Pablo Simonetti: "El hambre del capital inmobiliario está regulando la manera en que se conforman las ciudades"
En su última novela, "jardín", el best seller nacional aborda cómo el negocio inmobiliario ha ido erradicando los barrios de casas residenciales, afectando la vida comunitaria de la ciudad. Hablamos con el escritor sobre lo que el llama el "hipercapital" inmobiliario y cómo esto está afectando nuestra calidad de vida.
“jardín”, el último libro del escritor chileno Pablo Simonetti, es una novela que aborda desde la intimidad familiar cómo el negocio inmobiliario ha ido erradicando los barrios de casas residenciales, transformando las ciudades y la vida comunitaria de sus habitantes. Todo a partir de una oferta millonaria que la familia del autor recibe por la casa de su madre. El dilema es conservarla junto a más de cuarenta años de historia familiar, o venderla para que esa casa desaparezca convertida en un edificio de departamentos. Un dilema que expone la complejidad de las relaciones familiares y quiebres que parecieran ser inevitables.
-¿Cómo era el barrio de la casa en que creciste y que albergó ese jardín que le da título a tu novela?
-Tenía la gracia de que en la calle encontrabas un mundo diverso, no homogéneo. Habían casas pareadas al frente de la calle y aisladas en la otra vereda. Habían casas pequeñas y grandes, no había una homogeneidad socioeconómica. También era diverso desde un punto de vista sociológico, porque habían personas de derecha, de izquierda, personas judías, católicas y ateas. Esa sensación y experiencia de diversidad era muy verdadera y yo la viví jugando en la calle con mis amigos de la cuadra.
-¿Y cómo ves los barrios en la actualidad?
Esa integración que antes tenían los barrios se ha ido perdiendo. Yo vivía en Vitacura, que antes era un barrio diverso y ahora se ha homogeneizado mucho y eso es una pérdida para la ciudad en cuanto a cómo se vive en conjunto, en comunidad.
-¿A qué lo atribuyes?
El hambre del capital inmobiliario está regulando la manera en que se conforman las ciudades y sus entornos. Es distinto cuando nos estamos relacionando entre pequeños capitales al interior de una ciudad. Cambia completamente cuando hay un señor que sólo piensa en el rendimiento de su dinero y no en una estructura, ni familiar, ni comunitaria, ni de barrio.
“La reacción que ha habido en Chile, en materia de educación o las matrices energéticas, por ejemplo, es una reacción frente este hipercapitalismo”
-¿Son las inmobiliarias las responsables de ésta pérdida?
Lo que pasa es que hay una asimetría de poder muy grande. El capital inmobiliario ya no es para construir cuatro o cinco casas, sino para construir seis u ocho cuadras o barrios completos. Todos homogéneos, con casas y departamentos todos iguales. Apuntan a niveles socioeconómicos específicos, con niveles de precios, dirigidos a grupos determinados, a un público objetivo. Eso ha distorsionado completamente la conformación del barrio a como ocurría antes, que se iba construyendo con soluciones de acuerdo a lo que cada familia buscaba.
-¿Las negociaciones eran distintas?
Había una relación más horizontal, de un especie de microcapitalismo. Ahora lo que ocurre es que hay un gran capitalismo o un hipercapitalismo que está siempre pensando en la ciudad en términos de oferta y demanda. Antes uno tenía un espacio de decisión frente a la oferta. Ahora ya no te dejan opción, estás frente a un poder en el que no tienes ninguna posibilidad de equipararte, que definitivamente está por encima tuyo.
-¿Entonces tiene que ver con una especie de nuevo paradigma?
Tal como nos hemos defendido del Estado para que no intervenga en nuestro derechos fundamentales, como nos hemos defendido de las religiones para que respeten nuestra intimidad, como nos defendemos de la violencia para que no disturbe nuestra vida privada, siento que la reacción que ha habido en Chile, en materia de educación o las matrices energéticas, por ejemplo, es una reacción frente a este hipercapitalismo como una fuente también de irrupción del espacio propio de la identidad.
“Para muchas personas el lugar donde viven no solamente tiene un sentido físico. No son metros cuadrados, no son solamente materiales, sino que son lugares que están habitados de sentido, de memoria, de símbolos”
-¿Existe una nueva forma de entender el desarrollo?
Es una nueva concepción de los derechos fundamentales, hay un espacio propio que se puede extender al barrio y a la comunidad. Esto no es individualismo, sino que es el sentido del individuo viviendo en comunidad que está amenazado por el hipercapital, que trae estas secuelas: homogeniza y pasa por encima de la identidad y la diversidad de las personas.
-¿Pero dónde está esa identidad?
Por ejemplo, para muchas personas, sobre todo las personas mayores, el lugar donde viven es un lugar que no solamente tiene un sentido físico o de conveniencia. No son metros cuadrados, no son solamente materiales, sino que son lugares que están habitados de sentido, de memoria, de símbolos. Uno puede estar dispuesto a abandonar esa dimensión, pero la idea es no sentirse obligado.
-Eso sí, no se puede negar que las inmobiliarias han entregado oportunidades a muchas personas que antes no tenían acceso
Es cierto, ahí hay un contrapunto. Pero, por ejemplo, en todos los programas de desarrollo de vivienda socia, el dinero va a parar a desarrollos que son módulos que se repiten uno a lado del otro sin considerar en ningún sentido la particularidad de cada familia, las necesidades de espacio. Todo es estandarizado.
-¿Cuál sería la alternativa?
Incorporando las iniciativas de las personas, no entregarles módulos así como uniformes. Eso se puede hacer con créditos de construcción, entregados de manera individual. Hoy día el tema de subsidios que emplea el Ministerio de Vivienda, pareciera propiciar una construcción uniforme en que no está el individuo ni su identidad representada. Eso sería bueno cambiarlo porque es una solución posible e inteligente.
-¿Y todo solucionado?
Una vez que están estos barrios construidos, ojalá conservarlos porque nosotros en Chile tenemos muy pocos barrios que se conserven y donde uno pueda revivir lo que allí antes se vivía. A la larga todos los barrios antiguos se convierten en maravillas porque te traen una forma de vivir a la imaginación, una forma de distribuirse, una forma de poner los árboles. Lugares donde realmente hay una conservación.