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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Participación Ciudadana: Hacer ciudades a escala humana

¿Con qué herramientas contamos como vecinos de Ñuñoa para mejorar la ciudad o para denunciar aquellas situaciones con las que no estamos de acuerdo o que nos parecen irregulares?

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Antonia Lobos es Coordinadora de Comunicaciones y Medios de Ciudad Emergente, y responsable de los proyectos audiovisuales de CEM. Es además fundadora de la productora Leonera, donde se ha desempeñado como directora y montajista de cortometrajes de ficción, documentales, memorias familiares y videoclips.

Hace algunas semanas atrás comenzaron con la que parecía una gran hazaña: echar al suelo seis o siete casas de una calle residencial de Ñuñoa, comuna en la que vivo. Penosamente las máquinas son mucho más eficientes de lo que uno pudiera querer y pensar: en cosa de un par de días todo (árboles incluidos) estaba reducido a escombros. Hoy, mirando esta situación desde un edificio similar al que van a construir a cambio de las casas, se hace urgente cuestionarse cómo se están llevando a cabo esos procesos, qué dicen los planes reguladores de cada comuna y, sobre todo, en qué estamos como vecinos mientras van sucediendo.

Pareciera ser que existe una lucha constante en las grandes ciudades entre la densificación, el desarrollo inmobiliario y el valor patrimonial que tienen las casas, así como la vida de barrio. Precisamente por lo mismo, mencioné que también vivo en una torre, parecida a la que estoy mirando que van a construir detrás de la mía, ya que muchas veces éstas a pesar de que no cumplen con las expectativas que uno pudiera tener de calidad de vida, funcionan como una buena alternativa en términos económicos para muchas familias.

Pero más allá del valor patrimonial que se está botando al suelo, hay algo que como vecina de la comuna de Ñuñoa me parece preocupante y es la dificultad que existe para informarse de procesos de participación formales (en caso de que existan) en los cuales como vecinos podamos hacernos partícipes de los cambios que se generan en la comuna y de la forma en que se ejecutan. Porque si bien existen instancias de información disponibles para los vecinos vía boletines en papel, Internet, e incluso propaganda en las mismas calles en las que se comunican los proyectos municipales, no hay un canal disponible que sea formal, explícito y de fácil acceso en el que exista una interacción permanente entre la ciudadanía y las autoridades, mediante el cual posteriormente surjan iniciativas en las que se plasmen las propuestas de quienes habitan la comuna a la hora de tomar decisiones sobre la transformación de la ciudad.

Buen ejemplo para graficar procesos de participación resultan Providencia y Santiago que han puesto a disposición de sus residentes consultas ciudadanas, mediante las cuales éstos han podido expresar su opinión en temas cruciales para de su diario vivir. Procesos que han sido bien comunicados, con resultados concretos que se han entregado de manera oportuna. Además, vale la pena hacer mención a iniciativas que han sido impulsadas por la sociedad civil como Ziudad (zumbidos con fuerza), en España; Fix my street, que fue replicada por Ciudad Viva en Chile; y Bellavista en Acción, también en nuestro país.

¿Con qué herramientas contamos como vecinos de Ñuñoa para mejorar la ciudad o para denunciar aquellas situaciones con las que no estamos de acuerdo o que nos parecen irregulares? Me parece discordante el tímido proceso de participación respecto al desarrollo inmobiliario que avanza a pasos agigantados con todo lo que conlleva eso para los habitantes. ¿Qué tiene que ocurrir para que estos procesos sean más sólidos y consistentes?

Mediante diferentes tácticas urbanas y herramientas, en Ciudad Emergente buscamos fortalecer la participación ciudadana de forma de relevar la voz de la ciudadanía y conectar a ésta con los tomadores de decisión. Con orgullo vimos el año 2012 cómo participaron decenas de vecinos de Recoleta y Providencia en nuestros Malones Urbanos donde opinaron sobre la conservación del patrimonio, pero también donde muchos de ellos se dieron por primera vez la mano o intercambiaron sus nombres después de vivir durante años interactuando lo mínimo. Con una sonrisa en la cara nos contaban tiempo después que habían forjado redes entre ellos, generado instancias de encuentro y participado de cómo se va constituyendo el lugar donde viven.

A pesar de que poco contenta me pone el tener dos aplanadoras a tiempo completo botando casas para hacer un edificio justo detrás de mi ventana, reconozco que es inviable plantear la alternativa de que esto no siga sucediendo. Y en vista de va a seguir pasando, porque en buena medida también hay consumidores para el tipo de vivienda que se están haciendo, hago un llamado urgente a que la municipalidad genere estrategias de participación para que en conjunto podamos no erradicar los procesos, pero sí decidir el cómo se llevan a cabo, porque es realmente impensable hacer ciudades a escala humana sin que las autoridades consideren lo que quieren aquéllos que las habitan.

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