Conoce el lado ambientalista de Gabriel García Márquez
El recién fallecido escritor y periodista además fue integrante del Grupo ecologista de los Cien (G-100), formado en México por cien artistas e intelectuales en 1985 con el objetivo de luchar contra la contaminación y el medio ambiente.
El recientemente fallecido escritor colombiano Gabriel García Márquez y Nobel de Literatura, también dedicó en numerosas ocasiones su oratoria y su pluma para hablar de la naturaleza y defender el medio ambiente.
Sólo basta con acudir a las páginas de biografía “Vivir para contarla” para ver como definía a su natal Aracataca: “un lugar bueno para vivir, donde se conocía todo el mundo, a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. Al atardecer, sobre todo en diciembre, cuando pasaban las lluvias y el aire se volvía de diamante….”
Y es que al autor de obras como “La Hojarasca”, “Cien años de soledad”, “El coronel no tiene quien le escriba” o “Memoria de mis putas tristes” por citar solo algunas, el tema le preocupaba. Y en los 90 durante el II Foro de Reflexión de la UNESCO, García Márquez insistió en que la ecología debía ocupar a los intelectuales reunidos en aquella jornada.
Citando al semiólogo y escritor italiano Umberto Eco, Gabo señaló en aquella cita que “no hay que perder tiempo y dinero tratando de hacer ecólogos a los adultos, porque ya los grandes somos depredadores”.
Parte de los 100
Y no solo eso. El escritor y periodista era además integrante del Grupo ecologista de los Cien (G-100), formado en México por cien artistas e intelectuales en 1985 con el objetivo de luchar contra la contaminación y el medio ambiente.
En 1988, el Grupo exigió al Gobierno mexicano información “transparente y honesta” sobre un supuesto accidente en la planta nuclear de Laguna Verde.
También en esa década, el escritor hizo un llamamiento para salvar la Bahía de Cartagena de Indias, denunciando el grado de contaminación de las aguas de Cartagena “es de los más altos y más peligrosos del mundo”; sin embargo, añadió, que “estamos todavía a tiempo de salvarnos”.
Pero es que en su literatura, donde la naturaleza se revela poderosa a ratos como una protagonista más.
“La casa se llenó de amor. Aureliano lo expresó en versos que no tenían principio ni fin. Los escribía en los ásperos pergaminos que le regalaba Melquíades, en las paredes del baño, en la piel de sus brazos, y en todos aparecía Remedios transfigurada: Remedios en el aire soporífero de las dos de la tarde, Remedios en la callada respiración de las rosas, Remedios en la clepsidra secreta de las polillas“, escribía en “Cien años de soledad”.
En la misma obra el escritor transforma casi en mito a las mariposas amarillas, su color favorito: “Fue entonces cuando cayó en la cuenta de las mariposas amarillas que precedían las apariciones de Mauricio Babilonia. Las había visto antes, sobre todo en el taller de mecánica, y había pensado que estaban fascinadas por el olor de la pintura. Alguna vez las había sentido revoloteando sobre su cabeza en la penumbra del cine. Pero cuando Mauricio Babilonia empezó a perseguiría, como un espectro que sólo ella identificaba en la multitud, comprendió que las mariposas amarillas tenían algo que ver con él…”.
En Colombia, hoy es una tradición liberar a estos insectos en celebraciones como bodas o cumpleaños.
García Márquez murió el pasado jueves a la edad de 87 años en su residencia de la capital mexicana, en la paz del hogar que habitó durante los últimos años. El viernes sus restos fueron cremados y este lunes se llevará a cabo una ceremonia fúnebre en el Palacio de las Bellas Artes del DF, con presencia de música clásica, vallenato y por supuesto, flores amarillas.