A no repetir la historia: cuando se pacta con la derecha, es la derecha la que gana
Por supuesto que nadie se opone a la generación de acuerdos. El problema es cuando, aún con los votos suficientes en el parlamento, se privilegian los consensos con la derecha y el empresariado antes que con la ciudadanía organizada.
Un gran hombre señalaba hace muchos años que la historia se repite dos veces; una como tragedia y la otra como farsa. La tragedia para los estudiantes es ya conocida y puede ser descrita gráficamente con un alegre y eufórico levantamiento de brazos entre la derecha y la Concertación el año 2007, sellando así uno de los acuerdos más clásicos del gatopardismo en educación, cambiando todo para que nada cambie. Un año antes los estudiantes, movilizados por miles en todo el país, participamos de lo que el gobierno llamó Consejo Asesor Presidencial de la Educación con la promesa de elaborar en conjunto a los distintos entes de la sociedad un diagnóstico y una hoja de ruta para plasmar los cambios que Chile necesitaba. Mucha tinta se derramó en dicha comisión, se realizó un duro diagnóstico y se orientó hacia donde realizar los cambios. Sin embargo el gobierno, finalizado el trabajo del Consejo Asesor, prefirió abrazar la política de los consensos y pacta con la derecha una Ley General de Educación (LGE). He ahí la tragedia.
Al ver la puesta en escena que formuló el Ministro de Hacienda con senadores de la derecha y la Nueva Mayoría para dar a conocer el protocolo de acuerdo al que adhieren respecto a la reforma tributaria, fue inevitable recordar tan lamentable imagen que dio vida a la LGE y, con ello, a lo peor de la política de los consensos en Chile. La incomodidad ante la escena luego se transformó en temor cuando la misma Presidenta respaldó tal iniciativa y adelantó dar el mismo tratamiento a los demás proyectos centrales para el gobierno, entre ellos el de educación.
Por supuesto que nadie se opone a la generación de acuerdos. Es más, como CONES creemos que es necesaria la unidad de todos quienes pretendamos provocarle cambios a nuestro país. El problema es cuando, aún con los votos suficientes en el parlamento, se privilegian los consensos con la derecha y el empresariado antes que con la ciudadanía organizada, provocando con ello el freno de cambios que, aunque positivos, se vuelven cada vez más modestos e insuficientes. Esperamos que Nicolás Eyzaguirre no esté decidiendo este camino cuando señala tan despectivamente que no hará política “al gusto de la calle”.
Somos unos convencidos de que el Chile en que nos movilizamos el año 2006 no es el mismo en el que hoy vivimos. Efectivamente se corrió el cerco de lo posible y tenemos a un país proponiéndose desafíos inimaginables hace algunos años. Sin embargo, y de manera absurda, nuevamente nos encontramos ante el viejo fantasma de los consensos que tanto ha dañado las confianzas que tenemos los jóvenes con la política y sus dinámicas. No es para nosotros una sorpresa que ante todo esto los más contentos sean el empresariado y la derecha, ya que como dice un sabio profesor de mi liceo, “cuando se pacta con la derecha, es la derecha la que gana”.
Los estudiantes secundarios, al igual que el año 2006, nos encontramos ad-portas de ingresar a una mesa de participación con distintos entes de la sociedad para debatir y buscar acordar las reformas que nuestra educación necesita. Esperamos que la historia esta vez no se repita y que el gobierno con la derecha mantengan esta vez sus manos bajo la mesa.