Los días más oscuros de Cristián Labbé y los horrores de Tejas Verdes
Javier Rebolledo, autor del libro “El despertar de los cuervos”, desclasifica las atrocidades que pasaron los detenidos en el recinto militar de San Antonio.
El 11 de septiembre de 1973, la historia del regimiento de Ingenieros Militares de Tejas Verdes se ennegreció. Ubicado en San Antonio, el recinto militar se transformó en parte de la infraestructura de represión del Ejército y uno de los principales centros de tortura de la entonces naciente Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), lugar que además sirvió de “escuela” para entrenar a agentes militares para operativos de represión de la dictadura militar.
Tejas Verdes estuvo compuesto por tres sectores: un conjunto de aproximadamente 14 cabañas en Rocas de Santo Domingo construido por la Unidad Popular, que antes del golpe militar servía de centro de veraneo para los trabajadores de la CUT; un parque de materiales del regimiento; y frente a ambos, formando un triángulo, estaba el regimiento mismo.
Realizado el golpe de Estado, el parque de materiales se transformó en un campo de concentración, donde llegaban los prisioneros políticos. En el subterráneo del casino de suboficiales del regimiento se creó un centro de tortura. En las cabañas, Manuel Contreras -luego director de la DINA- diseñó una “escuela” de formación de agentes, entre militares y civiles, que transitaban entre los tres lugares donde se efectuaban los tormentos.
En estos últimos dos sectores, la sombra del coronel (r) Cristián Labbé dejó una incuestionable huella según algunas víctimas, que este lunes -41 años después- se transformó en una orden de detención por las investigaciones que realiza la ministra Mariela Cifuentes por asociación ilícita relacionada a violaciones a los Derechos Humanos en ese recinto.
Cerca de 2 mil personas pasaron por dicho centro de torturas. Varios de ellos coinciden en investigaciones y testimonios judiciales en que Cristián Labbé -militante UDI y ex alcalde de Providencia- era uno de los instructores como agente de la policía secreta de Pinochet, según describe el periodista Javier Rebolledo en su libro “El despertar de los cuervos”.
Rebolledo cuenta a El Dínamo que el coronel (r) Labbé -con 25 años recién cumplidos- fue parte del círculo cercano del dictador, y debido a su preparación militar fuera del país -en Brasil-, fue destinado como instructor del recinto. El ex alcalde había sido parte del comando de la Escuela de Paracaidistas de Peldehue -más conocidos como “boinas negras”-, unidad donde se desempeñó con el grado de oficial. “Él llegó a Tejas Verdes a formar agentes”, dice.
Este grupo formó parte de la Brigada Mulchén y uno de los crímenes que se le ha comprobado es el del diplomático Carmelo Soria; sin embargo, sus operaciones eran normalmente clandestinas y poco se sabe aún de sus movimientos. Cristián Labbé ha dicho en algunas oportunidades que estuvo muy pocos días en ese lugar, pero los testimonios de agentes formados allí y de víctimas hablan del ex alcalde como uno de los principales instructores del centro de tortura.
Anatolio Zárate estuvo detenido en ese lugar. Es uno de los afectados que aún vive y reconoce en el libro de Rebolledo a Labbé como uno de sus torturadores en el tétrico subterráneo de la cocina del regimiento. En su testimonio, el detenido cuenta que vio al ex edil junto a otros oficiales minutos antes recibir un golpe que le quebró una vértebra y lo tuvo al borde de la muerte. Algunos testimonios judiciales describen escenas donde el mismo Labbé habría golpeado a detenidos.
Otro importante testimonio que reveló el libro fue el de Patricio Salvo, ex agente del servicio de inteligencia militar. Según explica Rebolledo, Salvo se dedicaba a detener a la gente, pues manejaba el toque de queda. Labbé por esos días alojaba en el regimiento Tejas Verdes y para evitar que fuese detenido, fue “presentado” oficialmente con la orden de “no detenerlo en horario de toque de queda”. “Por eso no se le olvidó”, dice el autor.
Labbé ha reconocido su presencia en ese lugar, pero como profesor de educación física.
Los torturadores
“El despertar de los cuervos” relata las duras torturas que vivieron los casi dos mil prisioneros políticos durante un año de funcionamiento de la “escuela” y detalla que cientos de agentes se “formaron” por Labbé y compañía para reprimir durante la dictadura cívico militar.
Todas se realizaban en el subterráneo del casino, a donde eran trasladados desde el campo de concentración o desde las cabañas. “Se probaron muchas cosas y fueron muy crueles porque estaban aprendiendo las técnicas”, cuenta Javier Rebolledo. Los testimonios de quienes estuvieron en Tejas Verdes coinciden en que los torturadores usaban delantales blancos para evitar mancharse con sangre, práctica en la que también habría incurrido el propio Labbé.
Hay detenidos que relatan que los militares les ponían sal en los ojos, introducían botellas por el ano a hombres y mujeres; con espéculos sacaban parte de sus vaginas y aplicaban electricidad en la zona; a muchos les rasgaban las piernas y luego cauterizaban con objetos calientes; varios otros detenidos detallan cómo les sacaban piel de los pies, las uñas de las manos y otras macabras técnicas de tortura que se aplicaron en esos oscuros rincones.
Pero Labbé no estuvo solo en ese lugar. A la cabeza estuvieron dos agentes hoy presos en Punta Peuco: el general (r) Manuel Contreras y el capitán (r) César Manríquez. Rebolledo relata en su libro la larga lista de militares que participaron en el centro de torturas de Tejas Verdes y que hoy cumplen condena por delitos de asociación ilícita, tortura u homicidio, mismas que este lunes recayeron en Labbé y otros 9 ex uniformados.
Algunos de los agentes que participaron en ese recinto son Miguel Krasnoff Marchenko, Ricardo Lorenz, Manuel Carevic, Raúl Iturriaga Neumann, Gerardo Ulrich, Marcelo Morén Brito e Ingrid Olderock, ex oficial de Carabineros y una de las mujeres destacacas de la DINA, acusada de adiestrar perros para violar prisioneros políticos durante la dictadura.