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21 de Agosto de 2014

Ambientalista Marina Silva inicia su campaña a la presidencia brasileña, conoce su particular perfil

Profundamente religiosa y defensora acérrima de la Amazonía, la ex ministra de Medio Ambiente y candidata a la presidencia en 2010, ahora, se convierte en una de las principales rivales de la presidenta Dilma Rousseff, candidata a la reelección.

Por EFE
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La líder ecologista Marina Silva oficializó este jueves su ingreso a la contienda por la presidencia de Brasil en las elecciones que se llevarán a cabo el próximo 5 de octubre, prometiendo llevar adelante el proyecto del candidato del Partido Socialista Brasileño (PSB) Eduardo Campos, muerto trágicamente en un accidente aéreo el 13 de agosto pasado.

Profundamente religiosa y defensora acérrima de la Amazonía, Silva figuraba como candidata a la Vicepresidencia en la fórmula de Campos hasta que la muerte atravesó el camino del ex ministro de Ciencia y Tecnología y ex gobernador del estado de Pernambuco cuando se dirigía a un compromiso de campaña.

Ahora, se convierte en una de las principales rivales de la presidenta Dilma Rousseff, candidata a la reelección.

“Trabajaremos unidos para unir a Brasil alrededor de las cosas buenas. Queremos que las personas asuman las buenas ideas para trabajar en política pública… Yo veo a Brasil con el tamaño que se merece tener”, dijo la candidata, en su primera intervención en la propaganda por radio y televisión hacia los comicios, informa El Universal.

La postulación de Silva al gobierno fue aprobada anoche por unanimidad por la Comisión Ejecutiva Nacional del PSB, después de una larga reunión realizada en Brasilia.

Los casi 20 millones de votos obtenidos por Marina Silva en los comicios presidenciales de 2010 fueron decisivos para que los dirigentes del PSB anunciaran ya en el último fin de semana su decisión de apoyar la candidatura de la ex ministra de Medio Ambiente.

Sondeos realizado en Brasil señalan que si Silva tuviera que disputar la segunda vuelta electoral con Rousseff, recibiría hoy el 47 por ciento de los sufragios, frente al 43 por ciento de la actual mandataria.

Una historia verde

Nacida hace 56 años en Breu Velho, una aldea amazónica del estado de Acre, Marina Silva mantiene el peso de la juventud, 53 kilos, mantenidos a base de una estricta dieta marcada por un histórico de enfermedades contraídas cuando vivía rodeada de cultivos de caucho.

A los seis años su sangre fue contaminada por mercurio, sufrió cinco veces malaria y tres veces hepatitis. Tras agudizarse su enfermedad en la década de 1990, dejó la religión católica y se convirtió a la evangélica Asamblea de Dios, tachada por ello muchas veces de “fundamentalista” y “radical”.

“Marina fue curada gracias a Dios. Los hermanos de la Asamblea (de Dios) oraron mucho por ella”, dijo en su momento su hermana Lúcia.

Analfabeta hasta los 16 años, la aspirante a la Jefatura del Estado se preparó para ser monja, fue empleada doméstica y profesora antes de entrar a formar parte del mundo de la política.

Los medios cariocas destacan hoy cómo Marina es conocida por su compromiso medioambiental, que comenzó ya desde su adolescencia. Durante sus estudios universitarios en Rio Branco conoció al -asesinado- líder activista Chico Mendes, con el que organizó movilizaciones a gran escala para impedir la deforestación de áreas boscosas de la Amazonía.

En 1988, se afilió al Partido de los Trabajadores (PT) del ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva y fue elegida concejal de la ciudad de Río Branco, su primer cargo en una rápida ascensión que la llevó a la Cámara Alta en apenas seis años, convirtiéndose en la senadora más joven en la historia de Brasil, con apenas 36 años.

Marina, a la que algunos llaman la “eco-capitalista” por su intento de combinar la defensa del planeta con el desarrollo económico, ocupó la cartera de Medio Ambiente durante el primer mandato de Lula, cargo que dejó en 2008 por sus divergencias con el Ejecutivo, principalmente con la entonces ministra de Minas y Energía, Dilma Rousseff, en torno al modelo de desarrollo de la Amazonía.

Ese gesto le valió el reconocimiento como defensora del mayor pulmón vegetal del planeta, pero le hizo ganarse la enemistad de la agroindustria.

Después de 30 años de militancia dejó el PT y se unió al Partido Verde (PV), formación con la que quedó tercera en las elecciones presidenciales de 2010, con unos 19 millones de votos (20 %).

Silva se afilió al Partido Socialista Brasileño (PSB) en septiembre pasado tras fracasar en el intento de crear a tiempo su propia formación, la Red Sustentabilidad, con la que aspiraba a ser postulada por segunda vez a la Presidencia.

Por su imagen de política coherente y su arrastre entre los votantes fue designada candidata a vicepresidenta en la fórmula de Campos, de 49 años y al que el trágico destino apartó de la carrera electoral.

“No embarqué en el avión por providencia divina”, dijo Silva al ser consultada por los motivos que le llevaron a rechazar la invitación de Campos para viajar junto a él en la aeronave ejecutiva que acabó estrellándose.

Prudente y reacia al enfrentamiento directo con sus oponentes, la centinela de la Amazonía, quien siempre anda acompañada de una Biblia, tiene ahora por delante el desafío de defender el programa político de Campos y del PSB sin abandonar sus ideales propios.

La entrada de la ecologista como candidata socialista supuso un auténtico vuelco en la campaña electoral cuando restan menos de dos meses para que se celebran las elecciones ya que, a diferencia de Campos, tiene posibilidades de ganar en la segunda vuelta.

Proveniente de una familia humilde, Marina Silva tiene cuatro hijos: Shalon y Danilo, fruto de su primer matrimonio con Raimundo Sousa, y Moara y Mayara, con su actual esposo, Fabio Vaz de Lima.

En una reciente vista a Chile, Silva señaló que hoy enfrentamos una grave crisis que nos obliga a mutar hacia un desarrollo sustentable que apunta “no solo a una manera de hacer las cosas, de generar energía más limpia, de tratar mejor los residuos o de cuidar los bosques. Suelo decir que el desafío de la sustentabilidad es primeramente cuestionarse profundamente la manera de ser, la visión de mundo, la forma de ser y estar en el mundo.

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