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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Lo que el gobierno no dirá sobre educación

Por supuesto que la educación en Chile tiene desafíos pendientes, como por ejemplo los relacionados con la calidad, con la dignificación de la labor docente y con que aún depende de cuántos recursos tengas para poder elegir una educación de calidad. Sin embargo, está lejos de ser una solución cambiar de raíz el sistema que a generaciones enteras les ha costado construir solo por un sesgo ideológico. El desafío es seguir avanzando con justicia, libertad y calidad.

Por José Francisco Lagos
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José Francisco Lagos es Presidente de la Fundación Chile Siempre

En el debate educacional de los últimos meses hemos visto diversas voces decir con bastante propiedad que el sistema educacional chileno es un mal sistema y que requiere ser cambiado de raíz.

La afirmación anterior pareciera ser un acuerdo general y quien se atreva a decir lo contrario es a lo menos descalificado. Sin embargo, aprovecho este espacio para ponderar tales afirmaciones, dejando las calificaciones absolutas de lado y con el ánimo de rescatar aspectos positivos de nuestro sistema y otros que debiéramos mejorar.

Hace un par de semanas atrás se dio a conocer el Ranking QS de universidades, en el que podemos observar el avance considerable que han tenido las instituciones chilenas. Destaca por ejemplo la Universidad Católica en el primer lugar latinoamericano. Otro aspecto positivo, es que dentro de las 14 instituciones chilenas ubicadas dentro de las 100 mejores, las hay tanto privadas dentro y fuera del Cruch, y estatales. Es decir, tenemos un sistema diverso y que en todas sus fórmulas avanza en la calidad. Con lo anterior difícilmente se sostiene la postura de algunos que solo un tipo de institución debiera ser financiada por el Estado, ya que entregar educación de calidad es un bien público y debiera ser promovido por toda la sociedad.

Más reciente aún, es otro informe de la OECD que ubica a nuestro sistema de educación secundaria como el mejor de Latinoamérica. Esto es una gran noticia, sobre todo considerando que nuestros países hermanos viven realidades similares a la chilena, lo que da muestra de que hay algo que como país estamos haciendo bien y que marca la diferencia.

Se me podrá criticar que compararnos con Latinoamérica no es ningún mérito y que debiéramos compararnos con los países desarrollados, donde estamos ubicados en la parte baja de la tabla. Sin embargo, la postura que intento compartir contempla que ambas realidades deben ser consideradas, tanto nuestro entorno, como los países desarrollados. Sin embargo, sería absurdo prescindir de la comparación señalada, pues los países latinoamericanos pertenecen a nuestra misma cultura, muchas veces con problemas similares y por supuesto desafíos comunes.

Además de lo anterior, no debemos olvidar que muchos de los países vecinos aplican políticas que algunos proponen en el debate público nacional. A modo de ejemplo, miremos la gratuidad universal en educación superior: es más probable que si aplicáramos tal medida sería mucho más similar a lo que ocurre en Argentina o Brasil que a lo que ocurre en Finlandia o Alemania. No nos engañemos al respecto.

Precisamente uno de los aspectos relevantes que señalan los informes de la OECD es que hay una correlación entre educación de calidad y desarrollo económico, si bien no se puede determinar la causalidad entre una y otra (sería como preguntarnos qué es primero, el huevo o la gallina), sí podemos afirmar que hay un círculo virtuoso entre mayor desarrollo económico y educación de calidad. Es por eso que parecen absurdos los intentos del gobierno por querer mejorar la educación con la economía frenada, y los fracasos de este afán ya los hemos visto con que, por ejemplo, los recursos de la Reforma Tributaria ya estarían virtualmente gastados con la “Ley de Inclusión” y el proyecto de Carrera Docente.

En conclusión, se ha generado un ambiente de crisis que no tiene asidero en la realidad y eso le hace mal a la política y al país, esto en parte es responsabilidad del gobierno. Nuestro sistema educacional tiene muchos aspectos positivos, como una amplia cobertura, una posibilidad de elegir entre proyectos educativos cada vez mayor, un creciente aumento de los recursos destinados a los alumnos más vulnerables, etc.

Por supuesto que tiene desafíos pendientes, como por ejemplo los relacionados con la calidad, con la dignificación de la labor docente y con que aún depende de cuántos recursos tengas para poder elegir una educación de calidad. Sin embargo, está lejos de ser una solución cambiar de raíz el sistema que a generaciones enteras les ha costado construir solo por un sesgo ideológico. El desafío es seguir avanzando con justicia, libertad y calidad.

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