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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Tributos al Vino No son la Solución

La parte sin glamour del vino es que estas familias reciben muchas veces un precio poco justo por una sacrificada actividad, que conlleva el esfuerzo de todo el grupo familiar en la cosecha y cuidado de las vides, soportando las inclemencias del clima, sequías y heladas.

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Andrés Pérez Cruz es Agrónomo y se desempeña como Director de la Viña Pérez Cruz y Presidente Directorio de la Corporación Chilena del Vino (CCV).

La enorme cantidad de marketing en torno al vino presente en los anaqueles de casas comerciales especializadas, tanto en nuestro país como en el extranjero, confunden al consumidor. Se piensa en este sector como uno repleto de glamour y poco o nada se sabe de las personas que hay detrás de una botella, quiénes producen la esencia del mosto, las familias de los pequeños productores vitivinícolas. Ellos, desde hace bastante tiempo, no lo están pasando bien con la alicaída situación de los precios de la uva y una falta de transparencia del mercado. Todo ello, unido a los recientes anuncios del Ministerio de Hacienda con la Reforma Tributaria, que aumentará el impuesto al vino de 15 a 22,5%, nos hace pensar que el interés del Estado está lejos de querer fomentar este sector, sobre todo el de la pequeña producción, con al menos 11.650 familias que poseen menos de 10 hectáreas destinadas a la producción de uva.

Es de nuestro interés, para quienes integramos este gremio, buscar salidas y caminos para fortalecer la industria, que en los últimos años pareciera haber estado enfocada exclusivamente a la exportación y no al mercado interno. Paradojalmente, somos el país vitivinícola que menos consume vino. No ha existido una verdadera campaña de fomento al consumo responsable, para que este producto deje de ser visto como una droga, sino como un complemento alimenticio, si lo consumimos con responsabilidad. Hemos bregado y pedido ya en muchas ocasiones que los tributos al vino sean rebajados, en favor de generar un fondo de promoción para mejorar la imagen vitivinícola en el mercado de exportación y del vino en nuestro país. Sin embargo, con los recientes anuncios, se agrega más plomo al salvavidas que tienen muchas familias, las que apenas subsisten con la venta de la uva.

La parte sin glamour del vino es que estas familias reciben muchas veces un precio poco justo por una sacrificada actividad, que conlleva el esfuerzo de todo el grupo familiar en la cosecha y cuidado de las vides, soportando las inclemencias del clima, sequías y heladas.

La opinión pública poco sabe acerca de lo que representa la uva en el precio del producto final, de apenas un 3%, con suerte. Imagínese si pensamos que, en un gran porcentaje, las familias tras las cosechas vienen del mundo rural. Esto es querer poco a nuestro país, a nuestra cultura e identidad. Dejar esta situación a la deriva es no comprometerse con un sector que da vida a un país y que, más aún, vende publicidad hacia el exterior con las miles de botellas de vino que están presentes en las mesas.

Como miembros de la Corporación Chilena del Vino (CCV), que reunimos al menos a 500 socios- pequeños y medianos- de norte a sur del país, nos compete alzar la voz para exigir a nuestras autoridades que de una vez por todas se preocupen de lo qué está sucediendo en nuestra industria, más allá de los anaqueles de las tiendas y las medallas. Pedimos que se transparente el mercado, que se entregue información oportuna y veraz con indicadores sectoriales, que carecemos; exigimos que se implemente el concepto de un comercio justo para los pequeños productores y que se les pague lo que corresponda, para que así grandes, medianos y pequeños podamos seguir fortaleciendo al sector.

Estamos seguros que agregar más tributos a la industria no es la solución y que dada las características de ésta, marcada por un oligopsonio (muchos vendedores y muy pocos compradores), esta condición afectará a los más débiles en la cadena, es decir, a los pequeños productores de vino. La baja rentabilidad, que experimenta el sector hace décadas, no se condice con otras actividades, considerando que es un segmento que otorga empleo y del cual viven muchas familias rurales de nuestro país.

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