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2 de Abril de 2014

'Lady Chimpancé' cumple 80 años: La historia de la primatóloga Jane Goodall

Más allá de la fama que la estudiosa ha adquirido por su labor, la mirada que ella tiene de su carrera es crítica. "La situación de los monos es mucho peor que hace 50 años", asegura y subraya cómo el hombre provocó gran daño con la caza y la explotación de la selva en la cuenca del Congo.

Por Redacción
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La chimpancé Wounda está ansiosa por salir del pequeño cobertizo. Cuando abren las puertas, la mona, recién curada tras haber estado gravemente enferma, salta de la jaula directo al cuello de una mujer mayor. Antes de ser liberada vuelve a abrazar a su salvadora. La imagen de afecto a toda prueba, emociona.

La salvadora es ni más ni menos que la primatóloga británica, Jane Goodall, quien ha hecho más que nadie por el bienestar de los chimpancés, y que este jueves cumple 80 años.

Pero más allá de la fama que la estudiosa ha adquirido por su labor, la mirada que ella tiene de su carrera es crítica. “La situación de los monos es mucho peor que hace 50 años”, asegura y  subraya cómo el hombre provocó gran daño con la caza y la explotación de la selva en la cuenca del Congo.

Los estudios de campo fueron los responsables de despertar el “amor por los monos” de Jane a lo largo de una historia no exenta de tintes novelescos. En 1957, después de realizar una formación como secretaria en Reino Unido, decidió lanzarse a la aventura. Viajó a Kenia, donde llegó a la oficina de Louis Leakey, que investigaba el origen de la humanidad.

“Mi madre no se reía de mi sueño africano, pero todos los demás sí: porque no teníamos dinero, porque África era el continente oscuro y porque yo era una niña”, recordó.

Leakey envió a tres jóvenes mujeres a la selva para observar a los monos. El científico quería obtener información sobre los familiares más cercanos del hombre. Goodall era responsable de los chimpancés en la reserva de Gombe, en Tanzania. Ese fue su primer contacto con los animales, después del chimpancé de peluche que recibió de regalo para su primer cumpleaños.

En las primeras observaciones que hizo por encargo de Leakey obtuvo datos que revolucionaron la investigación sobre primates. Fue la primera en descubrir que los chimpancés comen carne, que se comunican entre sí, que expresan sus sentimientos y que pueden utilizar herramientas. “Cuando conoces chimpancés conoces personalidades individuales”, dijo alguna vez la británica.

Goodall, joven y atractiva, supo perfectamente cómo convertirse en el centro de atención. Los canales de televisión estaban ansiosos por contar la historia sobre la rubia británica y sus monos. “Mi trabajo fue tan reconocido a nivel mundial porque los chimpancés llaman la atención, porque son tan parecidos a nosotros y tienen tanto para enseñar”, dijo la investigadora sobre su carrera.

En 1962 fue aceptada para realizar un doctorado en la Universidad de Cambridge, a pesar de que nunca había estudiado antes. Con su libro The Chimpanzees of Gombe – Patterns of Behaviour, Goodall se destacó como investigadora. Y de científica se convirtió en activista. La hija de un ingeniero y una escritora de Londres ganó numerosos premios internacionales por sus proyectos e invirtió el dinero en el Instituto Jane Goodall, que fundó en 1977. “Debemos cuidar a los bosques y frenar la contaminación del agua, el aire y la tierra”, reclama.

Aun a su edad, Goodall sigue siendo incansable: hace presentaciones y recauda fondos para sus numerosos proyectos. Uno de los más conocidos es la acción Roots and Shoots (raíces y brotes), creada en 1991 con estudiantes en Tanzania y con la que a fines de 2013 visitó Chile. Entre tanto hay ya más de 10.000 grupos en 136 países que participan en proyectos ecológicos y sociales a nivel local.

“Los jóvenes que están informados sobre los problemas del futuro tienen toda la fuerza para dar una mano y muestran una increíble energía y disposición“, dice Goodall.

Entre sus proyectos están también la estación de acogida de chimpancés Tchimpunga en el Congo. Allí son atendidos animales enfermos y abandonados, hasta 150 por vez. Y en cuanto se encuentran nuevamente sanos son liberados en una isla cercana. “Espero que podamos conseguir el dinero necesario para que todos puedan disfrutar de su libertad”, dice Goodall. Tal como ocurrió con Wounda.

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