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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La sustentabilidad alimentaria, una tendencia que ya llegó a las mesas

Actualmente en el mundo se producen 4 billones de toneladas de comida al año. Sin embargo, por malas prácticas en las etapas de cosecha, guarda, transporte y consumo, se estima que entre el 30 y el 50% de esa producción anual de alimentos termina en un vertedero.

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Anita Rivera es Estudio un Máster en Business Management en Londres, ciudad en la que vivió entre 2006 y 2011. Allí se especializó en temas de emprendimiento social y sustentabilidad, y desde entonces ha trabajado en proyectos relacionados con esas temáticas, incluido un fondo de inversión social en el Reino Unido, diversas empresas pertenecientes al Foro Económico Mundial y otras ONG en India y en Chile. Se le confirió la distinción iCats Fellow 2012 del fondo suizo de inversión LGTVP, que la trajo a TriCiclos hace dos años. Actualmente es socia y Gerente Comercial de TriCiclos y autora del blog www.ciudadanab.com.

La FAO define por sustentabilidad del sistema alimentario, “la capacidad de asegurar, en determinado plazo, que los niveles de suficiencia, estabilidad y autonomía alcanzados, no impliquen un deterioro tal de los recursos naturales, renovables y no renovables, que hagan imposible el sostenimiento de las condiciones deseables del sistema alimentario en el largo plazo, afectando la seguridad alimentaria de las generaciones futuras.”

En ese sentido, la sustentabilidad alimentaria no sólo se restringe a la productividad agrícola, sino que a una serie de otras actividades que giran en torno a la cadena alimenticia

Desde el transporte de los productos del campo a la ciudad, hasta el manejo final de los residuos que se generan en el proceso, se consumen recursos naturales que tienen un impacto significativo en el medio ambiente. Muchos de esos impactos hoy no son del todo visibles para los consumidores, por lo que es difícil tomar decisiones conscientes a la hora de la compra.

Sin embargo, la toma de mejores decisiones a la hora de comer es fundamental para poder alimentar a los 9 billones de personas que poblarán nuestro planeta el año 2050.

Actualmente en el mundo se producen 4 billones de toneladas de comida al año. Sin embargo, por malas prácticas en las etapas de cosecha, guarda, transporte y consumo, se estima que entre el 30 y el 50%  (aproximadamente 1.2 – 2 billones de toneladas) de esa producción anual de alimentos termina en un vertedero. Una trágica paradoja si pensamos que al año 2013 aún hay 842 millones de personas que padecen diariamente de hambre crónica.

Estas figuras son escalofriantes por si solas, pero cabe resaltar que no reflejan las pérdidas en el uso de tierra, energía, fertilizantes y agua que también van de la mano con el proceso de generación del food waste, o desechos alimenticios. Estos niveles de desperdicio constituyen un grave problema a nivel global que debemos solucionar de manera urgente si queremos subsistir de manera sustentable en el futuro.

Frente a este escenario hoy se dan muchas tendencias alimenticias enfocadas en reducir nuestra huella alimentaria, desde la evidente necesidad de reducir las cantidades de desechos alimenticios, a un movimiento orgánico que crece en ventas cada año, a los circuitos de producción y abastecimiento local, las cada vez más populares dietas veganas y vegetarianas, desarrollo de proteínas alternativas (principalmente a base de insectos), supermercados sin empaques, etc. No obstante un buen comienzo, muchas de ellas son aún tendencias de nichos pequeños, frente a un problema que necesita grandes soluciones.

En Chile recién está empezando a gestarse una consciencia en torno a temas alimenticios que van más allá de lo nutricional, y es muy bueno que así sea. El cambio real ocurre cuando las personas cambian la demanda, por lo que depende de nosotros masificar las tendencias actuales y sumarnos a la solución real de este problema, exigiendo transparencia en el etiquetado de los alimentos, trazabilidad de origen, y prácticas sostenibles y éticas en la crianza de animales. Sólo así podremos tomar decisiones de compra informadas que contribuyan a lograr un desarrollo sustentable de la industria alimenticia en el tiempo.

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