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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Venezuela y Chile

No queremos que en ningún otro lugar del mundo, se llegue a lo que llegó la dictadura de Pinochet. No queremos que en Venezuela pase lo mismo. Aún es tiempo de evitarlo.

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Mariana Aylwin es Profesora de origen, política por vocación y a mucha honra. Directora Corporación Educacional Aprender.

Seamos claros. No hay democracia donde hay presos políticos. No es una democracia un régimen que persigue y restringe la libertad de expresión a los opositores. No es democrático un sistema donde no existe el debido proceso, ni una real separación de los poderes. No hay democracia donde las fechas de las elecciones se fijan arbitrariamente. No hay democracia donde se violan derechos humanos esenciales. Eso pasa hoy en Venezuela.

En Chile, lo sabemos bien. Tuvimos presos políticos, persecución a los opositores, una justicia obsecuente con la dictadura, atropellos a los derechos humanos que llegaron a extremos inimaginables. Supimos de detenidos desaparecidos, de torturas, de asesinatos, de impunidad. No queremos que en ningún otro lugar del mundo, se llegue a lo que llegó la dictadura de Pinochet. No queremos que en Venezuela pase lo mismo. Aún es tiempo de evitarlo.

En Chile conocimos también la solidaridad internacional. Tuvimos el apoyo de los demócratas del mundo, de líderes políticos, gobiernos, parlamentos, artistas. Esa solidaridad que nos acompañó en tiempos duros, permitió que se supiera lo que se quería ocultar y ejerció una presión sobre la dictadura que contribuyó a restablecer el orden democrático. ¡Cuántas veces nos alegramos al sentir el respaldo de declaraciones de gobiernos o congresos amigos que levantaron su voz para condenar las violaciones a los derechos humanos en nuestro país.

El pueblo chileno conoció también la solidaridad del pueblo venezolano. Abrió sus puertas a quienes debieron huir del país o asilarse. Líderes políticos tan destacados como Renán Fuentealba, Belisario Velasco, Jaime Castillo, Claudio Huepe o Aniceto Rodríguez entre muchos otros, encontraron un hogar que los cobijara en Venezuela.

Por todo ello, nos alegra el Acuerdo del Senado aprobado ayer por una mayoría de 30 senadores de todas las bancadas, que junto con exigir la liberación de los presos políticos en Venezuela, emplaza al gobierno venezolano a “restituir la institucionalidad democrática”.

Por nuestra propia experiencia resulta incomprensible que cuatro senadores del PPD se hayan abstenido. Y más aún que el senador Navarro haya argumentado “intromisión en asuntos internos de otro país” para rechazar dicho acuerdo. Hay en sus palabras, un doble estándar evidente.

Finalmente quisiera hacer una reflexión para los chilenos y la contingencia que estamos enfrentando. Los testimonios de Mitzi Capriles y Lilian Tintori , esposas de dos alcaldes detenidos por sus opiniones, nos traen a la memoria lo que significa perder la democracia. De seguro, la democracia venezolana se fue deteriorando paulatinamente, las instituciones desvalorizándose frente a los ciudadanos hasta que se les fue entre las manos.
Ello nos obliga a tomar las decisiones correctas y urgentes para mejorar nuestras instituciones y recuperar la confianza perdida. Ello nos aviva la conciencia de la necesidad de cuidar nuestra democracia, que tanto nos costó recuperar.

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