La FECH a 30 años de su reconstrucción en Dictadura
La dictadura de Pinochet pretendió reescribir la historia y deslavar la tradición del movimiento estudiantil creando una federación de estudiantes obedientes a sus dictados: la olvidada FECECH, dirigida por los grupos gremialistas. Pero la memoria de una historia digna y la rebeldía de la juventud estudiantil pudo mucho más y en 1984 reconstruyó su combativa federación para oponerse tenazmente a la intervención de las universidades, la existencia de rectores delegados y sumarse a las luchas por la democracia del país.
La Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile se apresta a celebrar dos aniversarios emblemáticos en su existencia: 30 años desde su reconstrucción en Dictadura y un siglo desde su fundación en 1906.
La FECH, desde su creación, fue un actor relevante en la historia política y social de Chile. Siempre se caracterizó por su postura antioligárquica y anticonservadora. En los años 20, bajo la conducción de grupos anarco sindicalistas, creó la revista Claridad, en la que escribieron Pablo Neruda, Domingo Gómez Rojas, Juan Gandulfo, Alberto Rojas Jiménez y tantos otros que fundaron la bella tradición de las revistas estudiantiles. En los 30, se destacaron en la lucha contra la dictadura del General Ibañez, lo que concluyó con su derrocamiento en 1931. En los cincuenta la FECH destaca en la lucha callejera contra la Ley Maldita y la persecución contra los comunistas. En los sesenta, la FECH, junto a la FEUC, fueron decididos impulsores de la Reforma Universitaria, retomando el programa de Córdoba que movilizó a los estudiantes de toda la región latinoamericana en 1918.
Por cierto, no todo fueron páginas gloriosas. Hubo también períodos en que la federación perdió su capacidad de liderar, se vio envuelta en feroces disputas entre partidos y se alejó de los temas que interesaban a los estudiantes.
La dictadura de Pinochet pretendió reescribir la historia y deslavar la tradición del movimiento estudiantil creando una federación de estudiantes obedientes a sus dictados: la olvidada FECECH, dirigida por los grupos gremialistas. Pero la memoria de una historia digna y la rebeldía de la juventud estudiantil pudo mucho más y en 1984 reconstruyó su combativa federación para oponerse tenazmente a la intervención de las universidades, la existencia de rectores delegados y sumarse a las luchas por la democracia del país.
La generación que reconstruyó la FECH en dictadura debió no sólo armarse de valor para superar el miedo y la represión, sino también para superar la incapacidad de diálogo, los rencores y fantasmas del pasado que dificultaban la unidad de todos quienes estaban compartiendo la común causa democrática. Sería injusto personificar en quienes tuvimos responsabilidades directivas en aquella primera FECH democrática la gesta de toda una generación. Prefiero nombrar a Patricio Manzano, muerto en la Primera Comisaría de Santiago tras el arresto de quienes participaban en los Trabajos Voluntarios de enero 1985; a Eduardo Jara, estudiante de periodismo, muerto en 1980 tras recibir indecibles torturas en manos de sus captores; a Ronald Wood, estudiante de Auditoría asesinado en 1986 en una manifestación; a Rodrigo Medina, estudiante de Filosofía, detenido y desaparecido desde 1976; a Mario Martínez, Secretario de la Federación de Estudiantes de la USACH, asesinado en 1986; a Ricardo Silva, estudiante universitario asesinado en 1987 en la Operación Albania; a Oscar Fuentes, estudiante de Ingeniería asesinado en una manifestación en 1985.
En dictadura, la historia, el pasado de la FECH fue un estímulo poderoso para que los estudiantes se movilizaran por la reconstrucción de su Federación y en la lucha por la democracia. Ahora, en el siglo XXI, en democracia, la FECH, aprendiendo también de los errores del pasado, debe seguir honrando esa memoria en su batalla por una educación que escape a la lógica mercantil y se convierta en un derecho social para todos.