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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Cartón completo

"En un país donde la solidaridad familiar, vecinal y comunal reemplaza la patética ausencia del Estado, el bingo es una forma simple, entretenida y muy bienvenida para juntar fondos".

Por Rodrigo Guendelman
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Así como tantas otras personas que trabajan como comunicadores en medios masivos, me ha tocado animar eventos donde el bingo es la principal actividad para reunir fondos. Y ese dinero, en la mayoría de los casos, va destinado a ayudar a quienes no tienen casa, se quedaron sin trabajo o sufren una enfermedad impagable.

En un país donde la solidaridad familiar, vecinal y comunal reemplaza la patética ausencia del Estado, el bingo es una forma simple, entretenida y muy bienvenida para juntar fondos. ¿No puedes pagar esa enfermedad que el Plan Auge no te cubre? ¡Bingo! ¿Te van a quitar la casa porque tienes una deuda producto de esa larga cesantía? ¡Bingo! Así como la completada, el bingo es una institución nacional nacida de la carencia institucional.

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Suena enredado, pero mucho menos que lo que acaba de hacer la Contraloría General de la República, que anunció que los municipios no tienen competencias para permitir bingos, donar premios o prestar alguna dependencia municipal para este tipo de eventos. Sí señor, tal como lo lee. Así quedó estipulado en la resolución número 31.241 publicada el pasado 22 de abril por este organismo del Estado. Para rematar el chiste, en el texto se agrega que cuando se trate de obras de beneficencia “cuyo objeto sea la educación, la caridad o la asistencia social”, podrán solicitar el permiso a la Presidenta de la República. En serio: solicitar permiso a la Presidenta. Como si eso fuera algo factible.

De todas las cosas raras que hemos visto en el último tiempo, esta medida parece la letra y el número que faltaba para ganarse el cartón completo de la boludez. Yo me pregunto. ¿No está la máxima autoridad de este país suficientemente apabullada, carente de credibilidad, mareada por tanto golpe bajo de las encuestas, como para tener que recibir además esta metralla de fuego amigo? Uno de los organismos más importantes del Estado es quien anuncia esta medida ridículamente impopular, tacaña, miserable y torpe. Definitivamente torpe.

Una patada en el traste al pueblo, a la gente de a pie, a todas las señoras Juanitas que, acostumbradas a padecer la precariedad e indiferencia de las instituciones gubernamentales, al menos podían recurrir al bingo para sobrevivir. Pero no. Cuando aún permanece en el ojo dolorido el impacto del caso Caval y mientras esperamos el resultado del interrogatorio a Martelli, cuando la supuesta búsqueda de una cancha más pareja parece cada vez la prédica del Padre Gatica, nos informan que debemos parar de hacer bingos. Y que si pretendemos ayudar  a nuestra compañera de pega a costear la operación para salvarle la vida a su hijo de cuatro años, tenemos que pedirle permiso a la Presidenta. Línea, cartón completo y todos los premios de la sinrazón a este ejemplo de lo absurdo. Una clase magistral, un Doctorado Honoris Causa de negligencia política.

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