Directora de Bioautismo, organización que agrupa y asiste a padres de niños que padecen algún grado de autismo. Ha ido formándose como experta en la materia, tanto por su trabajo en la fundación como por la demanda que lleva contra el Estado, de quien exige una indemnización por el autismo que sufre su hijo, el que habría sido causado por una intoxicación con mercurio al ser vacunado.

Según afirma la directora de Bioautismo, el daño que causa el timerosal en el desarrollo neurológico de un niño “depende de cuántos de esos 6 microgramos [en la vacuna pentavalente] entren en el cerebro, y cómo se distribuyen en el cerebro”. Los trastornos neurológicos causados por el timerosal –continúa Chaigneau– abarcan una amplia gama que va desde el autismo hasta el déficit atencional, la hiperactividad e incluso algunas alergias.

Por esta razón Carmen Gloria afirma que los daños son “incalculables”, y añade que en la actulidad uno de cada seis niños presenta trastornos de conducta –un aumento considerable con décadas pasadas–, y responsabiliza al timerosal como el “factor gatillante” de estos problemas.

Siguiendo así su razonamiento, cualquier persona de nacida desde los años ’80 en adelante (fecha en que se comenzó a vacunar con timerosal a menores de 6 meses) podría haber visto su desarrollo neurológico afectado por el compuesto. Esta es, sin embargo, sólo una de las múltiples teorías que intentan explicar el aumento sostenido de trastornos de la conducta en infantes desde esa fecha.

Bioautismo señala que existen en la actualidad preservantes iguales o mejores que el timerosal, entre los que se cuentan el fenoxietanol, mucho más inocuo.

La postura internacional

Sin embargo, una revisión rápida de la literatura sobre la toxicidad del timerosal pone a Bioautismo en una posición aparentemente minoritaria. La Organización Mundial de la Salud señala que “estudios epidemiológicos bien diseñados en muchos países no han podido hallar una relación causal entre la exposición prenatal, neonatal o posnatal al tiomersal en vacunas y consecuencias neurofisiológicas, incluyendo al autismo”. Añade además que “el pequeño número de estudios que sugiere esta asociación ha tenido fallas significativas en su diseño y suposiciones, invalidando así sus conclusiones”

En la misma línea se han pronunciado a nivel internacional la FDA –organización encargada de velar por la seguridad de los fármacos en EEUU– y la EMEA, que hace lo propio en Europa. Ambas coinciden con la OMS en descartar una relación entre el timerosal y trastornos neurológicos.

Añaden además que los preservantes alternativos, tales como el mencionado fenoxietanol, “interactúan de formas impredecibles con las vacunas existentes”, o incluso, como plantea la presidenta de Cavei, otorgan una protección más débil y de menor duración: “no existe actualmente en el mundo la capacidad tecnológica para retirar el timerosal sin perder en capacidad de inmunización”, concluye.

La ley

El proyecto de ley que prohíbe las vacunas con timerosal fue ingresado en 2010 por los diputados René Saffirio (DC), Enrique Accorsi (PPD) y Cristina Girardi, siendo esta última su principal impulsora, siendo acompañada por Bioautismo.

El proyecto ha generando un amplio respaldo de todos los sectores, siendo incluso aprobado por unanimidad en la Cámara de Diputados en su primera votación.

Aunque inicialmente el proyecto fue respaldado por el ministro de Salud –comentan los diputados Saffirio y Accorsi–, al poco tiempo Mañalich se convirtió en un férreo opositor a la normativa, llegando incluso en agosto de 2013 a amenazar con demandar a la diputada Cristina Girardi por promover el proyecto de ley: La insistencia de los parlamentarios la encuentro extraordinariamente grave, porque ellos siguen sembrando una duda que, en mi opinión, constituye un delito contra la salud pública respecto a nuestro programa de vacunación”.

Ninguno de los diputados pudo explicar las razones para este cambio de opinión en el ministro Mañalich.

El Dínamo intentó contactarse el subsecretario de Salud Pública del ministerio de Salud, sin embargo este indicó que no se pronunciaría sobre la materia sino hasta la revisión del proyecto hoy en la comisión de Salud de la Cámara.

La doctora María Teresa Valenzuela del Cavei, por su parte, explica que “una ley contribuiría a rigidizar un programa nacional de vacunación reconocido nacional e internacionalmente”, y que la discusión e investigación especializada sobre la materia está aún en curso, por lo que “los estudios avanzan demasiado rápido como para legislar sobre la materia”.

Una opinión que ya manifestaba el senador Jovino Novoa (UDI) en diciembre pasado, cuando el proyecto de ley fue aprobado por el Senado: Corresponde al mundo científico analizar los efectos que podrían tener las vacunas con mercurio en la salud humana, lo que ya ha sido debatido sin alcanzarse consenso por más de 40 años. “No nos corresponde a nosotros analizar este tema”.

Además, agrega la doctora, el retiro del timerosal no sólo haría menos efectiva la inmunización de los lactantes, sin que también supondría el problema logístico de alterar todo el calendario de vacunaciones.

Quienes apoyan el proyecto esgrimen como su principal bandera el llamado principio precautorio, que en este caso supone que mientras no exista un consenso mayoritario en la comunidad científica respecto de un tratamiento o compuesto, se debe suspender su uso, sin perjuicio de que una revisión posterior demuestre que las precauciones tomadas eran innecesarias. No es sino una aplicación más técnica de una frase que abunda entre los profesionales de la salud: “es mejor prevenir que curar”.

Ese es el argumento del presidente del Colegio Médico para haber apoyado la prohibición del timerosal. El doctor Paris –quien puntualiza que su opinión es personal y no representa necesariamente la de su gremio– reconoce que “hay que hacer valer el principio precautorio”, ya que las dudas científicas aún prevalecen: “en medicina no se pude ser blanco o negro. Esta situación puede cambiar a medida que avancen las investigaciones”.

Pero antes de cortar el teléfono, el doctor agrega una frase que tangencialmente trae a colación nuevamente a la industria farmacéutica: “Cuando hay conflictos de interés, los médicos que tienen conflictos de interés deberían declararlos”.

Los organismos internacionales coinciden en no establecer una relación causal entre las vacunas con timerosal y los trastornos neurológicos diversos, pero también  coinciden en un siguiente punto: “ la FDA continúa sus esfuerzos tendientes a reducir o remover el timerosal de todas las vacunas existentes”, “el desarrollo de vacunas sin timerosal o con los más bajos niveles posibles de timerosal y otros preservantes con mercurio debería seguir siendo promovido”.

En términos simples, las organizaciones que aseguran que el timerosal es perfectamente seguro, de todas maneras promueven que sea borrado de las vacunas. ¿Principio precautorio? Es muy posible.

Claro que, ante la plena seguridad de que una vacunación deficiente de la población causaría el retorno de graves epidemias hoy casi olvidadas, la duda sobre los eventuales daños del timerosal –aún no del todo comprobados– se plantea como razonable. El argumento con que  la OMS defiende el timerosal especialmente en el caso de países del tercer mundo, donde no existirían las condiciones económicas ni técnicas para privilegiar el uso de vacunas monodosis, es que no requieren preservantes, pero tienen un precio más alto y son de más difícil conservación.

Al igual que en Chile, en los países desarrollados son muy pocas las vacunas que contienen timerosal (por no decir ninguna), sin embargo sólo en Chile se ha considerado la posibilidad de prohibir por ley el uso de este compuesto.

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