Mitos del sueño: qué hacer para conseguir un descanso pleno
Oscuridad, siesta, un buen colchón y las horas que le dedicas a dormir son claves para mejorar la calidad de vida.
El segundo semestre acostumbra a ser más complejo que la primera mitad del año. Es el tiempo de los exámenes finales, de los balances y de compras por las festividades de fin de año.
Las presiones y el estrés pasan la cuenta principalmente en determinados aspectos de nuestra salud, como por ejemplo el sueño. Dormir, pero dormir bien, resulta fundamental para sortear con mayor facilidad las responsabilidades, por lo que conseguir un descanso pleno es clave.
Aquí algunos consejos y mitos sobre el sueño:
Cuida el corazón. Según estudio de la Universidad de Berkeley, el sueño diurno mejora el funcionamiento cardíaco y reduce complicaciones como la hipertensión. También mejora la capacidad de aprender una habilidad motora.
Siesta. La Agencia Espacial Norteamericana (NASA) aseguró en una de sus publicaciones que el tiempo adecuado para una siesta es de 26 minutos y no más de 30, pues de lo contrario puede causar somnolencia. Esta práctica podría ayudar a mejor notablemente tu rendimiento.
Una buena cama. Según información entregada por Asocama (asociación española de fabricantes de camas), el 32% de las personas no descansa bien por hacerlo en un colchón de baja calidad. Si tienes un colchón por más de 10 años, sería bueno que pensaras en cambiarlo.
Oscuridad. Las cortinas o persianas “blackout” suelen ser más caras, pero su uso se ha masificado en los últimos años. Dormir con poca luz (o nada de ella) resulta fundamental para conseguir un buen descanso. Evita los despertadores con luces brillantes, los televisores encendidos y si es necesario ocupa antifaz para asegurar un sueño pleno.
Cuánto dormir. La Sociedad Americana del Cáncer publicó en Archives of General Psychiatry un estudio en el que participaron un millón cien mil personas durante seis años. La investigación determinó que las personas que duermen siete horas cada noche tienen una tasa de mortalidad menor que quienes duermen ocho horas o más.