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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Ser DC, estar con Velasco y no morir en el intento

"Pero el tema principal es que, más que ahuyentar y pedir sanciones, la DC debería ser más tolerante a estas nuevas expresiones. Es decir, sumar más que restar".

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Ernesto Evans es El Dínamo.

Con sorpresa leí la noticia sobre el requerimiento de algunos militantes de expulsar a Mariana Aylwin de la Democracia Cristiana, junto al director de Fuerza Pública, Sebastián Sichel. La solicitud se hace extensiva a todos los militantes que participan en el movimiento que lidera el ex Ministro de Hacienda y candidato a la Presidencia, Andrés Velasco. Quisiera compartir algunas reflexiones sobre esto.

Pérdida de Electorado: la Democracia Cristiana, desde la vuelta a la democracia, ha perdido electorado. Son distintas las razones, y su análisis nos desviaría del tema central, pero en el año 1990, para la elección a Diputados, la Democracia Cristiana obtuvo cerca de un millón seiscientos mil votos. Desde el año 2006, obtuvo un poco más de seiscientos mil votos para esa elección, y la situación no ha cambiado mucho hasta hoy.

Probablemente el sistema binominal, donde la gente identifica dos bloques, uno más a la izquierda y otro más a la derecha, quita espacio a la falange. Pero el tema principal es que, más que ahuyentar y pedir sanciones, la DC debería ser más tolerante a estas nuevas expresiones. Es decir, sumar más que restar.

Problema de Liderazgo: la Democracia Cristiana tiene un problema, actualmente, de liderazgo. No se ha erguido una figura clara como lo fue Aylwin o Frei Ruiz Tagle. La apertura de algunos militantes a un movimiento transversal que apoye un liderazgo nuevo, con propuestas programáticas distintas, tiene una legitimidad práctica evidente.

Institucionalidad política vertical versus personas que quieren ser actores: esto no es sólo un tema de legitimidad práctica. Fuerza Pública, a diferencia de los Partidos Políticos, es un movimiento transversal. En él participan personas con y sin militancia, de distintas vertientes de ideas. Pese a esa diversidad, han compartido un diagnóstico nacional y se están dando un proyecto de trabajo conjunto. Porque les interesa el país donde viven, quieren lo mejor para Chile.

El sociólogo francés Alain Touraine distingue entre democracia revolucionaria y democracia liberal. La primera es aquella que impone la voluntad política al orden social. Impone verticalmente a la sociedad una institucionalidad. Hay casos concretos hoy como Cuba o Corea del Norte. La segunda “reduce lo más posible las intervenciones del poder político”.

Creo que hay mucho de liberal en Fuerza Pública, y la convicción que, sin la iniciativa económica privada, sin la competencia y la existencia de instituciones fuertes y profesionales, la sociedad no avanza. Pero existe también el convencimiento que es necesario darle mejor educación y salud a la gente, más y mejores oportunidades.

Pero lo más importante es que en las sociedades modernas viven personas que tienen la libertad de organizarse para plantear los cambios que crean necesarios. Esto es lo atractivo del movimiento Fuerza Pública; que gente diferente quieran ser actores, protagonistas de su sociedad. Que personas, con y sin militancia, propongan cambios para Chile y ser alternativa de poder, pero en democracia y libertad. Eso fue algo importante cuando hace más de treinta años, en la Universidad y junto a otros de la DC, trabajamos por crear organización política (prohibida) y traer nuevamente la democracia y la libertad a Chile. Luego, estimo que sería un error tremendo sacar de la DC a los militantes que participan en Fuera Pública. Al contrario, debería verse como algo positivo que personas distintas no pierda la fe en la política.

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