Los derechos humanos y Jacqueline Van Rysselberghe
Porque acá en Chile todavía nos sometemos al patronazgo en el que una elite ordena cómo vivir a algunas personas según sus creencias, según el miedo y el desprecio a quien pueda resultar diferente. En nuestro país los homosexuales comenzaron a salir a las calles y a manifestarse una vez que personas de esa elite comenzaron a tener hijos gays. Antes no. Todo pasa por ahí. Una vez que ciertos grupos entienden la diferencia, porque la viven, es cuando todos debemos entender.
Francisco Méndez es Periodista, columnista.
Jacqueline Van Rysselberghe asumió como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado. Repito: Jacqueline, la senadora Van Rysselberghe asumió como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado. Por más que se repita, lo divertido es que suena extraño, curioso, casi inconcebible cuando se habla de una persona que ha emitido desafortunadas palabras con respecto a la comunidad homosexual y al hecho de que puedan, en un futuro, adoptar niños.
Las redes sociales, como es de costumbre, se plagaron de personas que querían que la parlamentaria saliera de esa comisión. Como es de costumbre- también- muchos se erigieron como un tribunal moral, cosa que claramente, si es que fuera cierto, hablaría muy bien de Chile ya que parece que nadie es clasista, ni racista, y menos homofóbico.
Pero el tema aquí es otro y tiene que ver con el respeto a los derechos humanos en todo momento y en toda instancia. Por eso uno se puede preguntar si es posible que una parlamentaria asuma una comisión que trata el tema, si es que con palabras-ni siquiera con gestos violentos- ya ha vulnerado la existencia de personas, sus ganas de formar familia y de quererse. La respuesta inmediata es que Sí. Sí es posible, y una vez que sucede es condenable. Pero no lo digo de una manera antojadiza como resultan muchas veces esas condenas sociales y políticas de las redes, sino porque lo que impidieron esas palabras de la senadora es algo tan simple como vivir, como desarrollar derechos en una sociedad que condena a la homosexualidad por un pudor mal entendido, porque tienen miedo a ver expresiones de cariño alejadas a las que una estructura patriarcal nos enseñó. Y eso es mucho más que un tema de tolerancia, se trata de respeto a un ser humano. Es decir, de derechos humanos.
Por eso es que cuando Jacqueline responde a los ataques de comunidades gay diciendo que no están siendo tolerantes con ella, se equivoca porque le están haciendo notar lo señalado, y el alcance de sus palabras. Sólo quieren respeto. Quieren, igual que ella, poder caminar en la calle sin que se les vulnere su condición de persona. Que, al igual como pasa con ella también, ninguna postura moral basada en grupos de poder ordene cuál debe ser su manera de llevar adelante su futuro.
Porque acá en Chile todavía nos sometemos al patronazgo en el que una élite ordena cómo vivir a algunas personas según sus creencias, según el miedo y el desprecio a quien pueda resultar diferente. En nuestro país los homosexuales comenzaron a salir a las calles y a manifestarse una vez que personas de esa elite comenzaron a tener hijos gays. Antes no. Todo pasa por ahí. Una vez que ciertos grupos entienden la diferencia, porque la viven, es cuando todos debemos entender.
Es por eso que para evitar esa tardanza elitista, es importante hacer notar que el error de haber puesto a la senadora en ese cargo no es un tema solamente de homosexuales, sino que debe llamarnos la atención también a heterosexuales, ya que los derechos humanos no son solamente los que se violaron de manera sistemática y sumamente horrorosa en dictadura. Los derechos de las personas se ven dañados constantemente, sobre todo cuando ciertas frases o dichos que responden a una tradición cultural homofóbica de siglos no son tomadas en su dimensión. Y más aún cuando lo dice una persona que tiene el poder de legislar sobre la vida de unos para seguir quitándoles derechos.
Sin caer en -insisto- en el típico tono vociferante de Twitter, en Chile es primordial que veamos que los derechos no son algo que se ven dañados en circunstancias precisas, sino constantemente. En todo momento y en todo lugar. Pero nunca lo entenderemos si es que no sabemos lo que somos, y mientras sigamos creyendo en una modernidad material, y nuestra mente siga comportándose como la de unos peones y patrones de fundo.