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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Los únicos “cara de raja” somos nosotros

¿Qué opino sobre lo que está pasando? Opino que los únicos “cara de raja” como nos gusta acusar últimamente, somos nosotros como sociedad, que si queremos cambios hay que trabajar, hasta ahí llega nuestra indignación en las redes sociales, prendemos la tv para criticarla y repetimos la ecuación.

Por Gonzalo Larenas
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Gonzalo Larenas es L&C Consultores, Licenciado en Letras y Literatura, Gestor Cultural, Magíster en Educación y Profesor de la UNAB.

Cada cierto tiempo alguien me pregunta qué pienso sobre algún escándalo político ocurrido en algún país, me preguntan sobre lo que pasa en el norte o en el sur, pero cada vez fui notando cierta proximidad, los problemas ya no estaban en otras latitudes, estaban ahora en nuestras calles, en nuestro país, comenzó con una pequeña brisa y hoy es una tormenta escandalosa de corrupción que supuestamente recién apareció, como si antes no existiera, es que nos encanta hacernos los huevones, como dice el humorista Coco Legrand, es el mejor consejo que se le puede dar a una sociedad bien amaestrada.

Para entender este extraño fenómeno de ceguera y extraña sorpresa que hoy causan los casos Penta, Dávalos, SII, etc. les voy a pedir que hagan el siguiente ejercicio: Prendan su televisor, revisen el rating de los diferentes programas y canales, a través de las redes sociales hay varias cuentas dedicadas a esto, vean esos programas y traten de analizar su contenido, se sorprenderán aún más si les toca un noticiero, luego piensen en cuántos de esos telespectadores votan o ejercen su derecho a voto realmente, entonces, y solo después de analizar todo esto, revisen quiénes son los políticos que han sido electos, los que hoy tenemos.

La ecuación es fácil, el resultado va de la mano con la ignorancia, entre más bruto se mantenga a la pequeña masa votante, mejor les irá. Al resto es fácil seguir desencantándolos, dejándolos fuera de este millonario juego, un par de escándalos por cada lado y se espanta cualquier posible votante, el resto dejémoslo a la flojera, porque la mayoría de los que no votan, son los que constantemente llenan sus redes sociales alegando sobre todo lo que pasa en el país, pero el día de las votaciones no se levantan, cuando más importa su opinión siguen desde su computador o teléfono dando cátedras lejanas de educación cívica, con un toque de fanatismo político.

Al parecer no vale la pena buscar un cambio, no despertamos porque no queremos despertar, no hay peor ciego que el que no quiere ver, es cómodo vivir así, el dilema del ignorante feliz se mantiene hasta el día de hoy. A todo esto hay que sumarle el estrés, la depresión y un país hundido en ansiolíticos, el plan es perfecto, por algo los mismos de siempre llevan casi 30 años repartiéndose el país, empleados de grandes empresas que hoy nos sorprenden, como si no fuese obvio que en este país quienes mandan son los que tienen las grandes inversiones. Es lógico que así lo hagan, por algo da lo mismo que salga la Concertación o la Alianza, que no se que tienen de concertación ni de alianza, porque las cosas no cambian, sigue todo igual en nuestro gatopardismo, porque los límites están trazados por otros, por los que pagaron la gigantografía, la tallarinata y un par de canchas de baby fútbol en alguna población.
Acá todavía hablamos de empresas que manejan la política y con ello el país, en otros cercanos se habla de narcotráfico en el poder, de guerras, de políticas extranjeras, de intereses mundiales, etc. La suma sigue y nosotros, los inocentes, creemos que votamos por el que sostiene al niño en brazos, por el que usa un delantal blanco de médico o por el que aparece peleándose con su opositores como si no supiéramos que sus líderes hasta negocios tienen juntos.

Entonces lo que responderé cuando me vuelvan a preguntar sobre lo que opino de los últimos escándalos políticos, tendrá que ver con nuestra responsabilidad, con nuestra culpa, porque nosotros permitimos que llegaran a este punto, es que ya no les importa porque a nosotros no nos importa, porque seguimos como si nada, prendemos la tele y nos olvidamos, suficiente con el estrés que vivimos a diario, con nuestros miedos como sociedad, con los asaltos, asesinatos que a cada rato repiten los noticieros, que no muestran noticias. Todo esto con la desfachatez de además criticar el contenido de la televisión, como si fuese una obligación verla. Mientras tanto las librerías siguen vacías, no porque los libros sean caros o porque tengan IVA, más bien es porque nadie quiere leer, he visto rebajas que llegan a ser ridículas en diferentes librerías, promociones de regalo y ahí quedan botados. Nuestra hipocresía nos hace hablar de la televisión como si fuésemos grandes eruditos que distraídos pasamos la vista por la pantalla, cuando en realidad estamos pegados y entregamos un rating que obviamente permite que programas basura proliferen, ¡es lo que la gente quiere ver!

¿Qué opino sobre lo que está pasando? Opino que los únicos “cara de raja” como nos gusta acusar últimamente, somos nosotros como sociedad, que si queremos cambios hay que trabajar, hasta ahí llega nuestra indignación en las redes sociales, prendemos la tv para criticarla y repetimos la ecuación.

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