Cuando las estructuras colaboran
Por Bárbara Barreda, Directora de Ciudad Emergente
¿Cuando Leonardo da Vinci dibujó su puente autoportante, habrá imaginado que 500 años después, este sistema seguiría siendo considerado algo novedoso?
Entre las muchas investigaciones realizadas por el “artista” están sus avances en el estudio sobre la reciprocidad de los elementos. Quizás, el ejemplo más representativo de estos estudios geométricos y estructurales, se manifiesta en su puente del Códice Madrid de Da Vinci, donde desarrolla un puente auto-soportante con fines militares.
El concepto de reciprocidad de elementos se refiere a un grupo de componentes soportados entre sí en un circuito cerrado. De esta manera, cada componente se “autosustenta” apoyándose en otro, teniendo la capacidad de generar superficies y salvar luces muy superiores a las longitudes de sus componentes ya que se estabiliza a partir de la disposición geométrica y la relación entre sus elementos sin necesidad de elementos externos para ser soportados. Por otra parte, esta técnica permite diseñar una infinita variedad de geometrías pudiendo responder así a diversas necesidades y programas arquitectónicos.
La lógica de estructuras recíprocas se ha utilizado en la arquitectura japonesa y china desde principios del siglo XII. Sin embargo, en nuestra cultura occidental es poco lo que conocemos de este tipo de sistemas.
Siendo Chile un país que nos obliga a estar constantemente lidiando con catástrofes naturales, podría pensarse en este tipo de técnicas estructurales como respuesta a la necesidad de una solución rápida de autoconstrucción de casas y equipamientos. Si bien se trata de sistemas geométricamente complejos, éstos están compuestos por elementos lineales sumamente sencillos y que pueden ser fácilmente replicados y construidos considerando recursos limitados, tal como lo hizo Da Vinci.
Las uniones entre los elementos de estructuras recíprocas generalmente pueden llevarse a cabo simplemente por presión, fricción y gravedad, sin necesidad de complicadas conexiones mecánicas que demanden mucho tiempo de montaje.
¿Porque complicarse entonces y no simplemente pensar en las uniones como simples ataduras entre elementos, entallas, clavos o tuercas en las puntos de contacto? En este tipo de sistemas inteligentes es el propio peso de sus elementos el responsable de mantenerlos unidos. Suena revolucionario pero en la práctica se trata de una solución simple y económica.
500 años después de Da Vinci la lógica colaborativa de las estructuras sigue dando que hablar. Sin ir más lejos, el colectivo Ciudad Emergente se encuentra diseñando para el Festival Internacional de Innovación Social fiiS, a desarrollarse a fines de octubre en Santiago, una serie de estructuras colaborativas en base a componentes lineales de madera y colihue. En este contexto se pretende exhibir métodos de construcción no convencionales y económicos, utilizando materiales locales y sustentables. La idea es presentar sistemas arquitectónicos complejos y escultóricos pero fáciles de replicar por cualquier persona y en cualquier contexto geográfico, económico o social. Santiago se vestirá de fiesta para disponer y dar a conocer de forma simple y accesible como las estructuras también colaboran.