Directora del Liceo Carmela Carvajal y fin a la selección: "Es una reforma sin contenido"
Marcela Ahumada se hizo cargo hace poco más de un año de uno de los liceos emblemáticos de Santiago y dice no entender el cambio que pretende al Gobierno al eliminar la selección de estudiantes. Teme que la ciudadanía sienta que ello afectará la calidad de esos establecimientos y con ello se eche abajo unos los pocos bastiones que quedan de la educación pública de calidad.
El Liceo Carmela Carvajal de Prat es uno de los 11 establecimientos llamados “emblemáticos” de Santiago. Un liceo orgulloso de su origen – en 1961- y sobretodo de sus logros. Una vitrina con centenares de trofeos y diplomas flanquea la entrada que lleva a las oficinas administrativas. En una de ellas se ubica la directora del establecimiento, Marcela Ahumada, quien hace poco más de un año se hizo cargo del destino de las casi dos mil alumnas, de séptimo básico a cuarto medio que se forman en la institución. Una reproducción de la viuda del héroe nacional destaca sobre el fondo de una dependencia pequeña y sencilla.
Desde hace varios años este liceo de Providencia utiliza un método de selección de sus estudiantes, mediante una prueba escrita, que, en sintonía con sus pares, es la forma que han adoptado para hacer frente a la excesiva demanda que poseen. Esta situación podría cambiar pronto, de concretarse el anuncio del ministro de Educación Nicolás Eyzaguirre de poner fin a la selección de estudiantes.
Marcela Ahumada intenta ser cauta al respecto. Recalca que se trata de un anuncio, que no hay una política estructurada ni datos concretos sobre cómo se va a desarrollar. “El gran deber ser de la Educación Pública es la igualdad de oportunidades para todos y todas, con gratuidad, sin lucro, y sobretodo de calidad. Este último es un elemento que parece que se olvida en el contexto de los discursos, porque los movimientos estudiantiles y la ciudadanía en general está manifestándose hace ya más de 7 años por una educación de calidad que además sea para todos y todas, inclusiva, y respetuosa de todas las garantías”, dice.
-La propuesta del Gobierno apuntaría a nivelar la cancha, a generar equidad y una mejor integración escolar.
Insisto todavía no existe un plan concreto que me diga a mí como directora hacia donde vamos a ir en el futuro en la educación pública, una claridad de cómo se aplicaría este plan en las escuelas. Nadie puede estar en desacuerdo con que las escuelas públicas sean para todos, pero ¿qué implica eso? O de que otro modo, ¿cómo hacemos que liceos que han logrado mantenerse en el tiempo a pesar de muchas cosas, y con buenos resultados, sigan haciéndolo? ¿Vamos a arriesgar esos buenos resultados por políticas a medias? Para mí, esto es de cuidado.
-Los liceos emblemáticos parecen ser el último bastión de una educación pública de calidad, pero también se les acusa de elitistas y de favorecer en su ingreso a personas con mejor situación sociocultural.
Bueno, hay distintas interpretaciones al respecto. Uno podría decir que al haber selección académica no es para todos, pero aquí está el abanico completo de la ciudadanía. Tenemos hijos de ingenieros y doctores, e hijos de trabajadores y obreros. Lo que antiguamente la educación pública contenía en todos sus liceos, se mantiene en éste. Eso de por sí ya es una garantía de democratización y de apertura. Acá en el Liceo tenemos más del 60% de niñas vulnerables, por lo tanto podemos decir que apunta a un rango socio-económico abierto.
-Pero la selección ya de por si hace una diferenciación.
¿Qué se ha usado hasta la fecha para dialogar con la cantidad de postulantes que llegan y la cantidad de vacantes? Los procesos de selección académica. Y hasta ahora estos colegios han puesto el tono en el mérito. Eso de por sí a mí me parece valioso, ya que no siempre el mérito en este país da garantías de obtención de un puesto de trabajo, por ejemplo. Por lo tanto, aunque podría no calzar con la idea del Gobierno de la cobertura general, aún tiene un valor para nosotros porque todavía no hemos sanado de una diferencia social que no está fundamentalmente dada por las escuelas sino que por la misma estructura de libre mercado que tenemos a nivel nacional, con bolsones territoriales donde tenemos mayor riqueza y otros donde tenemos mayor pobreza. La escuela no es más que una representación de nosotros, no es que la escuela reproduzca esa diferencia.
-Algunos impulsores de la medida hablan de equidad, pero también de calidad. Que los colegios debieran ser más abiertos a recibir otras realidades y demostrar así su excelencia. Es decir, también tener alumnos no tan buenos y sacarles sus potencialidades.
Yo estoy convencida de que en el caso del Liceo Carmela Carvajal, y en todos los emblemáticos, el tema central es la cultura de las ‘altas expectativas’. Eso hace que logremos los resultados que tenemos. Las niñas que llegan a este liceo saben que acá se les va a dar una educación de mayor calidad que en otros, y viene con una disposición hacia el estudio. Y los padres traen esa misma disposición de apoyo a los estudiantes, y los profesores saben que los estudiantes vienen a estudiar. Ergo, un círculo virtuoso. respecto a tu pregunta, ¿cuál es el sentido de demostrar si los profesores son o no capaces en un estándar u otro? No entiendo que hay detrás de ese cuestionamiento. ¿Nos vamos a dar cuenta hoy que necesitamos una relación numérica de alumnos que sea pertinente de ser atendida? ¿O simplemente vamos a sacar la selección por un tema de que el discurso nos acomoda y sin haber hecho lo que las escuelas necesitan para mantenerse?
-¿Y qué necesitan?
Modificaciones. Por ejemplo, al Estatuto Docente. Necesita la relación numérica en sala, y necesitaríamos infraestructura, recursos, para que la enseñanza que se hace hoy en las escuelas, que tiene un carácter academicista y tradicional, pase a tener diferenciaciones metodológicas para atender la diferencia de los estudiantes. Falta trabajo para poder hacer que estos colegios mantengan un ritmo como el que tenemos hoy, con desafíos que no tenemos las capacidades profesionales para asumir. En este liceo, por ejemplo, no tengo sicóloga. Entonces ¿cómo voy a atender esa diferencia con calidad y responsabilidad profesional?
-Este cambio, ¿está en sintonía con la realidad que viven los establecimientos emblemáticos?
Si pudiera dibujar la educación como una mesa de 4 patas, acá están faltando algunas. Faltan inversiones y falta una intención más profunda en los cambios. Si van a haber cambios, bienvenidos sean, todos estaríamos contentos de que se mejorase lo que hay. Que no solo el Liceo Carmela Carvajal existiese, sino que otros iguales en todo Chile pudieran tener estándares de calidad y de trabajo para que los niños pudiesen ser bien atendidos.
-¿Cree que han predominado los eslogans en las reformas anunciadas?
Sí, aún no tenemos nada en concreto, por lo que estamos al nivel de un bonito discurso. Lo que falta es ver cómo se va hacer, que va a implicar, cuáles son los pasos a seguir, cuáles son los desafíos profesionales que vamos a tener. Eso todavía está en la nebulosa, y por eso creo que se trata de un anuncio sin contenido.
-Si se concreta este sistema, ¿cómo debiera ser la nueva elección de alumnos?
No lo tengo claro, porque no se qué se está persiguiendo. Si pensáramos en hacer que la calidad de estos liceos se replicara en todo Chile, como autoridad ministerial estaría preocupada en provocar algo más potente y directo en aquellos liceos que están más desmejorados. Si pienso que al Liceo Carmela Carvajal van a entrar niñas que buscan un estándar de calidad, no debiese cambiar mucho, ya sea por sorteo o por filtro. Yo sostengo que pedagógicamente es válido que rindan una prueba, porque de una u otra forma estamos hablando de un proceso.
-¿Qué peligro corren los liceos emblemáticos de hacerse efectiva la medida?
Que la ciudadanía lea que la no selección va a significar desmejora. Y de hecho muchos de nuestros apoderados lo plantean así, que se llevarían a las niñas de acá. Ya tenemos una situación con los rankings que nos ha hecho perder muchos estudiantes en cuarto medio, que es grave. Y la autoridad no se hace cargo de aquello, y ahora, esta situación. Debemos cuestionarnos si es hoy en día un valor un liceo que tiene logros para la ciudadanía, o si realmente podemos arriesgarnos a no tenerlo. ¿Qué pasaría si en estos liceos se desmejora la educación y dejamos de proveer a las universidades a niños que vienen de lugares de esfuerzo? ¿Quienes llegarían a las universidades ? Tendríamos solamente profesionales con origen en colegios privados, de familias acomodadas. Y eso no me parece que sea democrático. Ahora, si en el algoritmo que se está planteando aparece una solución a eso, perfecto. Pero hay que trabajar para que eso ocurra.