Por favor, quítennos la Copa América
"Imagínese un foul de un jugador de Jamaica contra un jugador de Chile. Imagínese que el jugador chileno sale en camilla. Imagínese que ese mismo jugador de Jamaica después nos hace un gol y lo celebra".
Hay cosas que nuestro país no se merece. No deberíamos tener un puerto con el título de Patrimonio de la Humanidad cuando el desinterés con eso mismo, el patrimonio, es pan de cada día en esa ciudad. Menos debiéramos tener un grupo de iglesias de Chiloé con esa misma categoría mundial, cuando permitimos que les instalen un Mall a pocos metros.
Pero, de ninguna manera, debiéramos ser sede continental de una competición deportiva, de una copa de fútbol, cuando nos damos el lujo de insultar con gritos racistas a jugadores como el venezolano Emilio Rentería. Este fin de semana, y por segunda vez en noviembre, el futbolista de piel negra fue víctima de insultos vergonzosos provenientes de la gradería.
El partido entre San Marcos de Arica -su equipo- y Deportes Iquique fue suspendido y Rentería terminó llorando. “Me dijeron que me fuera de Chile. Mi intención es terminar este torneo y poder irme. No voy a estar en un país donde me tratan mal. Es una situación que ya me ha pasado dos veces, no quiero que haya una tercera. Aún no he tomado la decisión, pero nunca pensé que en Chile me iba a pasar esto”, contaba ayer en el diario La Tercera.
“¿Somos racistas los chilenos?” se preguntaba ese mismo diario hace menos de dos semanas, justo después del partido con O’Higgins, en el cual la barra de ese equipo le gritó a Rentería una serie de ofensas. Y, para contestar esa pregunta, se citaban datos de la Encuesta Tolerancia y No Discriminación de la U. de Chile donde, por ejemplo, un 41,5% de los encuestados estaba totalmente de acuerdo con que “Chile es un país más desarrollado que sus países vecinos pues hay menos indígenas”.
Pero hay cosas peores que los números y las estadísticas. Hasta hace unos meses, el Estado de Chile le ponía trabas gigantescas a un inmigrante para poder acceder al subsidio de una casa. Fíjese bien: le exigían cinco años de permanencia definitiva, lo que se suma a que para la permanencia se debe tener residencia por a lo menos dos años. O sea, siete años para recién empatarse con un chileno y competir por el subsidio.
Así se explica, en parte, la vulnerabilidad de miles de inmigrantes en Santiago y en el norte del país, que la semana pasada hicieron noticia cuando 343 de ellos quedaron damnificados producto de dos incendios. En pocas palabras, el racismo nos brota desde el Estado hasta la cancha de fútbol, desde el pelambre hasta el insulto, desde el alma nacional hasta la garganta de nuestros compatriotas. ¿Nos merecemos la Copa América? ¿Somos capaces de recibir a jugadores de Ecuador, Jamaica, Colombia, Venezuela, Brasil, la mayoría de ellos de piel negra, y respetarlos? ¿O le vamos a mostrar a todo el continente, en vivo y en directo, nuestra triste xenofobia y esa lamentable capacidad que tenemos para discriminar?
Imagínese un foul de un jugador de Jamaica contra un jugador de Chile. Imagínese que el jugador chileno sale en camilla. Imagínese que ese mismo jugador de Jamaica después nos hace un gol y lo celebra. Imagínese ahora lo que le están gritando desde la gradería. Imagine al unineuronal haciendo la mímica de un mamífero muy cercano a nosotros, tal como lo hizo una hincha de Iquique este fin semana. Imagine a un descriteriado al que se le ocurre tirar una fruta larga, curva y amarilla a la cancha. Yo sí que lo imagino y tengo pocas dudas de que pueda suceder. Por favor, evítennos el bochorno y quítennos la Copa América.