Una Roja inmensa se queda con la miel en los labios
Mientras Sampaoli atizaba el fuego con más madera, Scolari mantenía sus líneas defensivas, asustado, superado por todos lados por el plan de Sampaoli que redujo a la canarinha a un equipo vulgar.
Así sí. En los penales, con Brasil acojonado, con el estadio en silencio, con el mundial en vilo, con el país orgulloso como pavo con este equipo. Así se puede perder una definición. Jugando como un grande. La Roja tuvo contra las cuerdas a Brasil y le faltó una pizca de potencia para acabar con ellos cuando los tuvo a su disposición. O de “la raja que nunca hemos tenido”, como escribió un tuitero.
Fue un partido inmenso del equipo de Sampaoli, ganador por paliza contra el cicatero Scolari, eso que en este país llaman un ratón. Mientras Sampaoli atizaba el fuego con más madera, Scolari mantenía sus líneas defensivas, asustado, superado por todos lados por el plan de Sampaoli que redujo a la canarinha a un equipo vulgar.
La Roja se vuelve a casa pero se jugó suerte contra tres grandes a la altura de su desafío. La gracia es que Chile pudo ganar el partido hasta el último minuto del alargue con ese misil de Pinilla estrellado en el travesaño. También lo pudo perder, salvado por Bravo, impecable, a la altura de su contrato con el Barcelona.
La Roja no supera el listón histórico chileno: cae en octavos de final como en Francia 98 y Sudáfrica 2010, pero lo de hoy fue lo nunca visto. El equipo se repuso de un autogol desgraciado, empató el partido y los acorraló, los tuvo ahí, listos para zamparlos, pero se quedó con la miel en los labios.
En estas alturas, los favoritos tienen este punto de ventaja. Brasil especuló y dio la impresión que esperaba los penales como remedio al agobio sufrido por dos horas. En la suerte, la clasificación cayó para los favoritos, quizá por ese intangible que los hace poderosos.
Después de tantísimo cacareo mundialero, de la desmesura mediática y popular, de tanto patriotismo y patrioterismo colados en la fiesta, el equipo estuvo a la altura de los grandes, marcando quizá un punto de inflexión definitivo en la escalada de la selección chilena durante los últimos 10 años, ahora respetada urbi et orbe.
El Mundial deja la consagración de Sampaoli, que se instala entre los mejores de su gremio y al que le lloverán las novias. Quizá sea el de mejor futuro del plantel chileno. El hilo Sulantay- Bielsa-Sampaoli que ha guiado a esta generación, sigue ofreciendo momentos inigualables, partidos inscritos en la historia, como el 2-0 con que pulverizó a España y el de hoy contra Brasil, inolvidables.
Perdimos como siempre, pero esta Roja pasa a la historia. Las imágenes de Medel vendado, de Vidal cojo, de Alexis extenuado, de Aránguiz acalambrado alimentarán la leyenda de un equipo que se quedó con la miel en los labios después de haber hecho un partido colosal, a la altura de un Mundial. Así sí que se puede perder una definición. La marea roja puede volver tranquila a casa, orgullosos de sus muchachos.