El timing y la Reforma Tributaria
Algunas lecciones de espectador que proponer: hay varios que deben irse rápido a la banca de suplentes y empezar a trabajar para ser parte de un colectivo. Al resto, dejar de tanto discurso sobre lo bien que van a jugar y ponerse de acuerdo pronto en el contenido y la calidad de las reformas que van a plantear.
Sebastián Sichel es Abogado, magister en derecho público, académico de derecho USS. Presidente comité editorial El Dínamo.
Tuve el privilegio de ir a ver el partido Chile-Brasil en Bello Horizonte. Ahí, al igual que la mayoría de los hinchas chilenos pude disfrutar a un central que siendo mucho más pequeño que sus rivales, era capaz de saltar más alto por dos razones: coraje y timing. Sabía más que nadie que la disposición de saltar tenía que estar ligada al bueno uso del tiempo y el espacio en el salto. Ahí está el éxito de Gary Medel
En la política el resultado del éxito es bastante similar: una suma de convicciones, coraje y oportunidad para obtener logros. El desequilibrio en alguno de estos factores puede estancar el avance de cualquier reforma. Esto fue patente en la reforma tributaria: naufragaba por un mal diseño. En ella convivían dos malos jugadores: una derecha apanicada ante cualquier reforma tributaria pues “afectaba” a Chile y los autores de una propuesta que estaban demasiados enamorados como para abrirse a corregirla. Ambas estrategias de juego estaban erradas.
El acuerdo transversal de estos días es el resultado de un cambio en la mirada: siempre es mejor construir consensos que permitan destrabar el juego si eso beneficia a Chile. La formula no fue simple: un acuerdo al final siempre es peor que una buena negociación inicial. Pero ante la tozudez y quedando pocos minutos del partido, eso era ya imposible: ahora solo quedaba negociar para obtener el mejor resultado posible. Hay sin duda éxitos que demostrar del resultado final: las empresas pagaran más impuestos en Chile (27%) y se abren formulas especiales para proteger a las Pymes y hay nuevos incentivos al ahorro y la inversión. Es lo mejor que se pudo lograr después de un partido mal planteado.
Queda abierta la preocupación sobre ciertos jugadores que demostraron estar fuera de timing. Algunos de ellos son los que dijeron y vitorearon que la reforma y las medidas técnicas que ella contenía eran perfectas e intocables: al final del día demostraron que su salto fue al vacío. Piñera es otro de ellos: su rol pasó a ser intrascendente y apareció criticando cuando los otros ya estaban poniéndose de acuerdo. Usó la peor de las estrategias: no habló sobre la propuesta que no fue capaz de hacer. Como muchas veces, otra vez Piñera falló en su aproximación espacio temporal: no era el momento ni el modo de hacerlo. Los más perdidos fueron los diputados que no discutieron el proyecto en su momento. Hoy declaran su rechazo respecto a una reforma que trataron simplemente como buzón. Dejaron pasar al jugador –una de las reformas más importantes de Chile- sin tener el coraje de opinar. El diputado (Pablo) Lorenzini reclamando fuera de tiempo es un ejemplo de ello. En el minuto en que la Cámara de Diputados debió ejercer el rol que le cabe: legislar, se transformó en un hincha que vitoreo el proyecto de ley. Faltaron el respeto a su rol en el Congreso.
Algunas lecciones de espectador que proponer: hay varios que deben irse rápido a la banca de suplentes y empezar a trabajar para ser parte de un colectivo. Al resto, dejar de tanto discurso sobre lo bien que van a jugar y ponerse de acuerdo pronto en el contenido y la calidad de las reformas que van a plantear.