Las lágrimas de Gary
El fútbol es la verdadera plataforma de movilidad social en nuestro país y en muchos más. Y eso demuestra la ineficiencia de un sistema que dice garantizar estabilidad, pero solamente hace más evidente la miseria que deben sufrir quienes no están contemplados en éste.
Francisco Méndez es Periodista, columnista.
Se dice que un periodista le preguntó una vez a Gary Medel si tenía nervios por ir a jugar al Mundial Sudáfrica 2010, a lo que el futbolista respondió que a lo que él realmente le daba nerviosismo eran las pichangas en el barrio en Conchalí, por las peleas que se formaban después.
Con una respuesta simple, trajo a colación la realidad.
Y es que Gary sabe de lo que habla cuando pone sobre la mesa lo real. Porque sabe que ésta dista mucho de lo que pintan los medios con el pianito detrás y el notero preguntando datos escabrosos sobre la vida de población. Gary respira calle y tiene claro que en el lugar del que viene es donde están los excluidos, los que no salen en los índices de crecimiento.
Es eso lo que vi el sábado en el llanto del defensa nacional. Tal vez me equivoco y sólo estaba llorando por haber perdido este partido tan importante ante Brasil, pero lo cierto es que en sus lágrimas había pueblo. Se contenía el Chile de verdad, el país gris que solamente le da oportunidades a quienes tienen derecho a aprovecharlas, en donde no estarían los Medel si es que el hijo, el hermano y el padre no se estuviera sacando la cresta a punta de esfuerzo.
Porque el fútbol es la verdadera plataforma de movilidad social en nuestro país y en muchos más. Y eso demuestra la ineficiencia de un sistema que dice garantizar estabilidad, pero solamente hace más evidente la miseria que deben sufrir quienes no están contemplados en éste. El llanto de Medel representa esto.
Algunos me dirán que estoy haciendo sociología barata a partir de una derrota que tuvo como gran protagonista en todas las portadas de los medios a Gary. A lo mejor es así y no me doy cuenta, pero lo cierto es que relativizar la condición social y los permanentes obstáculos que todos, sin excepción, en el equipo chileno han debido sufrir, es no conocer a ese Chile de verdad, y no el que inventan los auspiciadores.
Porque recordemos que el nuestro es un país clasista. O mejor dicho su elite lo es, y así hereda a través de los medios -muchos en su poder- este sentimiento. Si no me cree vea los programas de farándula cuando se refieren a los futbolistas que hoy tanto aplaude la prensa. Se meten en sus vidas, buscan inculparlos de algo aunque sea lo más mínimo con tal de tenerlos como tema. Es como una forma en la que se les trata de recordar a estos cabros su lugar de procedencia, y de pasada advertirles que no se pasen de listos con la figuración que tienen.
Aunque es hoy aplaudido por todo el mundo, Gary Medel, al igual que muchos de sus compañeros, es víctima de una prensa muchas veces inmoral que los mira como si los jugadores le debieran algo, porque en nuestra realidad no se puede ser moreno tranquilo, y menos ocupar mal las palabras -recordemos las burlas hacia Medel por haber dicho “chispeza”- si es que vienes de una población y escupes mucho la cancha.
En Chile los Gary Medel tienen que llorar en su lugar de trabajo para ser ovacionados, porque siempre han debido trabajar más y tratar de demostrar el doble que los demás, ya que se sienten observados por ese poder que los vitorea, pero no les perdona ni una sola equivocación.
Las lágrimas de Gary son la evidencia empírica de un pueblo valiente, aguerrido y responsable. Evidencian la desigualdad, la frustración y la pureza de un estrato social que conoce mejor su historia y su verdad que cualquier sociólogo o circunspecto opinólogo. Los pucheros de Medel traen consigo memoria y conciencia de clase.