FIFA que ladra si muerde
La FIFA se maneja como un supra-estado tipo Vaticano, propietaria de los derechos comerciales de esta “religión” llamada fútbol, que no sólo cuenta con el poder económico, sino también con la capacidad de desagarrar el alma de los países alrededor del mundo, “excomulgando” al que no se rija por sus reglas.
Andres Parra Lopez es Sociólogo Deportivo, ha trabajado en IND e INAF. Autor de "La Pelota se Tiñe de rosa". @andparralopez
Si la Justicia como valor es difícil de comprender, súmele “eclesiástica, militar o deportiva” y la balanza nunca más se verá equilibrada. Los dictámenes de cada una de estas justicias “especiales”, se alejan de lo que entendemos por sentido común, argumentando que se trata de una institución particular y singular casi como si se tratara de otro planeta o de “burbujas legales” dentro de nuestra sociedad.
En este sentido, la FIFA se maneja como un supra-estado tipo Vaticano, propietaria de los derechos comerciales de esta “religión” llamada fútbol, que no sólo cuenta con el poder económico, sino también con la capacidad de desagarrar el alma de los países alrededor del mundo, “excomulgando” al que no se rija por sus reglas.
La Federación Internacional de Fútbol Asociado, cuenta con la mayor cantidad de asociaciones del planeta, y ni siquiera la ONU y su concepto de “Naciones Unidas” logran reunir tantas banderas. Esta situación se aprovecha por la FIFA para negociar jugosos contratos con transnacionales y adjudicar, por ejemplo, el Mundial de fútbol; principal espectáculo deportivo global, al mejor postor, aun si el entramado diplomático a su interior no suma los votos favorables, o los informes técnicos no aprueban las condiciones de clima, infraestructura y seguridad entre otras, porque en la FIFA, todos los días se ven “señores con maletines”.
A Chile lo castigaron hace casi 20 años por tramposo, por armar la peor treta de la historia futbolística para perjudicar a otro equipo y buscar alguna ganancia por secretaria, precisamente a Brasil en el Estadio Maracaná. Esa maldita condición de nuestra idiosincrasia que busca aprovecharse de mala manera nos costó muy caro y fuimos castigados, perdiendo una generación que creo podría haber clasificado a USA ’94, con el costo personal de Roberto “Cóndor” Rojas, quien vio finalizada su carrera por orden de la FIFA y nunca más, el probablemente mejor arquero de Chile, junto a Sergio Livingstone, volvería a jugar.
Esta semana Luis Suárez, el notable centrodelantero uruguayo, (para mí el 2do del mundo después de Messi; lo siento Cristiano, pero desapareces en mundiales y eurocopas), ha recibido uno de los castigos más potentes y ejemplares de los últimos 15 años (lo de Maradona fue el ’94), tras morder a Giorgio Chiellini, defensor italiano, quien hizo todo lo posible por mostrar las marcas de dientes al árbitro del partido entre ambas selecciones, pero la expulsión nunca llegó.
El castigo es ejemplar, no hay mucho que decir ante la actitud salvaje del uruguayo. Si fuera sólo este incidente, el castigo probablemente llegaría sólo a las 9 fechas en partidos oficiales más dinero, pero su reincidencia en esta práctica cercana al canibalismo le ha valido 4 meses de suspensión del fútbol profesional, incluso en labores administrativas. En otros términos, Suárez ha sido exiliado del “planeta fútbol” ya que ni siquiera podrá optar por el rol de hincha al prohibírsele la entrada a los estadios. Más aun, esta omnipotente federación internacional con códigos de ética y tribunales de justicia propios, no sabe de piedad o misericordia, ya que además le recomendó un psicólogo y le quitó inmediatamente la acreditación del certamen, con lo que debió abandonar el hotel de concentración de su selección y salir del país rápidamente como si fuera un delincuente (al igual que los chilenos que irrumpieron en el Maracaná).
El fútbol representa mucho más que sólo una expresión deportiva. Decir que son sólo 22 idiotas tras una pelota, es como si la vida fuera sólo comer y dormir, por lo que estos dichos sobre “el barrio” como argumento para el comportamiento animal, rebajan cualquier capacidad racional por la sumisión a lo instintivo. No, el fútbol es y debe ser ejemplo para nuestros niños, y los mundiales, además de ser una excelente clase de geografía y banderas, es el ejemplo del respeto al otro ser humano. El juego limpio en donde la competencia se define por el talento, la concentración y la mejor ejecución del juego, esto aunque un árbitro cobre un dudoso penal (Si, Brasil-Croacia), también les enseña a los niños que la injusticia existe en la cancha y en la vida, y debemos buscar las herramientas para superarla en buena ley.