Director de "El vals de los inútiles": "El movimiento estudiantil se verá como el origen de una transformación importante"
Edison Cajas estrena hoy 8 de mayo la esperada película sobre el movimiento estudiantil del 2011, que se enfoca en la corrida de 1800 horas que se hizo alrededor de La Moneda. Se estrena en cinco salas de Santiago.
Mil ochocientos millones de dólares le costaría al Estado de Chile dar educación gratuita por un año. Ese cálculo motivó las 1800 horas, actividad que consistía en correr por esa cantidad de tiempo por la manzana alrededor de La Moneda. Y también motivó “El vals de los inútiles”, el documental de Edison Cajas que retrata ese momento en que el movimiento estudiantil del 2011 alcanzó sus mayores niveles de apoyo y de marcar la agenda noticiosa.
La película cuenta la historia de Darío Díaz, un joven estudiante del Instituto Nacional que ve como su colegio se vuelve uno de los epicentros de la lucha estudiantil del 2011. El otro personaje, Miguel Ángel Miranda, es un empresario e instructor de tenis, que fue un activo opositor a la dictadura, fue torturado, pero que ahora ve las movilizaciones con distancia. La corrida de los 1800 horas es el hilo conductor elegido para juntar estos dos casos y así, contar la historia del movimiento estudiantil.
La cinta fue premiada en el Premio del Jurado en el Festival de Cine de Valdivia y en Fidocs y también sumó premios Buenos Aires, Mar del Plata, Locarno, Estambul y Marsella. En esta entrevista, su director Edison Cajas, cuenta sus motivaciones, su visión del movimiento y cómo se gestó una película que, tres años después, sigue estando vigente.
– ¿Dé dónde nace la idea de retratar el movimiento estudiantil con este hecho tan particular que fueron las 1800 horas por la educación?
Nace azarosamente. Yo en ese momento estaba saliendo de la Escuela de Cine de la Chile y estaba preparando mi primer guión de ficción. En esos días un amigo me invita a hacer unos virales sobre la gente que estaba corriendo alrededor de La Moneda y llegamos con la cámara y empezamos a registrar. Sin la idea de un documental ni una película, sino para ayudar a la gente que estaba corriendo. Con el tiempo, a las semanas, vimos que era una historia super power, la gente corría día y noche, había un espíritu, una atmósfera en todo esto de la corrida y además el movimiento estudiantil estaba en alza. Al mes, decidimos hacer una película, de frentón, sin plata, sin ni uno, pero con la convicción de que podría ser una película. Ahí empezamos a escribir de qué se podría tratar, sin encontrar todavía los personajes, los que los fuimos encontrando en la misma corrida. Entrevistamos a harta gente, hasta que dimos con Miguel Ángel y Darío, que son los protagonistas del documental.
– La película sigue la historia de estos dos personajes, que desde sus propios espacios están ligados entre sí por la corrida. ¿Por qué contar la historia del movimiento estudiantil desde ellos?
En esos días tenía el problema de hacer una película sobre el movimiento porque no sabía por dónde agarrarla, era muy grande y estaba en todos los lugares, en la vida social de Chile y no sabía por dónde empezar a contar esta historia. Decidimos hacerlo a través de ellos porque era una manera interesante de ver el gran movimiento estudiantil, a través de dos miradas súper personales que al mismo tiempo representaban otras historias. Miguel Ángel representa a toda esa generación de los 70 que luchó en otro momento y Darío es el estudiante que no es el dirigente estudiantil clásico metido en la asamblea, que se va metiendo poco a poco en este ambiente que invadía todo el país. Esa fue la elección, azarosamente al principio, pero ya después convencidos de que había que contar esta gran historia, este gran arco dramático a través de estas dos miradas particulares que significaban para otros una historia común.
– Hay una evolución en ellos mismos también. Como decías, Miguel Ángel es el viejo luchador de los 70 que se aburguesó, que olvidó la lucha, pero que la vuelve a encontrar en la movilización, mientras que Darío es el estudiante callado, el que le miente a su mamá para ir a la toma. ¿Con esto muestras la evolución del propio movimiento, que fue agarrando fuerza y sumando gente que otras movilizaciones no sumaban?
Sí, y esa es mi propia visión del movimiento porque yo también empecé así. Al principio uno ve la gente, escucha las noticias, ve que esto va en alza y de a poco te vas metiendo en esta vorágine que significa el movimiento estudiantil como el del 2011. Entonces queríamos hacer eso con los personajes, mostrar eso en la película. Hablando con ellos dos nos dimos cuenta que se podía formar una especie de arco dramático, donde empezarán un poco inocentemente en cuanto a la mirada que tenían del movimiento y poco a poco se fueran metiendo en sus propias historias. Con Miguel Ángel es super evidente ese cambio. Él mismo me decía que se había aburguesado, que había perdido la esperanza en la lucha social y de a poco se va reencantando y dando cuenta que, a través de los jóvenes, se estaba narrando también su propia historia, y la de esa generación que había sido derrotada en la dictadura. Lo otro interesante, es que pese a que la película tiene un final un poco pesimista, es esperanzadora también, hay una especie de semilla que se planta a través de estos dos personajes de decir que el movimiento, a pesar de que no tuvo frutos positivos, sí tiene una esperanza en la generación que luchó por eso. Y por eso en estos días se vuelve tan atingente esa discusión, porque esa lucha tiene un resultado positivo ahora en la actualidad.
– ¿Y qué importancia le ves tú entonces al movimiento del 2011?
El movimiento del 2011 es una cosa que se va a estudiar en los libros de historia en 20, 30 años, porque probablemente sea el origen de una transformación importante en el país. Y porque ese tipo de lucha sobre la educación va a poner de relieve otras luchas en el futuro, como la salud, por ejemplo. El movimiento estudiantil generó en la gente una transformación, un switch, en la forma de pensar el país, de construir el país desde la calle.
– ¿A qué viene el nombre de “El vals de los inútiles”? Uno asume que la palabra de inútiles viene del clásico inútiles subversivos de Carlos Larraín…
Claro, la palabra inútiles viene de Carlos Larraín, de cómo cierta parte del país piensa que la gente que sale a protestar son una manga de inútiles. Y el vals es un juego, tiene que ver con el ir y venir de la gente que iba dando vuelta alrededor de La Moneda. El vals es un baile que consiste en dar vueltas, entonces parecía interesante hacer una cosa que no es propiamente chilena y que tiene que ver con una cosa de salón, llegara a la calle a través de este movimiento. Y obviamente también es un homenaje a la canción de Jorge González con la que finaliza la película, el “El baile de los que sobran”, el título es un guiño a ese nombre. Esa generación a la que apela González en su canción es la misma que ahora estuvo en la calle. Sigue gente en Chile pateando piedras, por ahí va el significado.
– La película se estrena el 8 de mayo, el mismo día de la primera marcha estudiantil en el gobierno de Michelle Bachelet. ¿Crees que se puede llegar a niveles de movilización parecidos o a experiencias similares a la corrida?
Es difícil decirlo ahora, pero el movimiento estudiantil del 2011 se conjugó ciertos factores que hicieron que ese movimiento fuera tan grande. Por un lado está el gobierno de derecha, con sus políticos que machacaban el actor de los estudiantes, lo que era una película en sí mismo. Se armó ahí una escena entre héroes y villanos que era súper buena. Hoy las condiciones obviamente son distintas, pero lo que no va a cambiar es la actitud de los estudiantes y los jóvenes en general, que descubrieron que a través de la movilización y de esta lucha en la calle se pueden lograr transformaciones importantes. Una vez que ya saben eso, es difícil pararlo. Espero que el movimiento siga en alza, porque le hace bien al país. Es una forma de reflexionar sobre la democracia que hemos construido y cómo la propia gente puede lograr esas transformaciones tan importantes.