Una reflexión a propósito de la futura Ley de Reciclaje
Esta ley exige que los fabricantes e importadores de nueve productos priorizados deban hacerse cargo de recuperar un determinado porcentaje de los residuos que se generan a través de la comercialización y consumo de éstos mismos.
Manuel Ramos es Ingeniero de Materiales opción Polímeros graduado de la Universidad Simón Bolívar (Venezuela). Con más de 10 años de experiencia en proyectos relacionados con I+D de nuevos materiales, impresión 3D, packaging y simplificación de procesos. Ha vivido en Venezuela, EE.UU y actualmente en Chile, donde trabaja como Jefe Técnico de Desarrollo, en la elaboración de un sistema para la evaluación de la reciclabilidad de empaques. Twitter: @ManuelJ_RA
Muchas veces no sabemos cuál es el destino final de nuestros residuos. Es más, sacamos a lo menos dos veces a la semana nuestras bolsas negras a la calle porque sabemos que viene el camión de la basura, pero después de esto perdemos todo rastro sobre a qué lugar va a parar ese camión o en dónde terminan nuestros residuos. Asumimos que “alguien” se hace cargo de ellos.
Esto genera al menos dos problemas evidentes. El primero tiene que ver con que el 100% de nuestros desechos terminan en un relleno sanitario (o en el peor de los casos en un vertedero), y el segundo es que como consumidores perdemos la noción de las cantidades de residuos que generamos. Sus consecuencias son evidentes, el aumento en la emisión de gases de efecto invernadero, el aumento de uso de espacio físico solo para disponer basura, aumento en la extracción de recursos naturales y aumento en la producción de materiales desechables que no tienen posibilidad de ser reutilizados o reciclados.
Se espera que durante este año se apruebe en el senado la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) también llamada Ley de Fomento al Reciclaje (actualmente en discusión en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados). Esta ley exige que los fabricantes e importadores de nueve productos priorizados deban hacerse cargo de recuperar un determinado porcentaje de los residuos que se generan a través de la comercialización y consumo de éstos mismos.
Esto se traduce en que las empresas que producen bebestibles (por ejemplo) van a tener que apoyar y financiar la creación de sistemas de recolección y disposición diferenciada como lo son los puntos limpios para que cuando compremos un agua mineral o una bebida gaseosa podamos disponer la botella, la tapa y la etiqueta que se generan como residuos en un lugar que asegure que serán tratados y llevados a plantas de reciclaje respectivamente.
Esto es un paso muy importante para mejorar nuestras cifras de reciclaje, pero también es un desafío que involucra a varios actores para que se permita efectivamente cumplir con el funcionamiento de estos sistemas de recolección, y no es extraño que surjan muchas iniciativas que van a cubrir estos espacios pero sin que necesariamente busquen resolver los problemas antes mencionados.
En TriCiclos creemos que la basura es un error de diseño y por eso nuestros puntos limpios buscan ofrecer una solución íntegra incorporando varios elementos diferenciadores. Partiendo porque existe un monitor que instruye y guía sobre cómo deben venir los materiales y cuáles se pueden reciclar, poseer una clasificación de 20 materiales diferentes, rechazar productos a los que no se pueda asegurar su disposición en una planta de reciclaje, asegurar 100% de trazabilidad, entregar información sobre las cantidades que se están reciclando en cada punto limpio, trabajar en conjunto con recicladores de base para fortalecer el reciclaje inclusivo y generar los cuestionamientos en las industrias sobre los empaques y diseños de los productos que comercializan.
Para que la sustentabilidad sea contagiosa se deben crear espacios en donde se innove y se entreguen las herramientas para genera el cambio cultural, eso es lo que nuestros puntos limpios buscan en su totalidad.