Aborto y malformaciones fetales
De ahí que el médico que abandona a su paciente, declarado gravemente enfermo, proponiendo el aborto como una solución, está dejando de cumplir su principal labor ética y profesional, la que no es sólo curar, sino que aliviar y, en última instancia, dar consuelo.
Nicolas Fernandez es Estudiante de Medicina y parte del equipo de investigación del Instituto ResPublica
Un grave problema que ha tenido el médico a lo largo de su historia es qué hacer ante la muerte ¿qué hacer ante el diagnóstico de una enfermedad terminal?
Todos sabemos que la muerte es parte de nuestro ciclo vital, es la única situación en medicina en que la probabilidad de que ocurra es igual a uno, existe certeza de que vamos a morir, lo que no podemos saber es cuando. Sin embargo, el hecho de morir antes o después no tendría porqué ser un problema para el médico, una vida no es más o menos digna de acuerdo a su duración. La persona humana vale en función de sí misma y posee un sentido y dignidad que lo son propias; y el médico que atiende a un paciente con una enfermedad terminal, tiene el deber de actuar concordante con la trascendencia de esa vida humana.
Un ejemplo de esto son los niños con malformaciones fetales. Están gravemente enfermos y merecen todo el cuidado médico necesario para hacer frente a la particular situación de vida que enfrenta.
En estas circunstancias el médico debe acompañar a su enfermo a morir del modo que éste, como persona, lo merece.
Lo anterior es lo que haría un tratamiento médico realmente humano. El momento en que se hace un diagnóstico de enfermedad terminal es sólo el comienzo de una etapa en que el médico debe acompañar a sus pacientes -madre e hijo- hasta el término de la vida de ese ser frágil e indefenso.
La mayoría de las veces que la mujer piensa en abortar, no es porque lo crea algo bueno, sino más bien porque no se le ofreció todo el acompañamiento que ella requiere. Estudios basados en el trabajo de la Fundación Chile Unido, con más de 15 años acompañando a mujeres con embarazos vulnerables, demuestran que el 92% de ellas acuden al aborto por presiones externas. Y más importante aún es que el 85% de las mujeres que recibieron un apoyo integral previnieron el aborto.
De ahí que el médico que abandona a su paciente, declarado gravemente enfermo, proponiendo el aborto como una solución, está dejando de cumplir su principal labor ética y profesional, la que no es sólo curar, sino que aliviar y, en última instancia, dar consuelo.
Me atrevería a decir que casi siempre que una mujer expresa su deseo de abortar ante tal difícil situación, no es otra cosa que un dramático llamado de ayuda para que se le otorgue el cuidado que merece y que, lamentablemente, muchas veces no se le proporciona. Más que proponer el aborto, se espera que se propongan políticas públicas que permitan que todas las mujeres con embarazos complejos puedan recibir el apoyo que ella y su hijo, gravemente enfermo, requieren.