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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Transformers 4 – La era de la extinción

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José Blanco J. es Profesor de Estado (Universidad de Chile), Doctor en Filosofía y Doctor en Materias Literarias (Universidad de Florencia, Italia). Se ha dedicado a la filología medioeval y humanista, dando especial importancia a Dante, Petrarca y Boccaccio sobre los que ha escrito numerosos libros y ensayos. Ha traducido al castellano textos de cronistas florentinos que vivieron en América en los siglos XVI y XVII. También ha publicado libros de historietas de dibujantes chilenos.

La sala cinematográfica ahora puede ser un parque de diversiones. Yo lo experimenté, porque me invitaron a ver Transformers 4 en una Sala 4DX y fue entretenido. Además de las imágenes que “escapan” de la pantalla, la butaca que se mueve y vibra, el agua te moja la cara, el viento te remueve el cabello e incluso hueles el olor a fierro viejo. El único momento preocupante (¡hablo siempre por mí!) es que la forma de agitarse del asiento me recordaba las turbulencias arriba de un avión.

Digo todo esto porque el filme – dirigido por el mismo Michael Bay de los episodios anteriores, Bad Boys, Pearl Harbor y Armageddon – en sí no tiene mayores novedades.

Después de los últimos eventos, los Autobots y los Decepticons han prácticamente desaparecido del planeta. Es más: la CIA quiere destruir todos los que aún pudieran existir y reemplazarlos por otros Transformers construidos y programados por los seres humanos. DE ello se ha encargado Joshua, un diseñador genial y ambicioso (Stanley Tucci) con apoyo económico de los chinos, representados por una bella experta, entre otras cosas, en artes marciales (Bingbing Li).

Pero los verdaderos protagonistas humanos son Cade, un inventor arruinado financieramente (Mark Walbergh), su hija Tessa (Nicola Peltz) y Shane, el novio secreto de ella (Jack Reynor), que deja de ser secreto ante los acontecimientos para clara molestia de su futuro suegro, que no quiere que toquen a su niñita de 16 años. En realidad, es esa temática paralela la que agrega simpatía a la cinta.

El resto son enfrentamientos entre el grupo de Optimus Prime (que Cade compra creyendo que es un camión dado de baja) y los seguidores de Megatron, que reconstruido por Joshua, toma el nombre de Galvatron. A esto se suma un tercer grupo, los Dinobots, que tienen la forma de desconocidas bestias prehistóricas extinguidas. Y no hay que olvidar a Lockdown, el caza recompensas que, junto a sus Wolf, propone un inquietante acertijo: los transformers no “nacieron” de otros Transformers, sino que fueron creados por creadores que ahora no los quieren. Problema teológico que da tema para otro capítulo de la serie.

No me digan que les conté la película. La verdad es que no hay nada que contar. Para solaz de los fanáticos están las transformaciones, que permiten ver desfilar – partiendo con un Freightliner – los últimos modelos Chevrolet Camaro o C7 Corvette Stingray, Lamborghini Aventador, Bugatti Beyron, etc. ¡Una delicia para los “tuercas”!

(Transformers: Age of Extinction. USA, 2014)

 

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