Las ocho maneras de "auto-humillarte" en Santiago según la experiencia de una gringa

Hace algunas semanas, la bloguera franco-norteamericana Meaghan Beatley causó una cierta polémica entre los varones chilenos con su columna “Las 10 peores cosas de salir con un chileno (según una gringa)” . Ahora, vuelve a compartirse en redes sociales otro de sus escritos, en el que detalla las que a su juicio son las 8 maneras en que puedes humillarte, como extranjero, en Santiago.

1. Bailar cueca en público: “Los locales tienen la notable capacidad de hacer que éste baile no sólo se vea elegante, sino que francamente sexy (como la cueca brava). Sin embargo, no importa cuántos esfuerzos por dominar la cueca haga usted, querido extranjero, sólo logrará parecer un niño con pataletas agitando una servilleta sobre su cabeza”.

2. Ponerle mucho ají a tu sopaipilla: “Son las 4 de la mañana, vienes saliendo de un bar y, a la distancia, ves un carro de sopaipillas. Pides una y despreocupadamente le pones media botella de ají. Te pasas los próximos 5 minutos doblado, con un pedazo a medio masticar a tus pies y lágrimas corriendo por tus mejillas, mientras la gente te mira con lástima”.

3. Tratar de hacerte amigo/a de la llama de tu parque más cercano:  “Su nombre es Lunita y lleva un sombrero. La has visto pasear por los terrenos del parque local, guiada por un hombre robusto que ofrece a los paseantes sacarse fotos con ella. Fascinado por esta noble bestia, has rondado a la pareja por semanas, con la esperanza de tener una mirada más cercana, pero terminas fingiendo estar cautivado por el follaje siempre que te descubren al acecho”.

4.- Asistir al elegante estreno de una película usando un suéter de alpaca: Después de pasar la mitad de tu primer invierno en Santiago acurrucado por un pequeño calentador eléctrico envuelto en todas tus frazadas y las de tus compañeros de departamento, finalmente te rendiste y compraste una chomba de alpaca. (…) Es tan increíblemente cálida, sin embargo, que te niegas a sacártela – nunca – y terminas arrastrando a tus pequeños amigos de alpaca decorativos contigo a todos los eventos sociales, transformándote en un marginal lanudo en un mar de trajes y lentejuelas”.

5. Sugerir que cualquiera de las siguientes cosas es mejor en Perú: el pisco, el ceviche, los mariscos, la gente, las corcheteras, etc.

6. Insistir en ponerle todos los condimentos a tu completo: “Comerse elegantemente un completo es un arte que sólo puedes perfeccionar tras años de consumo. Como extranjero en Santiago, estás inevitablemente en desventaja. La única manera de servirte uno es inclinarte en un ángulo de 90 grados y dejar que una antiestética mezcla de palta, ketchup, y varias clases de mayonesa caiga al suelo delante tuyo”.

7. Provocar un incendio por sentarte demasiado cerca de la estufa eléctrica: “Te acostumbraste a sentarte a un milímetro del calentador eléctrico para sobrevivir el invierno (ver punto 4). Ahora la mayor parte de tu ropa tiene muchas marcas de agujeros de quemadura. Pareces alguien en situación de calle”.

8. Hablar con acento argentino: “Sería mejor que hablaras otro idioma — como Urdu o Inuit — y ahorrarte la vergüenza”.