Autobombo por decreto
El decreto de publicación de la Nueva Política de Desarrollo Urbano contiene una larga introducción de todo lo obrado por el gobierno de Sebastián Piñera en la materia. Esta insólita autopropaganda revela la obsesión del ex Presidente por su legado en las ciudades.
El día 4 de marzo del 2014, mediante el decreto n° 78 del MINVU, se publicó la aprobación de la Nueva Política de Desarrollo Urbano. Esto concluye un reconocido esfuerzo por actualizar los lineamientos generales que guían el crecimiento de nuestras ciudades, considerando que la última política urbana data del año 1985.
No obstante lo anterior, el decreto de publicación es de curiosa redacción. Contiene una larga introducción de todo lo obrado por el gobierno de Sebastián Piñera en materia urbana. Esta insólita autopropaganda, revela la obsesión del ex Presidente por su legado en las ciudades. Sin embargo existen evidentes deudas que se heredan al país, en dicho aspecto.
Resulta obvio que la implementación de la Nueva Política de Desarrollo Urbano, obliga a una discusión de Estado. Aspectos claves, como la modificación de la Ley General de Urbanismo y Construcciones o el Alcalde Mayor, exigen un debate de fondo. Pese a la dimensión trascendental de esta nueva política, el gobierno de Piñera encapsuló su discusión, sumergiéndola a un ámbito sectorial. Esta actitud reflejo un rasgo característico de su administración; se quiso refundar todo, sin cambiar nada.
La comodidad con el modelo, fue tiñendo el accionar en materia urbana del gobierno Aliancista. Un ejemplo claro apareció en la sorda relación mantenida entre el Ministerio de Medioambiente y el MINVU. La administración saliente nunca abordo los efectos, que la modificación a la Ley de Bases del Medioambiente (Ley 20417) establece necesariamente en los mecanismos de participación ciudadana de los Instrumentos de Planificación Territorial.
La negación a las transformaciones, fue contrastada con un exceso de fe en las capacidades del mercado para solucionar los problemas habitacionales. Esto quedó reflejado en la expansión de los subsidios de clase media, a casi todas las ciudades de Chile, privilegiando la doctrina del “voucher” sin considerar el escenario actual del costo de suelo, cuyo incremento bloquea el acceso a barrios de calidad. En el caso de la vivienda social, el haber limitado la acción de las EGIS, si bien corrigió la corrupción asociada, desactivó la organización comunitaria que el sistema permitía a los beneficiarios. Hoy, mientras muchas familias tienen el subsidio en la mano, se acumula un preocupante déficit de stock de vivienda social.
Adicionalmente, la inexperiencia administrativa del gobierno de Piñera empantanó proyectos interesantes. Esta el caso de los Planes Urbanos Estratégicos, que si bien, son valiosos en el aporte en ideas, se estrellaron contra el denso muro del sistema nacional de inversiones, quedando sus propuestas en el mismo saco del resto de las iniciativas de inversión.
La gestión de Sebastián Piñera tuvo aciertos urbanos puntuales e incorporó al Estado a profesionales de calidad. Pero la superación de los problemas de las ciudades, necesita de medidas profundas y cambios estructurales. El ex Presidente no estuvo dispuesto ni a lo uno, ni a lo otro.