Los peligros que enfrenta la súper rana chilena y cómo se lucha por su conservación
Los expertos chilenos afirman que ese declive se ha pronunciado en los últimos seis años a tal punto que este anfibio podría desaparecer en menos de dos décadas si no se toman medidas para prevenirlo. El Ministerio de Medio Ambiente ya trabaja en un plan con miras a 2015.
Habita la Tierra desde antes que se formara el continente americano, pero en menos de dos décadas podría desaparecer. Así lo advierte un grupo de expertos nacionales que estudia la posible inminente extinción de la rana grande común de Chile.
Considerado un “fósil viviente”, el Calyptocephalella gayi tiene un tamaño promedio de 20 centímetros y un peso de más de un kilo, lo que lo convierte en el anfibio más grande de Chile, único país en el mundo donde habita esta especie, consigna BBC Mundo.
Pero su inusual tamaño es también su punto más débil: en algunas partes de Chile la carne de esta rana es considerada una delicia culinaria, y si bien su caza está prohibida, las autoridades afirman que muchos de los criaderos autorizados para venderlas capturan ejemplares en vez de criarlos.
Fue en 2008 cuando la rana grande chilena fue incluida en la Lista Roja de Especies Amenazadas que compila la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Pese a que en esa fecha no se calculó el número exacto de ejemplares, los expertos observaron una reducción de la población “sospechada” en al menos un 30%, por lo que calificaron al animal como “vulnerable”, la antepenúltima categoría de riesgo antes de la extinción.
Ahora algunos expertos afirman que ese declive se ha pronunciado en los últimos seis años a tal punto que este anfibio podría desaparecer en menos de dos décadas si no se toman medidas para prevenirlo.
El perfil de una especie en peligro crítico
Marcela Vidal, bióloga de la Facultad de Ciencias de la Universidad del Bío-Bío y coordinadora nacional de la Red Chilena de Herpetología, dijo que la rana grande ya debería ser considerada “en peligro crítico”, la categoría más alta de amenaza.
“Hace un par de décadas era común ver poblaciones de 15 o 20 ranas, pero ahora se ven de a una o dos”, detalla y agrega que el principal desafío que enfrenta esta especie es la desaparición de su hábitat natural.
Según el análisis de la experta “por desgracia la rana vive en algunas de las regiones más pobladas de Chile y se ha construido mucho sobre los humedales donde habita”.
Tradicionalmente, la rana grande chilena estaba presente en una gran extensión del territorio de ese país, desde Coquimbo, 500km al norte de Santiago, hasta Puerto Montt.
Según Vidal, es uno de los anfibios más voraces del planeta, ya que además de alimentarse de insectos, es capaz de comer un ratón o incluso de alimentarse de otros anfibios y larvas de su especie. Un hecho que explica que lograra sobrevivir por unos 300 millones de años.
Sin embargo, al ser un animal acuático que sólo sale de los lagos para buscar comida, esta rana no puede vivir sin agua. Por eso la urbanización de muchos de sus hábitats naturales ha significado una sentencia de muerte para gran parte de la especie.
Septiembre y octubre son meses particularmente peligrosos para la rana grande. Es la época del año en la que muchos campesinos realizan la limpieza de acequias y canales de regadío, y suelen consumir las ranas que encuentran.
Plan de recuperación en 2015
Sandra Díaz, experta en Gestión de Especies del Ministerio del Medio Ambiente de Chile, reconoció que no hay mucho que se pueda hacer para evitar el crecimiento de la construcción en las zonas donde habita la rana grande.
Sin embargo, aseguró que su cartera prepara un plan de recuperación, conservación y gestión de los anfibios, que comenzará a implementarse en 2015, y que buscará mejorar la disponibilidad de agua de estos animales.
“Hay que restaurar los hábitats, fiscalizar mejor a los criaderos y mejorar las prácticas de la agricultura, ya que los pesticidas son otro factor de riesgo para las ranas”, afirmó.
Un estudio de la Universidad de Concepción encontró que en los esteros, lagos y lagunas donde habitan las ranas los niveles de contaminación han afectado la reproducción de la especie, provocando deformidades en los huevos.
Y si no fueran suficientes las amenazas de la contaminación, el consumo humano y la destrucción de su hábitat, este anfibio tiene otro enemigo implacable: el cambio climático.
“Se estima que para 2050 la temperatura del planeta aumentará entre cinco y seis grados, y la rana grande no soporta más de 30°, por lo que ese aumento podría ser letal”, advirtió Díaz.
Los expertos enfatizan que no es sólo por el bien de las ranas que se debe evitar su extinción. Todo el ecosistema sufrirá si este anfibio desaparece.
“La rana grande es un depredador y un controlador de plagas en los lagos. Si ya no está, habrá invasiones de insectos, como los zancudos”, señaló Marcela Vidal, al ser consultada por los beneficios que trae la especie.
La rana grande sirve directamente al hombre: su presencia en pozos de agua garantiza su limpieza al eliminar insectos y parásitos y permite su consumo.
El canto de la rana grande durante la primavera permite anticipar la proximidad de lluvias, por lo que también los agricultores lamentarán la ausencia de este anfibio si desaparece.
Los académicos y funcionarios de Medio Ambiente así apuestan por transmitir a la población el valor de la especie a través de charlas en escuelas y en las zonas donde habitan las ranas.
Según ellos, la educación y la difusión son las únicas herramientas que podrán revertir un declive que por ahora parece inexorable.