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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Red Salud UC: Mucha caridad, poca dignidad

Llamamos a las autoridades universitarias y eclesiásticas a abandonar el silencio cómplice y manifestarse frente a esta situación, tomando posición favorable hacia las y los trabajadore/as.Una universidad que respete los derechos de todos sus miembros y en donde no existan trabajadores de primera y segunda categoría. Una universidad democrática y por tanto pública.

Por Joao Acharán / Juan Pablo Miranda
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Joao Acharán / Juan Pablo Miranda es Estudiantes Ciencia Política UC, miembros de la plataforma Crecer UC e Izquierda Autónoma UC.

Los  trabajadore/as de la Clínica San Carlos de Apoquindo se mantienen en huelga legal desde el 7 de julio en el marco de un proceso de negociación colectiva que llevan adelante con la Red de Salud UC – Christus, buscando superar su condición de trabajadores de segunda categoría. Esto se expresa no sólo en menores salarios (100 mil pesos) frente a aquellos que desempeñan funciones similares en el resto de la Red, sino que también en nulos beneficios de salud: carecen de acceso a fondos de atención y medicamentos como del beneficio a consultas con reembolso.

Es frente a estas diferencias que los trabajadores de la Red de Salud UC -Christus exigen un aumento salarial de $70 mil pesos y el acceso a un fondo de salud que brinde cobertura a las prestaciones de sus asociados y su grupo familiar. En otras palabras, sueldos decentes y atención de salud en la misma clínica a la que enriquecen con su trabajo. Si bien el sindicato ha encabezado reuniones con la empresa a modo de resolver el conflicto, sólo han recibido como oferta un incremento nulo a las remuneraciones y el descuento del 100% de los días no trabajados.

Con propuestas que rozan lo burlesco y sin ninguna voluntad de diálogo real, los representantes de la Red Salud UC-Christus han apostado al desgaste del sindicato y a fomentar divisiones en su seno, haciendo uso del conjunto de herramientas legales -pero no por ello menos reprochables ética y moralmente- que el actual Código Laboral pone al servicio de los empresarios para mermar la capacidad de negociación de los trabajadores: la posibilidad de contratar reemplazos y negociar paralelamente de forma individual en desmedro de las negociaciones colectivas.

La actitud indolente de la Red Salud UC-Christus frente a sus trabajadore/as y la utilización de un conjunto de prácticas antisindicales no se condicen ni con la vocación católica ni con el supuesto “rol público” que se autoadjudica esta universidad. Observamos un notorio desajuste entre lo que la UC declara de sí misma y este actuar que da cuenta de un profundo desprecio por la dignidad de sus trabajadore/as. Por una parte, se contradicen con el rol público de la UC que tanto ha defendido el Rector y otras autoridades en la medida en que no puede ser considerada como tal una institución que prefiere obtener mayores ganancias antes que garantizar mejores condiciones laborales. Por otro lado, se contradice con su catolicidad dado que dichas prácticas distan bastante de las nociones de solidaridad universal, amor por el prójimo, opción preferencial por los desfavorecidos y preocupación por la dignidad del trabajador que tantos católicos -inclusive de esta misma Universidad- han pregonado y defendido honestamente. Nuevamente, la UC se desenmascara y muestra su peor rostro frente a quienes la constituyen y construyen cotidianamente: sus trabajadores y trabajadoras.

Dada esta experiencia es nuestra responsabilidad como comunidad universitaria, vale decir, estudiantes, trabajadores y académicos, la construcción en conjunto de un nuevo proyecto de universidad en donde la democracia se constituya como eje central en las relaciones entre distintos estamentos y como única garantía del debido respeto a los derechos hoy vulnerados. El contexto actual construido a partir de años de movilizaciones, sumado a la coyuntura interna marcada por la reelección del rector a partir de mecanismos antidemocráticos, abren una ventana de oportunidades que no podemos desaprovechar para denunciar este tipo de situaciones. Acorde a las aspiraciones que como estudiantes movilizados hemos planteado, debemos ser capaces de visibilizar un proyecto educativo y un modelo de universidad diferente en pos de avanzar en la conquista de la educación y trabajo digno como derechos sociales garantizados por un Estado que abandone un rol meramente subsidiario. Solo así es que la Universidad Católica podrá alcanzar estándares mínimos que le permitan hablar de un carácter público y hacer valer su orientación cristiana, puesto que es el rol que juega la comunidad en el proyecto educativo y no los rankings internacionales lo que permite hablar de una institución con verdadera responsabilidad social.

Respaldamos los esfuerzos realizados por el Sindicato de la Clínica San Carlos de Apoquindo pues entendemos que en ella se juegan no solo el bienestar de los trabajadore/as y sus familias, sino también la posibilidad de ir señalando un camino para disputar el actual modelo de Universidad con pretensiones reales de transformarlo: lucha, organización y articulación entre actores y estamentos, como la clave para construir una nueva UC. Hacemos el llamado al resto de la comunidad a sumarse activamente pues es el trabajo en conjunto entre estudiantes y trabajadores lo que hará posible en última instancia la transformación de la Universidad Católica en una institución en sintonía con las transformaciones estructurales que las grandes mayorías han ido exigiendo en la educación y en la legislación laboral. Al mismo tiempo, llamamos a las autoridades universitarias y eclesiásticas a abandonar el silencio cómplice y manifestarse frente a esta situación, tomando posición favorable hacia las y los trabajadore/as.Una universidad que respete los derechos de todos sus miembros y en donde no existan trabajadores de primera y segunda categoría. Una universidad democrática y por tanto pública.

 

Joao Acharán – Consejero Territorial Humanidades UC, miembro plataforma Crecer UC

Juan Pablo Miranda – Estudiante Ciencia Política UC, militante Izquierda Autónoma

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