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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Minero 34 / la mala suerte de no tener la suerte de quedarse atrapado

La obra es una ficción que debe tener mucho de realidad, porque habla de la vida del minero 34, que ese día no bajó a la mina y que se salvó, por una parte, pero que tuvo que aceptar el patético porvenir de seguir siendo un don nadie. Ese pobre gil que no viajó a ver partidos de fútbol en Europa y que no tuvo indemnización, comerciales o invitaciones a la Moneda.

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Arturo Ledezma es Director de Fisura.cl @arturoledezma

Minero 34 cuenta la historia de la mina San José desde la vereda opuesta, es decir, desde la mala suerte del minero que no entró en la mina ese día en que se derrumbó y, afortunada/lamentablemente, no fue uno más de la pancarta publicitaria que Piñera armó desde la mina. Si aprendimos una cosa con el derrumbe de la mina San José fue que un gobierno es capaz de inventar cualquier cosa, desde una cábala hasta un supositorio gigante que extrae seres humanos, con tal de hacer pasar una tragedia por fortuna -tragedia que evidencia las problemáticas laborales de un gremio enorme (los mineros)-. Pero, como siempre hay alguien que se las ingenia para sacarle brillo al radier, nos encontramos con pequeñas joyitas como la obra “Minero 34” de la compañía La Cafiche, que se presenta desde el jueves en la sala Sergio Aguirre de Morandé 750.

Quiero partir diciendo que una vez más me alegro de haber ido a la Escuela de Teatro de la Chile a ver una obra. Pues sí, hay que decirlo, se nota mucho la mano (me declaro enemigo íntimo de la educación privada, lo siento) y se nota mucho el tono de las actuaciones. Además, es segunda vez que me toca presenciar una obra muy bien dirigida, muy bien escrita, que no falla a pesar de que vi el estreno, y que además no le echa mano a guiones de Chejov o de García Lorca o cuentos de Rulfo para contar una historia, sino que, por el contrario, arma y construye desde el presente para reiterar esa maravilla del arte que es, precisamente, el dejar registro del tiempo y de una sociedad. Digo esto porque me ha tocado ver dos cosas este último tiempo: primero, que se están haciendo demasiados remake; segundo, que hay compañías pitucas y con presupuesto que no invitan a la prensa al estreno porque argumentan que la obra está “en rodaje” en sus primeras funciones. A ver, no sé, seré exigente o ridículo, pero el ensayo se hace sin público y compañías como La Cafiche demuestran que no hay que tener un presupuesto de la minera Escondida para hacer bien la pega. (palo pa Fitam). Corta.

La obra es una ficción que debe tener mucho de realidad, porque habla de la vida del minero 34 que ese día no bajó a la mina y que se salvó, por una parte, pero que tuvo que aceptar el patético porvenir de seguir siendo un don nadie. Ese pobre gil que no viajó a ver partidos de fútbol en Europa y que no tuvo indemnización, comerciales o invitaciones a la Moneda.

Lo que más me gustó de la obra es que construye una historia desde situaciones mínimas, íntimas, cotidianas. La sencillez de una once y la presencia constante de la televisión son necesarias para hablar de consumismo, hipocresía, vida familiar, pobreza y hasta da cabida a que nos reflejemos nosotros mismos en esa constante y tremenda lucha por el qué dirán. La figura del padre, el minero, el proveedor, es maravillosa porque pasa de ser un héroe a estar casi toda la obra fuera de foco, de espaldas, anónimo en su masculinidad de macho beta. Sutilezas que le dan a esta puesta en escena una connotación de brillantez, ya que cuando estamos acostumbrados a que todas las historias sean grandilocuentes y pomposas, nos encontramos en una sala maquillada con sencillez pero que mantiene un ritmo tan elocuente, a la vez que ágil, que en todo momento estamos pendientes y jamás nos aburrimos o miramos el celular para ver cuánto falta para salir. No es de aquellas obras en las que todo se hace como se “debe” o como “conviene”. Es decir (usando una palabra de Piñera-Minero) no cae en la lata del Chileanway.

Uno por uno:

Aldo, el padre, interpretado por Sebastian Ortiz es un personaje fascinante. Tranquilo, magro, lánguido, pero duro. Ortiz consigue dar vida a un típico padre-estátua que matiza la dureza de estar fuera de tiempo con la hidalguía masculina de mantener en pie una familia a pesar de todo. Creo que un personaje tan sencillo, tan claro, es más difícil que cualquier cosa, ya que el silencio con que atraviesa por la obra es de una elocuencia tremenda. Fantástico.

Adelia me mató por su vestuario, Estefania Mardones se veía vieja y no es vieja, por lo que puedo inferir que es una gran actriz, ya que le compré el personaje y me encantó. Una esposa que evidentemente sería la mujer de un minero. Sutil, leve, enorme.

Alexis la lleva, Renato Vásquez logra diseñar con nota 7 al mando medio chilensis que, no teniendo futuro, es capaz de sobrevivir elegantemente con el sueldo mínimo. Hay que tener cojones para ser barza y Alexis es cojonudamente barza. El clásico galán de mall al que le brillan las zapatillas nuevas y que vive en la casa de los papás. Excelente y clarito, Vásquez es un crack.

Allison, inmensa. Zoila Schrojel es la actriz que mejor he visto decir una fila de chuchadas de la misma manera en que se dicen en la vida real, sin caer en la pelotudez de impostar una voz de flayte o de decir Huevón marcando la V. Además interpreta a la madre soltera de catálogo, la de consultorio, la de coche con bebidas en lata en el manubrio y la de marido al lado lleno de bolsas que uno ve subirse a la micro sin pagar pasaje. Un lujo su actuación. Brillante.

Ayelén fue el personaje que más me hizo reír. Valeria Yañez es una actriz enorme que tiene la maravillosa simpatía de mantener el tono alegre de la obra y, además, la versatilidad que te permiten pasarlo bien sin esperar el chiste sobreactuado o la palabra poto para cagarte de la risa. Wonderfull todo el rato.

Zacarias, interpretado por Tomás Henríquez, me mató porque se parece a un amigo mío. Serio, enjuto, siútico y cesante. Todo un macabeo que, porque ha leído un poco más o porque quizá tuvo un papá con apellido extranjero igual de cesante que él, tiene la astucia de meterse por la ventana en una familia que no le acomoda, pero no le queda otra. Me encantó ese personaje y la actuación y todo en él. Grandioso.

Pedro Bustos dirigió de una manera impecable, amable, redondita. Cuando alguien hace bien su trabajo en la dirección se nota mucho y se nota precisamente en los detalles. En el caso de Minero 34 llama la atención el vestuario, las luces, el uso preciso y nunca a contrapelo de los elementos audiovisuales. Por eso felicito a Pedro porque logró juntar y pegar con elegancia y humor todos los pequeños detalles para construir una historia fantástica. Clap clap! Genial.

 Minero 34 es una obra que debería ir a ver Claudia Barattini, para que se convenza de que hay que meterle plata al teatro para que los actores de calidad no tengan que hacer teleseries estúpidas para poder vivir, ya que como no me explico que no sea la televisión lo que hace que los actores se degraden tanto, pienso que metiéndole plata al teatro podemos intentar de que estos tremendos actores no se contaminen con el ego desproporcionado de Canal13 o con la pomposa y trágica felicidad de SQP. Mi aplauso de pie. Mi agradecimiento por el maravilloso trabajo de la compañía La Cafiche, porque cuando salí de la obra me dieron ganas de verla otra vez y me dieron ganas de seguir trabajando en esto de comentar teatro. Qué más puedo decir.

No se la pierdan.

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“Minero 34” estará en cartelera desde el 2 al 19 de julio en la Sala Sergio Aguirre (Morandé 750), de miércoles a sábado a las 20:30 hrs. Montaje enmarcado en el Ciclo de Creadores Egresados Morandé 750 del Departamento de Teatro de la Universidad de Chile. Entrada general: $4.000 / Estudiantes y 3ra Edad: $2.000.

MINERO 34

Creación Colectiva

  • Dirección y Puesta en escena PEDRO BUSTOS
  • Dramaturgismo TOMÁS HENRÍQUEZ
  • Diseño Integral de TEATRO LA CAFICHE
  • Elenco SEBASTIÁN ORTIZ, RENATO VÁSQUEZ, ZOILA SCHROJEL, TOMÁS HENRÍQUEZ, VALERIA YÁÑEZ y ESTEFANÍA MARDONES
  • Producción y Difusión PILAR PAREDES
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