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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Movimiento estudiantil en alerta: A concretar los sueños de Chile

El desafío de concretar una nueva educación que tenga en perspectiva a las grandes mayorías de nuestro país es mayúsculo y el movimiento estudiantil debe estar a la altura de este desafío y jugar sus cartas de forma estratégica

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Javiera Reyes es Economista U. de Chile, estudiante de magister, Presidenta Ceic 2014 y vicepresidenta FECh 2015 y 2016.

Hay algo que nos mantiene inquietos, en constante alerta. Los sueños de millones de chilenos, que cargan sobre sus espaldas pesadas mochilas por la usurpación de la educación como derecho social, esos sueños que se han venido planteando desde las calles hace ya varios años, pueden y deben materializarse en la conquista y recuperación de una educación pública, gratuita y de calidad.

No nos cansaremos de decir que en Chile una reforma educacional profunda es necesaria y urgente. Todos los esfuerzos del movimiento estudiantil deben dirigirse por tanto, a aportar y sumar en función de que dicha reforma vea la luz lo antes posible, luchando contra quienes quieren llevar a cabo una reforma que no cambie el corazón neoliberal de la educación en Chile, pero principalmente contra quienes –a través del miedo y la desinformación– buscan frenar la reforma y mantener la educación de mercado.

El desafío de concretar una nueva educación que tenga en perspectiva a las grandes mayorías de nuestro país es mayúsculo y el movimiento estudiantil debe estar a la altura de este desafío y jugar sus cartas de forma estratégica. Prácticamente el conjunto del movimiento social y del movimiento estudiantil ha entendido que hoy no es opción marginarse del debate educacional. De forma madura y responsable los estudiantes hemos entendido que es necesario incidir en todos los espacios y luchar en todos los frentes, puesto que sabemos que en gran medida, en nuestros hombros recae la posibilidad de defender los contenidos de una reforma que sea verdaderamente democrática y transformadora.

La realización de un plan de participación por la reforma no es un triunfo en sí mismo para el movimiento social, pero sí un resultado de la lucha y la movilización de los sectores que queremos una reforma real. La incorporación a este espacio por parte de la Confech se hace en conjunto con el envió del proyecto de ley que deroga el DFL 2 –que prohibía la participación de funcionarios y estudiantes en los gobiernos universitarios–; la presentación de una propuesta para legislar en positivo que entrega garantías para el derecho de asociación en los planteles educacionales propuesta desde la Confech y la vinculación directa de los consensos de esta discusión entre todos los actores en las leyes que se presentaran en el congreso. Nosotros dijimos desde un primer momento que la reforma tiene que escuchar a los actores que hemos puesto el tema de la educación sobre la mesa, y hoy se abre la oportunidad para que esa participación se transforme en espacios de incidencia en los cuales materializar nuestras demandas.

Si bien lo anterior es positivo debido a que da luces de un movimiento estudiantil a la ofensiva y con mayor claridad dado a que en su amplia mayoría busca ser protagonista y participe de los procesos con real incidencia, hay que tener claro que los logros de esta apuesta radican en la fuerza que podamos mostrar como movimiento. La profundización del debate dentro del movimiento, la unidad entre los actores del mundo social y principalmente la recuperación de una movilización sólida y masiva están a la orden del día si es que queremos plasmar en transformaciones concretas, nuestras aspiraciones de cambio. La responsabilidad de la Confech y sus Federaciones luego de ya concretada la participación en las mesas temáticas, es volcar la energía del movimiento estudiantil a las calles y agitar en nuestros espacios de base para fortalecer las jornadas de movilización ya agendadas. La posibilidad de concretar las demandas de la calle no puede quedar como un fallido acto mediático del movimiento estudiantil y perdiendo así la capacidad ofensiva y la incidencia que se ha visto durante las últimas semanas.

Esta reforma es exigida por las mayorías de nuestro país. Sin embargo, todos tenemos claro que el escenario no es fácil. Tendremos que estar alertas y enfrentarnos, desde todos los espacios, a quienes se oponen a esta tan esperada reforma. Pero esto no solo queda ahí, sino que también tendremos que marcar una posición muy clara contra quienes quieren reformas a medias tintas. En esto no podemos flaquear. Los esfuerzos por reactivar las asambleas y porque las discusiones que se den al interior de estas estén a la altura del debate deben ser enormes, al igual que los esfuerzos por salir a movilizarnos a las calles con la unidad de todos los sectores sociales que quieren este cambio. En la tarea de construir una educación pública, gratuita y de calidad, no hay nadie que sobre y son la movilización y la incidencia las llaves que nos permitirán abrir la puerta hacia una reforma que concrete los sueños de Chile.

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