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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Paro Docente, la movilización mal vista por el poder

Es urgente que el Gobierno no se convierta en ese poder que dice combatir con las reformas que está impulsando. Es necesario que ponga oído a lo que se está pidiendo con conversaciones, debates y todo lo necesario para zanjar lo el conflicto. De lo contrario todo lo que está llevando a cabo no valdrá la pena.

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Llama la atención que en Chile las causas sociales se tomen en cuenta solamente cuando son descafeinadas y responden a ciertos intereses. Cuando las calles comenzaron a moverse en pro de una buena educación, ya que no se escuchaba el gran tema de fondo, muchos decían apoyar a los estudiantes y hasta los aplaudían. Una vez que este discurso se erigió como la gran crítica a un sistema que estaba haciendo agua, muchos comenzaron a ver los “peros” ante la demanda. La derecha enarboló el discursito de la calidad, tratando así de desviar el tema central-junto con el de la calidad, claramente-que era impedir que el sistema educativo siguiera siendo un negocio para el empresariado.

Desde ese momento, los estudiantes pasaron de ser jóvenes con sueños a convertirse-todos, sin excepción- en anarquistas y violentistas ante los ojos de los medios. Sobre todo porque estaban conformando un discurso político y la política, durante muchos años, era sólo para “gente grande”.

Lo mismo, curiosamente, no pasó con la marcha de padres de la Confepa. Al contrario, los medios apoyaron la causa desde un principio. Hablaban del derecho a elegir que tenían los papás sobre la educación de sus hijos y de lo perjudicial que sería la reforma del Gobierno sobre este derecho. Era la excusa perfecta para seguir defendiendo negocios e ideologías: poner a personas s de clase media baja a marchar diciendo que su contenido no era ideológico. Esa claramente era una marcha bien vista.

Hoy, en cambio, vemos que otra marcha viene a remover los intereses del poder. Pero de todo el poder. La derecha y el Gobierno han hecho vista gorda de un movimiento de profesores descontentos con la dirigencia de la CUT y el Colegio de Profesores, ambos militantes de un Partido Comunista más oficialista que nunca.

Si uno revisa páginas de prensa escrita, nada encontrará sobre este paro. Como tampoco verá en la vocería siempre ordenada y precavida de Elizalde ni una referencia a lo que está sucediendo. Es como un pacto de silencio tácito, una manera de demostrarnos que aunque tengan propuestas diferentes de país, al fin y al cabo muchas veces se acompañan, se abrazan y se escudan de manera mutua para así no salir ninguno afectado con exigencias que si trataran de manera debida, no estarían teniendo la potencia que tienen.

Es urgente que el Gobierno no se convierta en ese poder que dice combatir con las reformas que está impulsando. Es necesario que ponga oído a lo que se está pidiendo con conversaciones, debates y todo lo necesario para zanjar lo el conflicto. De lo contrario todo lo que está llevando a cabo no valdrá la pena.

Por otro lado, se convierte en una necesidad democrática que los medios de comunicación expliquen lo que pasa. Que se cuente por qué hay movilizaciones en todo el país y qué es lo que están pidiendo los profesores no alineados con Jaime Gajardo. Yo, como ciudadano, me quiero informar no solamente por las redes sociales, sino también por medio de periodistas que estudiaron supuestamente para decir la verdad y no defender los intereses de un discurso oficial que parece realmente propio de otras épocas.

Independiente de si los reclamos son o no justificados, quienes viven en este país deben saber que hay movilizaciones. No puede ser que padres que defienden la manera de ver sociedad que les vendieron y ellos compraron gustosos sean los únicos que pueden marchar sin ser censurados ni estigmatizados, solamente por ser un vehículo, un instrumento. Como tampoco puede ser que una administración que quiere cambios en un modelo, ignore a parte esencial de este cambio, como son los profesores, solamente por órdenes partidistas. Eso no es democrático, lo siento.

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