Infraestructura hospitalaria: Una doble oportunidad
Al revisar nuestra historia reciente, los ejemplos de hospitales “modernos” aún plantean grandes desafíos, básicamente porque hay diseños incorrectos y errores que siguen repitiéndose, sobre todo en las estrategias de localización e implantación en un contexto más complejos, lo que trae como consecuencia una pobre reinserción urbana, mayor congestión y deterioro del entorno.
Hay voluntad de gastar plata en hospitales. Por lo menos así quedó de manifiesto en el presupuesto para el 2015.
Es una buena noticia, no sólo por su evidente efecto reactivador para la industria de la construcción, sino porque la precariedad en que se encuentra y opera este sector es a estas alturas una “deuda histórica”.
Los hospitales son edificaciones vivas. Es decir, desde y hacia ellas confluye constantemente un gran volumen de personas, están en cambio, renovación y reestructuración continua. Al revisar nuestra historia reciente, los ejemplos de hospitales “modernos” aún plantean grandes desafíos, básicamente porque hay diseños incorrectos y errores que siguen repitiéndose, sobre todo en las estrategias de localización e implantación en un contexto más complejos, lo que trae como consecuencia una pobre reinserción urbana, mayor congestión y deterioro del entorno. Casos hay muchos, algunos bastante conocidos, como lo de congestión vehicular al interior de las clínicas Indisa y Santa María en hora punta, las dificultades de accesibilidad al Hospital Salvador o el colapso en las veredas del San José y el Roberto del Río.
Pensemos por un momento en una ambulancia que traslada a un paciente crítico en plena hora peak por el centro de Santiago: la ciudad no se ha hecho permeable para este tipo de desplazamientos y la ubicación de los hospitales tampoco aportan demasiado. La salud es parte de un contexto urbano y, por lo mismo, debe considerar este tipo de factores en su planificación: ¿cuánto demorará una ambulancia en llegar?, ¿qué facilidades de transporte público existen para que la gente llegue a sus controles?, ¿los accesos al servicio de urgencia son expeditos o se encuentran en una calle llena de tacos?, ¿existe una urbanización adecuada para la gran cantidad de población flotante que circula diariamente?, ¿Se ha contemplado la existencia de servicios adecuados y relacionados en los alrededores?
Cuando estamos a punto de gastar miles de millones en nuevos recintos es urgente una mirada integradora, una estrategia de diseño que sea capaz de definir una dirección clara y consistente para cada una de las escalas. ¿El primer paso? Coordinación entre la escala territorial de la ciudad y su crecimiento, el transporte, localización específica de piezas urbanas, edificios, espacios públicos, etc. Esto implica que los Ministerios de Vivienda, Obras Públicas y Transportes deben comunicarse y generar acciones conjuntas.
¿Qué papel juegan en esto las concesiones? La idea es que, buscando mayor eficiencia y calidad a un costo menor, el Estado podría ampliar la capacidad de camas y pabellones. La idea suena atractiva, o sonaba, hasta que la discusión se entrampó, primero en el tema de los costos y luego en un cuestionamiento al diseño y a sus sistemas, coronado por la polémica con el Hospital de Maipú.
Es cierto que hacer un hospital no es lo miso que hacer una carretera. Y también es cierto que los hospitales ya concesionados han tenido dificultades en su puesta en marcha. Por lo mismo, las concesiones se frenaron y se volvió al modelo del Estado que diseña, licita y construye. En eso estamos hoy, en un escenario con un gran presupuesto, una enorme cartera de proyectos y una gran capacidad técnica local para realizarlos, pero a punto de volver a cometer el mismo error: enfrentarlo como un tema sectorial y no como un sistema, como la gran red que puede -y debiera- ser.