Padre nuestro: la paternidad según el retail
Agobiados. Es posible que muchos padres nos sintamos así después de “nuestro día”. Gracias al retail, la pantalla se llenó de imágenes de nuestros pares cocinando, creando juegos increíbles, preocupados de labores de la casa, etc. Paralelamente, Pitucas sin Lucas, fenómeno de rating en el horario vespertino, nos muestra a un súper papa que se hace cargo de sus hijos y sale adelante. En la misma cuerda sigue su sucesora, Papá a la Deriva. Imágenes agobiadoras cuando la realidad señala que se trata más bien de una minoría.
El 58% de las mujeres declara que son ellas las principales responsables de cuidar a los niños, mientras que un 62% de los hombres reconoce que su rol principal en el cuidado de los hijos es solo como ayudante (Encuesta IMAGES 2011). El crecimiento de una clase media se sustenta en parte por la posibilidad de dos aportes económicos para el hogar, y ello hace más concreta la demanda de complementariedad de roles. Sin embargo, un 27% de las mujeres se queja que su principal problema en el trabajo es que además deben asumir las tareas domésticas y de crianza. (Encuesta Humanas 2011)
Es cierto, avanzamos: somos padres más integrados en la crianza que los nuestros. El problema es que avanzamos más lento que la expectativa y la demanda de cambio que surge desde nuestro entorno. Esa brecha hace que la situación se vuelva entonces agobiante para muchos padres. Como señala Loreto Rebolledo “en la medida que no se ha producido un cambio cultural profundo que haya modificado las prácticas y los mandatos de género, en los discursos de algunos hombres se puede pesquisar el agobio de tener que responder a las exigencias de la paternidad hegemónica y a las de una nueva paternidad”. (Del padre ausente al padre próximo. Emergencia de nuevas formas de paternidad en el Chile actual).
Al agobio derivado de las exigencias de esta nueva paternidad, se debe sumar los roles tradicionales de proveedor económico, lo que se hace más complejo ya sea por el nivel de exigencias a cumplir (costo educación, salud, tiempo libre etc.), o por la ampliación de este mismo rol. Aumenta el número de padres que tienen hijos con diferentes parejas y como consecuencia de ello, se prolongan los deberes de la paternidad: por ejemplo, entre los años 2000-2011, aumentaron los nacimientos de padres de entre 45 y 49 años en un 29%.
Avanzar en la complementariedad de roles es impostergable. Vivir una paternidad presente y activa. Pero por sobre todo hacerlo desde la propia convicción y sobre los modelos que construimos nosotros mismos como padres. Quizás sea el tiempo, en consecuencia, de mirar más a los padres desde sus propios ojos. Saber, por ejemplo, a qué le temen hoy, qué los inquieta o por qué esperan ser (de verdad) reconocidos. Construir desde allí la paternidad, en forma más auténtica, más sustentada en lo que los padres realmente se sienten capaces de hacer.
Quizás nuestros hijos no buscan superhéroes que los llenen de hazañas o amigos de aventuras cada fin de semana, sino simplemente padres que representen valores que se transformen en las herramientas para enfrentar de mejor manera la vida. Posiblemente, nuestros padres no fueron confidentes nuestros (muchos de nosotros tampoco lo somos de nuestros hijos). Pero recordamos que estuvieron ahí de una u otra manera, sin tanto agobio, asumiendo que una parte nunca ha estado.