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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Elecciones de rector Usach 2014: La alegría que nunca llegó

El subcontrato en la Usach es pan de cada día para cientos de trabajadores. Como estudiantes organizados y comprometidos, que colocamos nuestra convicción y trabajo para la creación de un nuevo proyecto de sociedad y de un nuevo Chile, no podemos permitir que esta forma de explotación tenga cabida en nuestra casa de estudios.

Por Takuri Tapia
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Takuri Tapia es Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago. Ex-Consejero Superior Usach -Administrador Público-Estudiante Mg. en Políticas Públicas-Participa en @SomosUsach.

Prontos a comenzar un nuevo proceso de elección de rector, nuestra casa de estudios comienza a prepararse -con más normalidad y pasividad de la esperada- para definir quién de los cinco candidatos (Ubaldo Zúñiga, Juan Manuel Zolezzi, Ricardo Santander, Víctor Parada, Rafael Labarca) guiará el destino de la Usach por los próximos años.

El ambiente ha estado ausente de rimbombantes declaraciones, de debates marcados por la polémica, la confrontación de ideas distintas y de propuestas que planteen transformaciones sustanciales que marquen un “antes y un después” transformador en nuestra universidad. Podríamos decir que estas, son las elecciones de la ausencia.

La primera gran ausencia es la de democracia. En una comunidad que bordea las 22.000 personas entre estudiantes, académicos y funcionarios, sólo la privilegiada casta de 595 electores definirá quién es será el rector,  negando de facto la participación del resto de actores que día a día damos vida a la Universidad de Santiago, amparándose para ello en normativas y decretos (DFL 149) creados en la Dictadura Militar.

La segunda gran ausencia es la del debate, pues hasta este instante sólo hemos podido conocer de forma superficial las frías y continuistas propuestas de los cinco candidatos, que en ningún caso buscan transformar en profundidad la lógicas mercantiles de la educación y que en nuestra casa de estudios son comunes y constantes. Vemos que no existe la voluntad de debatir y de profundizar en el diálogo con la totalidad de la comunidad universitaria, respecto a las grandes problemáticas y desafíos que la sociedad chilena ha enfrentado durante los últimos años, dándonos la impresión de que cuando se habla de debate, sólo se plantea como un diálogo de sordos y a espaldas del resto de los actores.

La tercera y principal gran ausencia, es la de los trabajadores y trabajadoras de jardines, aseos y guardias de nuestra universidad, quienes día a día viven las pésimas condiciones de miseria que el subcontrato y la inestabilidad laboral imponen en sus vidas. Hasta este instante, ninguno de los cinco candidatos a rector se ha pronunciado sobre las precarias condiciones laborales que  genera el subcontrato en nuestra universidad.

En marzo de este año, la Fundación SOL elaboró un informe que caracterizó las pésimas condiciones en las que día a día realizan sus labores los “tíos y tías” del aseo, jardines y guardias. Las principales conclusiones que arrojó esta investigación señalan que el 89,4% de los trabajadores no cuenta con un casino en el cual poder almorzar o camarines en los que puedan prepararse para cada jornada. Un 70% además no cuenta con baños dignos para utilizar, mientras que un 80,6% señala no disponer de los implementos y herramientas adecuadas para poder desarrollar de buena forma sus labores. Un 15,4% de los trabajadores subcontratados de los servicios de aseo, jardines y guardias, se encuentra por debajo de los indicadores oficiales de pobreza en Chile. “BH CLEAN” empresa que presta los servicios de aseos en nuestra universidad, recibe por cada trabajador $439.670 mensuales, que equivalen al 193,7% del sueldo bruto ideal ($227.000: base + asistencia + colación + movilización), aunque el sueldo real máximo que recibe cada trabajador/trabajadora sólo alcanza los $181.600 mensuales. Más preocupante aún, es la inexistencia de un sindicato, que sirva como herramienta de articulación y defensa de los derechos laborales de estos trabajadores, quienes declaran que el principal temor para no organizarse de esta forma, es el miedo a represalias y persecuciones. Agrava aún más este escenario la disposición a la autoexplotación de estos trabajadores, pues un 45% de ellos estaría disponible para trabajar más horas extras, como forma de aumentar los bajos salarios que mes a mes reciben.

La realidad del subcontrato es la peor expresión de las profundas desigualdades que vive nuestro país. Es una de las más nefastas herencias dejadas por la dictadura militar, consagrando un régimen de explotación, que condena a la pobreza y miseria a miles de trabajadores y a sus familias. El subcontrato es una pieza clave en el andamiaje neoliberal, por lo mismo, debemos informarnos y organizarnos, para acabar de una vez por todas y para siempre, con este régimen de explotación laboral que nada tiene que envidiar a las más crueles prácticas esclavistas.

Como demostró el informe de la Fundación SOL, el subcontrato en la Usach es pan de cada día para cientos de trabajadores. Como estudiantes organizados y comprometidos, que colocamos nuestra convicción y trabajo para la creación de un nuevo proyecto de sociedad y de un nuevo Chile, no podemos permitir que esta forma de explotación tenga cabida en nuestra casa de estudios. No podemos permitir la reproducción y consolidación de la desigualdad y pobreza en la vida de nuestros trabajadores. Si hablamos de sacar de raíz al libre mercado y sus lógicas de desigualdad de la educación, es un deber moral y ético acabar con el subcontrato al interior de las universidades, pues este es un fiel reflejo de todo lo que no queremos.

Uno de las creencias más comunes, es la de pensar que la Usach es una institución con un fuerte compromiso social. Como estudiantes cuestionamos esta idea, pues si hablamos de compromiso social, el subcontrato debe ser eliminado para siempre. De nuestra parte existe la total disposición y compromiso para organizarnos y dar esta lucha, que dignifique la condición de trabajadores de los “tíos y tías” de los servicios de aseo, jardines y guardias, para que se acaben las persecuciones y hostigamientos laborales y para terminar de una vez por todas con la pobreza y la miseria. No sabemos si los cinco candidatos a la rectoría de nuestra Universidad tienen esta disposición, pero lo que hemos visto en sus acciones y  mínimas declaraciones, es que prefieren ser cómplices del legado dictatorial que borró la democratización, que impide las discusiones abiertas de cada uno de los actores de nuestra comunidad, que consagró al libre mercado como único paradigma educativo, mercantilizando el conocimiento y que principalmente permite la existencia del subcontrato en nuestras aulas y pasillos.

Bajo este escenario los Estudiantes decidimos otro camino, la Comunidad Universitaria decide otro camino, romper con las lógicas ya descritas y comenzar a levantar instancias de democratización en nuestros espacios, para volver a recuperar esa “alegría” que nunca llegó a las Universidades, ni menos a la Usach.

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