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2 de Mayo de 2014

La historia de violencia y abandono de Byron, el niño que ha sido detenido 40 veces

El menor, que nació y creció en el rigor de la población Santa Julia, ha pasado por seis hogares y ha sido tratado en diversos programas del Sename. Su vida es reflejo de la cotidianidad en la frontera marginal de algunas comunas del país. La historia de otro caso de abuso de drogas, padres inexistentes y un ambiente familiar que lo habría arrastrado al delito.

Por Carolina Rojas
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“Después de lo ocurrido con la profesora, el incidente en que Byron se vio involucrado, fuimos a verlo a su casa y estaba totalmente desconsolado. Como hablaban en la tele de un menor ‘líder’ de una banda delictiva, pensé que encontraría a un niño rudo, violento, pero cuando nos acercamos lo único que quería era cariño y lloraba por el miedo. Él no era el líder, fue un niño arrastrado a la delincuencia por otros adultos”, señala Verónica Monroy, encargada de la Oficina de Protección de Derechos de Infancia y Adolescencia (OPD) de Macul.

Lo dice y lo recuerda con tristeza, haciendo un repaso a la muerte de la profesora Viviana Fernández(53) ocurrida el año 2012. Ese fatídico día, Byron junto a dos amigos asaltaron una casa en La Reina. Él tenía 11 años y sus compañeros 14.

Tras robar el domicilio, abordaron un vehículo y fueron sorprendidos a pocas cuadras por carabineros comenzando una feroz persecución que terminó en tragedia. Los adolescentes pasaron una la luz roja de la esquina de las calles Talinay con Diputada Laura Rodríguez e impactaron el auto de la profesora quien murió poco después en el Hospital Salvador.

Byron A.H.M, ahora tiene trece años y un abultado prontuario policial. Fue detenido el martes y volvió a ser noticia, esta vez por el impresionante número en su registro policial: era la detención número 40 en su precoz carrera delictual.

El adolescente también es conocido por haber escapado ya seis veces de los hogares, el último fue un establecimiento de Sename de Pudahuel. Verónica Monroy conoce de cerca la historia.

Para la profesional, la vida de Byron es el típico caso de una familia disfuncional, muy común en la población Santa Julia de Macul, donde los niños están expuestos a alta vulnerabilidad, donde el micro tráfico de drogas duras también ha hecho su parte. Hay familias monoparentales o familias donde el padre ni la madre son adultos con competencias parentales.

Su historia, la confirman otros testigos. “Byron comenzó en la delincuencia a los ocho años, cuando salía a buscar a su madre por las calles de la población para llevarla a la casa”, dice una persona cercana a la familia que prefiere mantener su identidad en reserva. Desde entonces, el pequeño hizo de los pasajes de la población, su hogar.

Después de eso, el menor no terminó tercero básico, sólo llegó hasta segundo en el colegio Manuel Rojas. Asistía una semana y desaparecía dos. “Con la familia no se podía trabajar este tema, porque no había ningún adulto responsable que quisiera asumir como apoderado del niño, cuando mandaban a buscar alguien a su casa no aparecía nadie. Además el colegio está dentro de este mismo sector con alta vulnerabilidad”, recuerda la asistente social.

Para Monroy, los medios se equivocan al tildarlo como el líder de las bandas por las que ha transitado. Ella dice que simplemente fue un niño arrastrado por adultos para la comisión de delitos. Agrega que son varios los integrantes de su familia que manifiestan un consumo problemático de drogas y él comenzó a relacionarse con esa realidad. “Siempre hubo personas adultas con responsabilidad penal que estaban detrás de Byron. Además, desde el primer delito de connotación pública que comete, él ve como lo trataron los medios y esto lo incitó aún más”, recuerda Verónica.

En la vereda de la policía, la opinión sobre este menor es absolutamente distinta. El Subprefecto Christian Muñoz, Jefe de la Prefectura Oriente de la PDI, (ex jefe Biro Oriente) lo recuerda como un niño temerario, al que le gustaba ostentar ropa de marca y las armas de fuego, con las que intimidaba a sus propios compañeros para sellar su carácter de líder.
Recuerda una noche el año 2013 cuando Byron fue perseguido a toda velocidad por la Policía de Investigaciones en la Avenida Jorge Alessandri atestada de otros vehículos. Byron manejaba a toda velocidad un Subarú último modelo cargado de especies, cuando se vio acorralado, redujo la velocidad y se lanzó del auto en movimiento. El vehículo siguió su curso hasta que un funcionario de la PDI logró subirse para detener la marcha . El adolescente fue detenido.

“A él no le importan las consecuencias de nada, incluso lideró una banda en otra zona que no es su población, lo que casi nunca se da, Byron se dedica básicamente al robo con intimidación y robo con violencia, lo que quiere decir que la mayoría de las casas están con sus ocupantes, la banda los intimida con armas de fuego y cuando hay resistencia no duda en agredir a sus víctimas. No hay un estudio previo de las casonas que quieren asaltar, él simplemente las elige”, dice Muñoz.

Una historia violenta

Claudia, su madre cuidaba de los niños cuando Andrés, su padre, un maestro en fierros, salía a trabajar, pero antes del nacimiento de Byron la mujer comenzó con problemas de adicción a la pasta base. Quienes conocen la historia de Byron, saben que el mundo del micro tráfico y el consumo de drogas lo permeó desde muy pequeño. Luego vinieron las detenciones y las seis veces en hogares del Sename, derivado por los Tribunales de Familia. El último fue el CREAD de Pudahuel, un hogar que tiene capacidad para 80 menores, pero que en ese momento acogía 150 jóvenes. Sus tres hermanas viven con su padre en la comuna de La Florida.

Alicia del Basto, presidenta de la Asociación Nacional de Funcionarios del Servicio Nacional de Menores (Afuse) explica que estos niños, mientras no tengan edad para ser imputables, van a los centros de protección de Sename en vez de ser enviados a un centro cerrado, mientras el juez determina si encuentra un familiar o alguien que se pueda hacer cargo del joven. A su juicio, ese es el motivo por el que siempre van estar pensando en escaparse, porque no están encerrados ni contenidos. Según del Basto, Byron estuvo en el hogar Cread de Pudahuel donde normalmente hay niños que están en la calle por vagancia, por problemas de drogas o porque se escaparon de la casa, están ahí mientras esperan la medida del juez, para que los niños vuelvan con sus familias

“Es difícil encontrar culpables de esta situación, porque la mayoría de las veces estos chicos necesitan tratamientos especiales que el Sename no los tiene, porque tienen que estar con tratamiento psiquiátrico, sin embargo los mandan a estos centros donde les dan contención, pero los niños sienten el encierro porque han pasado en la calle”, explica la representante de Afuse.

El Dínamo se contactó en varias ocasiones con el departamento de Comunicaciones de Sename, quienes declinaron entregar algún comentario sobre el caso del menor.

La carencia de políticas públicas

En la misma línea, algunos especialistas coinciden en la necesidad de implementar políticas públicas más eficaces, orientadas a un trabajo médico responsable con estos menores y a la contención emocional para frenar sus conductas delictuales.

“Acá los únicos criminales son las autoridades del gobierno pasado y actual que han implementado versiones mal llamadas terapéuticas en el Sename sin consultarles a las autoridades del Ministerio de Salud o la Sociedad de Psiquiatría Infantil. Aquí hay una mala combinación de pobreza y miseria, enfermedades neurosiquiátricas, exposición temprana a las drogas y un estado corrupto”, dice el conocido psiquiatra Rodrigo Paz conocido por su lucha contra las políticas de Sename.

El especialista considera que Byron ni siquiera ha tenido la oportunidad de recibir un tratamiento adecuado y que sólo se le entregó una terapia llamada ‘multisistémica’. En su opinión no se ha demostrado que esto tenga impacto en niños con un perfil como este o del mal llamado “Cisarro”. “Esto no genera resultados cuando hay descontrol de impulsos, inestabilidad emocional, es un hecho conocido que sin un tratamiento médico y sicológico esos niños simplemente no funcionan”, asegura.

Al igual que el psiquiatra, Consuelo Contreras, Directora Ejecutiva Corporación Opción, considera que en el tratamiento de estos menores no se respetan las convenciones internacionales respecto a los derechos del niño y que en Chile debería existir una institución y una especial ley para la protección de ellos.

“Cuando encuentras niños con situaciones tan complicadas te das cuenta que falló todo el mundo: falló la mamá, la familia, la escuela y el sistema de educación. Por lo tanto deben existir programas que permitan trabajar con esos niños y poder reintegrarlos a la sociedad. Tiene que existir una ley de la protección de Derechos del niño, una institucionalidad que se haga cargo de este tipo de problemas, tiene que haber un cambio cultural que permita disminuir los grados de violencia al que están sujetos. Él (Byron) es un niño como cualquier otro, que ha vivido cosas distintas, pero su desarrollo físico, emocional, es exactamente igual a cualquier otro”, explica la especialista.

Consuelo Contreras agrega que lo que más le sorprendió fue que la prensa hablara de él como ‘líder de un banda’ cuando Byron apenas rozaba los 11 años, y que además las imágenes de los noticieros y las fotos en los diarios lo mostraran resistiéndose al encierro y arrastrado al carro policial. “No hay que olvidarse de que  Byron es un niño que ha pasado por mucho, pero un niño al final”, concluye.

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