Nuestros colegios no pueden esperar
¿Cuál es el rol de la comunidad educativa en esta gestión? Cuando existen comunidades comprometidas con cada una de las tareas de un establecimiento, cuando el colegio pasa a ser un centro comunitario más allá de su labor educativa y cuando hay una comunicación constante entre docentes, directivos, alumnos y apoderados la mayor alianza para avanzar está conformada.
Danilo Olivares Vera es Investigador de Política Educativa de Educación 2020. Cientista Político de la Universidad Alberto Hurtado. Realizó su tesis en Políticas educativas preescolares, trabajó en programas de reconstrucción y catastro calle.
Para muchos el año ya se acabó. El 2015 está a la vuelta de la esquina y junto con hacer la evaluación de rigor del año que se va, probablemente muchos comiencen a pensar en las vacaciones. Pero hay algo que no puede esperar hasta el 2015, algo de lo que tenemos que hacernos cargo hoy: el fortalecimiento de nuestra Educación Pública y las condiciones de aprendizaje de nuestros niños y niñas.
Los niños, niñas y jóvenes que estudian hoy en miles de colegios públicos a lo largo de Chile tienen deseos de ver y tener un establecimiento educacional donde se sientan cómodos y felices. Un colegio donde se sientan acogidos, que sea un espacio limpio y entretenido, que tenga las condiciones óptimas para el desarrollo de las actividades escolares. No podemos esperar un nuevo año para comenzar con este trabajo, es una urgencia que debe ser atendida a la brevedad, porque está en juego la dignidad de las personas. Y las comunidades educativas son esenciales para lograr estos cambios.
¿Cuál es el rol de la comunidad educativa en esta gestión? Cuando existen comunidades comprometidas con cada una de las tareas de un establecimiento, cuando el colegio pasa a ser un centro comunitario más allá de su labor educativa y cuando hay una comunicación constante entre docentes, directivos, alumnos y apoderados la mayor alianza para avanzar está conformada.
Eso es justamente lo que vivimos el pasado sábado junto a la comunidad educativa del colegio Eleuterio Ramírez de Valparaíso. Ese día profesores, directivos, padres, apoderados y estudiantes de la escuela, en conjunto con Educación 2020 y Fundación Itaú, ejecutaron un plan de trabajo destinado a mejorar sus instalaciones.
El trabajo comenzó hace un par de meses, cuando se construyeron conjuntamente los lineamientos y se fijaron las prioridades. La tarea principal estuvo enfocada en reacondicionar gran parte de los espacios de esparcimiento (multicancha, patio principal, fachadas), mejorar elementos técnicos (luminaria, baños, ventanas) y dejar la sala de kínder en óptimas condiciones (se instaló un piso de caucho ideal para realizar actividades en el suelo).
El objetivo era claro: hacer del colegio un espacio agradable, donde dieran ganas de ir a trabajar y estudiar. La comunidad educativa se involucró a fondo, entendiendo que esas mejoras iban en directo beneficio de sus hijos e hijas y de ellos mismos. Una apoderada de 8vo básico que estaba pintando con muchas ganas, a pesar de que a su hijo le quedaba sólo un mes para egresar: “Es el último mes de mi hijo en el colegio, pero estoy aquí porque quiero que se gradúe en un colegio limpio y lindo”.
Esta es la razón de por qué las condiciones de aprendizaje de nuestros niños y niñas son una tarea urgente. Una tarea donde las comunidades no deben ser actores pasivos dentro del sistema educativo, sino que debe existir un empoderamiento que permita delinear conjuntamente las bases de hacia dónde avanzamos y qué construimos. Este, es un ejemplo de gestión, ganas y voluntad, donde como comunidad debemos apoyar a nuestras comunidades educativas.
Nuestra Educación Pública no puede esperar, debemos brindar hoy, y no mañana, mejores condiciones para su desarrollo, y eso pasa por tener colegios limpios, acogedores, llenos de colores y áreas de esparcimientos, colegios que atiendan los intereses y deseos de su comunidad, colegios que sean apreciados y valorados socialmente. Colegios de los que nos sintamos orgullosos.